martes, octubre 8, 2024
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“La integración no es un tema de derecha o de izquierda”: Pedro Silva Barros

En diálogo con el economista y abogado brasileño, asesor del Gobierno de Lula, se evidencian las necesidades y oportunidades para la integración de los 12 países que componen el Consenso de Brasilia

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino

El investigador del Instituto de Investigación Económica Aplicada, IPEA, del Ministerio de Economía de Brasil, Pedro Silva Barros, estuvo en el país como parte de la delegación brasileña al encuentro bilateral con Colombia, desarrollado en Bogotá, el presente mes.

También para asistir a la inauguración de la Feria del Libro de Bogotá, en la que ese país es invitado de honor, y donde se presentó el texto Una nueva agenda de infraestructura para América del sur.

El trabajo es producto de un seminario con el mismo nombre, realizado en Brasilia, en noviembre de 2023, como antesala a una reunión de infraestructura con participación de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela; algo que no ocurría desde finales de 2017.

Estas doce naciones conforman el Consenso de Brasilia, mecanismo de concertación con el propósito de fortalecer los lazos entre los países de América del Sur, para promover la cooperación y proyectar la voz de Sudamérica en el mundo.

Según lo plantea su documento, Hoja de Ruta para la Integración de América del Sur, el Consenso está basado en el diálogo y el respeto a la diversidad de los pueblos, compromiso con la democracia, los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la justicia social, el Estado de derecho, la estabilidad institucional, la defensa de la soberanía y la no injerencia en asuntos internos.

El 5 de octubre de 2023, los presidentes adoptaron la Hoja de Ruta para la Integración de América del Sur, reanudar el diálogo regular e impulsar la integración. Foto Cancillería Colombia

Agenda ambiental, el epicentro

Silva Barros es Doctor en Integración de América Latina, magíster en Economía y Licenciado en Economía y en Derecho, y, además de asistir a reuniones de la agenda bilateral y a debates académicos, en su paso por Bogotá, conversó con VOZ.

¿Por qué Sudamérica está tan atrasada en integración?

Hubo falta de diálogo en los últimos años. La discusión de infraestructura en Sudamérica es muy reciente. El primer esfuerzo conjunto para la integración de la infraestructura como transporte en sus diferentes modales ─hidrovías, carreteras, ferrovías, conexión aérea y puertos─ y todas las formas de energía y comunicaciones, incluso las de cables que tenemos muy pocas sin necesidad de pasar por Estados Unidos; fue en el año 2000 cuando se empezó a diseñar una agenda. Ahora, la discusión es a otro nivel porque se integra la transición energética.

¿Por qué es a otro nivel?

Hubo cambios importantes en estos últimos 20 años, en relación con el tema ambiental. Ahora hay una necesidad de poner la agenda ambiental en el centro de la discusión sobre infraestructura. Otro punto muy significativo es que no consideramos de forma adecuada la participación de los actores subnacionales, de las regiones más vinculadas a los proyectos de infraestructura públicos o privados.

Más allá de la política

¿Qué desventajas tenemos como países al no estar integrados?

La región es mucho más vulnerable en relación con los conflictos extrarregionales, porque estamos desintegrados, perdemos comercio intrarregional, que es muy importante porque es mucho más accesible a las pequeñas y medianas empresas.

Este comercio es un primer espacio de internacionalización de nuestras empresas y, sobre todo, genera más y mejores empleos en relación con el comercio por fuera de la región, porque es mucho más intensivo y produce manufacturados. Entonces, se desarticula el comercio intrarregional cuando no se avanza en conectividad, por ejemplo.

En los últimos años, por el tratamiento que se intentó dar de aislar a Venezuela, todo el tema del Grupo de Lima, iniciativas fraccionadas con corte ideológico muy definido como Prosur, que fracasaron, la región está peor.

A propósito de lo que identifica, ¿las diferencias en los modelos políticos y proyectos económicos en Sudamérica se convierten en desafíos para esta integración?

Totalmente, el desafío, que el presidente Lula está muy decidido y entusiasmado por enfrentar, es encontrar agendas de consenso dentro de la diversidad ideológica y de visiones del mundo. La integración no puede ser un tema solo de la izquierda o de la derecha, como retórica de política interna, porque genera beneficios para todos.

Sin integración, estaremos sin posibilidad de inserción en la economía mundial. Peor, sin integración en los aspectos políticos estaremos más débiles. Hay varias áreas donde es posible encontrar consensos, una de ellas es infraestructura, otra es salud. Por ejemplo, la región sufrió muchísimo durante la pandemia por no tener una adecuada gobernanza en salud; y la teníamos con Unasur, con el Consejo Sudamericano de Salud, la teníamos con el Instituto Sudamericano de Gobierno y Salud.

Una región para la paz

¿Cómo se ve la integración o cooperación en asuntos de defensa?

Hay agendas muy importantes en un mundo con más tensiones globales, con más tensión entre Estados Unidos y China, entre Rusia y la OTAN, entre Occidente y Oriente. Por eso, es muy importante que la región esté articulada en temas de defensa. Eso no significa tener una posición única sobre todo los temas o tener un Ejército común, sino que debe haber mucha más cooperación, transparencia y confianza, y evitar la presencia extrarregional en Sudamérica.

Que nuestra región ─que es un espacio de paz─ no se convierta en un sitio de disputas extrarregionales. La mejor forma de disuasión de los intereses y la injerencia extrarregional, es justamente nuestra concertación y el restablecimiento de un Consejo de Defensa Sudamericano.

Pero ¿qué pasa, por ejemplo, cuando Argentina manifiesta querer ingresar a la OTAN?

La solicitud es inicial, es ─yo lo veo así─ una consecuencia de nuestra desarticulación como región en defensa. Es un equívoco creer que estaremos protegidos por tener una alineación total, sea con Estados Unidos, otra potencia mundial o con la OTAN.

