lunes, octubre 7, 2024
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Luis Tejada Cano: en memoria del maestro a cien años de su fallecimiento

El escritor se destacó como cronista, ensayista, columnista y poeta; todo era él

Jorge Castiblanco

Luis Tejada Cano es el precursor del vanguardismo, comunista sin partido, sindicalista sin organización obrera y un revolucionario como ninguno, un insurgente ante los poderosos de la política y el dinero y un rebelde contra los literatos del establecimiento.

Como don Quijote, Tejada salió a dar la batalla contra la Colombia feudal, sin importar las aspas de los terratenientes, los conservadores y el clero. Se caracterizó por su respeto, su vehemencia y originalidad en sus columnas. Al criticar a dos literatos sagrados como eran Guillermo Valencia y Marco Fidel Suarez, afirmó de ellos:

“Guillermo Valencia ha sido siempre un astuto usurpador de patrimonios ajenos: su obra poética es el fruto de una inteligente piratería ideológica a través de todas las literaturas, y su hacienda particular la ha formado despojando sin misericordia a pobres indios inermes…”.

Y de Marco Fidel Suárez dijo: “su literatura, sin ojos y sin alma, pasará como una agua clara y trivial, sin dejar huella perdurable”.

El escritor y periodista Fernando Araujo escribió en El Espectador, hace pocos días, con gran acierto: “Érase una vez un hombre que escribía sin que le importara que sus textos fueran clasificados como crónicas, columnas, reportajes o ensayos. Escribía convencido de que cada palabra tenía que ser la palabra precisa, y de que lo escrito sería fundamental para cambiar un poco al menos el mundo”.

En la tertulia vespertina del café Windsor, lugar de reuniones de intelectuales y estudiantes, Tejada propagaba el nuevo evangelio del socialismo y de su líder Lenin. Allí fueron sus compañeros Jorge Zalamea, Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay, Luis Vidales, Alejandro Vallejo, Moisés Prieto, León de Greiff, Clemente Manuel Zavala, Luis Cabal, entre otros. Fue un militante íntegro y claro en sus más altas convicciones al punto, cuentan, de decirle a su colega Romualdo Gallego, observando el retrato de Lenin, que: “No tenemos derecho de hacer literatura mientras hay tantas injusticias en la tierra”.

Gotas de Tinta

José Mar, su compañero y camarada, escribió que: «Ante la propuesta de Jorge Eliécer Gaitán de que entrara a formar parte del partido liberal, la respuesta no se hizo esperar y así escribió en El Espectador que el único camino, la única fórmula de salvación posible era la de proponerse un “cambio radical del contenido del Estado” que sustituyera “el dominio ineficaz de una pequeña burguesía mentalmente exhausta, moralmente corrompida, ladrona, venal, explotadora, impune, irresponsable y tiránica”».

En sus Gotas de Tinta describe la situación de su clase obrera: “La situación actual del trabajador colombiano no puede compararse por ningún aspecto con los trabajadores de cualquier centro industrial europeo, ni en la relación existente entre el salario que gana y el interés que produce el capital, ni en las condiciones generales de vida”.

Exige una y otra vez a las clases poderosas; jornada laboral de ocho horas, un salario mínimo, descanso dominical, regulación del trabajo nocturno, la pensión y la prevención de accidentes de trabajo.

En su Oración ante la muerte de Lenin escribió: “a su palabra ardiente, rica en ideas dinámicas, le debo mi fe y mi esperanza, la grandeza íntima de mi vida, mi adquisición de un motivo puro de lucha, mi convicción sincera de que el mundo puede llegar a ser realmente más amable y más justo y de que el hombre adquirirá sobre la tierra una actitud de ennoblecida dignidad”.

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