Editorial 3225
La victoria del partido progresista Morena, en cabeza de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, es sin duda en esta lucha contra la derecha mundial, la confirmación que la esperanza de cambio en América Latina y el mundo es posible y real.
La nueva presidenta llega al primer cargo después de años de luchas juveniles, estudiantiles, universitarias, de formación política y científica y tras haber fundado, junto con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Morena, “un partido de hombres y mujeres libres que luchan por la transformación democrática del país, articulado a movimientos sociales de izquierda y nacionalistas”.
Morena propone “la Cuarta Transformación de México” a partir de tres momentos de la historia de este país: la guerra de Independencia de 1810 a 1821, la Guerra de Reforma entre 1858 y 1861, encabezada por Benito Juárez, “el mejor presidente en toda la historia” según AMLO, quien logró la secularización del Estado, y la Revolución Mexicana contra la dictadura de Porfirio Díaz, liderada por Francisco Madero, Pancho Villa y Emiliano Zapata, que terminó con la firma de la Constitución de 1917, aún vigente.
México y Colombia somos pueblos hermanos. Hoy existen coincidencias ideológicas y políticas entre López Obrador, Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum. Están sintonizados, se encuentran en asuntos como el cambio climático, la construcción de la democracia, la justicia social, la defensa de Palestina y la lucha antiimperialista. El México actual representa un referente para Colombia.
El Gobierno, la coalición de gobierno y el Pacto Histórico debemos reconocer que es necesario estudiar, recoger o incluso aprender del proceso liderado por AMLO y Sheinbaum a través de Morena y, en especial, de las formas, estilos, estrategias y ejecución de políticas públicas.
En un inventario rápido, ¿qué podríamos y deberíamos aprender de México? Lo primero es el proyecto político partidario, unido, cohesionado y estabilizado, con profunda preocupación y valoración por lo organizativo, por cultivar y engrandecer su relación con los procesos sociales, populares y diversos, con una dedicación constante de capacidades humanas y económicas en la formación de líderes y lideresas a través de un sistema de escuelas de formación política y organizativa.
AMLO logró lo que aquí nos ha costado mucho, en especial al presidente Petro: la conformación de un equipo de gobierno que trabaje coordinado en pos de las metas estratégicas. Se necesita que el Plan Nacional de Desarrollo “Colombia, potencia mundial de la vida” sea un referente seguido sin dilaciones ni desviaciones. El gabinete debe dedicarse a los territorios y sus necesidades, seguir al presidente de manera homogénea y no tener lagunas que, además de no dar buenos resultados, hacen un profundo daño al proyecto político de cambios y reformas.
La estrategia de confrontación mediática con la derecha mexicana es algo de lo que podemos aprender mucho. Esta comenzó por un fortalecimiento de los medios alternativos que en un proceso de articulación a un sistema nacional y con financiación por parte del Estado mexicano, logró aislar y desvirtuar la matriz mediática de la derecha que actúa igual que aquí, con mentiras y tergiversaciones. El mismo presidente mexicano cada mañana desmentía las noticias falsas con información oficial, datos y análisis en un programa que superó en audiencia a todos a los programas de los medios corporativos.
¡Atenta, Colombia! En México ganó una mujer de izquierda, científica y humanista. Esto, sin duda, anima a las mujeres de América Latina a asumir, con más confianza, el reto de ser candidatas y ganar.
El Presidente Petro debería tomar los aspectos positivos del estilo de gobierno de AMLO. Es claro que el triunfo de Claudia se debe al muy buen gobierno de AMLO, quien siempre dió a conocer los logros. Así mismo, el gobierno de Petro debería apoyar más a los medios de información alternativos.