Los intereses de ellos son otros, la visión que ellos tienen para nuestra región es que las amenazas aquí son migración, el tráfico de drogas, de armas, la delincuencia transnacional organizada; y las amenazas en defensa de la región no son esas.

Las amenazas son que la región sea un espacio de disputa extrarregional y, sobre todo, una amenaza a nuestros recursos naturales. Si la región en un mundo polarizado y dividido con más tensiones opta por una alineación prematura a un lado, en el caso concreto a la OTAN, eso debilita totalmente nuestra posición y hay un riesgo claro que, del otro lado, de otras potencias que no están en la OTAN, quieran hacer lo mismo aquí. O sea, acuerdos militares profundos con algún otro país. Y ese sería el peor escenario, que tengamos en Sudamérica algunos países participando como periferia, y que aquí ─como ha pasado en la Guerra Fría─ que las regiones del sur global sean espacios de disputa de intereses ajenos a nosotros.

Clima y energía

Hay un tema que el planeta exige atender y es que el cambio climático nos pide una transición energética muy rápida, ¿cómo esta agenda mira ese tema?

La transición energética justa es necesaria y debemos trabajarla no de forma aislada. En relación con energía hay varios factores: uno, ella es precondición para el desarrollo humano, entonces el objetivo inicial es garantizar acceso a energía para todos.

El cambio climático es un tema global, o sea, no hay salidas individuales o de un país desarticulado del otro que va a salvar el mundo. Por el contrario, pongamos un caso hipotético, la mitad del mundo deja de consumir combustible fósil y la otra mitad no tiene ningún compromiso y sigue empleando su consumo, la situación total para el planeta será peor que si hay una concertación. Debe ser planificado, articulado y necesita financiación.

Dos de las principales empresas de nuestros países son petroleras, Ecopetrol y Petrobras, y se deben transformar en empresas de energía en sentido amplio, de hidrógeno verde y otras fuentes nuevas. Entonces, ¿Brasil debe parar inmediatamente de comprar carbón y coque a Colombia? No, lo que debemos hacer es trabajar en conjunto para tener una transición adecuada.

No se va a dejar en dos años de tener camiones diésel o un stock inmenso de carros a gasolina, aunque en Brasil por ley toda la gasolina tiene por lo menos un cuarto de biocombustible, y casi toda la flota de carros son bicombustibles.

¿En qué otros ámbitos se debe dar la integración?

Presidentes Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva, en el encuentro bilateral en Colombia. Foto Presidencia

Hay un punto que muchas veces la gente no percibe, pero el primer asunto de la declaración entre los dos presidentes Petro y Lula trató de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, OTCA, y se comprometen con que no sea solamente un instrumento de cooperación, sino de integración.

Estos temas energéticos y los de infraestructura son muy importante, porque no se trata de un apoyo mutuo, sino de asociar el desarrollo, las preocupaciones y el enfrentamiento a los desafíos de forma conjunta.

Adaptación normativa

¿Cuándo podrá verse esta integración de manera avanzada y verse una América del Sur diferente?

Es muy difícil decir eso porque no es un proceso lineal y hay elementos que nos dificultan mucho. Pero en el caso de Brasil se definieron políticas que nos van a llevar a estar más integrados con algunos países. Sin embargo, no es suficiente la carretera, porque, por ejemplo, para el transporte de carga masiva es necesaria una armonización normativa.

Para Brasil sería interesante, desde el punto de vista logístico, enviar parte de su producción directamente por el Pacífico para Asia, nuestro principal mercado. Hoy día enviamos por el Atlántico y por el Índico para China y para Japón.

¿Sería una conexión fluvial, férrea y terrestre por carretera para salir al Pacífico?

Sí. Pero sin armonización normativa, sin adaptación de los puertos del Pacífico para el tipo de carga brasileña, que es un poco diferente porque tiene más granos, más carne, algodón que son productos que el Pacífico poco exporta, no vale solo tener la carretera o tener la ferrovía. La producción de Brasil avanza hacia el oeste, avanza en dirección al Pacífico, porque los estados que más crecen en Brasil son los fronterizos.

Oportunidad y necesidad

¿Hay factores que hayan impedido avanzar en la integración entre Colombia y Brasil?

En el Gobierno anterior, Brasil intentó, y negociaba con Colombia, la venta de aviones cargueros militares. Luego, Estados Unidos donó unos cargueros usados y perdimos la oportunidad de vender el avión, y Colombia la oportunidad de un acuerdo para que pudiera participar de nichos de insumos para este tipo de industria.

También negociamos la venta del avión C-390, un carguero de Embraer nuevo, el mejor que hay en el mundo para este tipo de transporte, y Estados Unidos donó a Colombia dos Hércules usados, que desde el punto de vista energético son mucho menos eficientes porque no son con biocombustible.

Pasó con Argentina igual, con la visita de la general, comandante del Comando Sur de Estados Unidos a Argentina, ella ofreció un Hércules, una donación, en cambio de avanzar en las negociaciones de compra de este avión que es mucho más moderno y eficiente.

¿Cómo puede diferenciarse este proceso de integración que se inicia, con otros que se han intentado?

Portada del libro Una nueva agenda de infraestructura para América del Sur, de venta en la Filbo 2024.

Me gusta ver este proceso de integración en perspectiva histórica. Tenemos casi todos los países un poco más de 200 años de independencia, y debieron pasar casi 180 años para organizar la primera reunión con todos los presidentes de la región.

Por eso, eventos como la Filbo me parecen fundamentales. Permiten que tengamos mucho más conocimiento mutuo y luego la necesidad de integrarnos se va a evidenciar.

Si no nos integramos, tanto en lo económico, productivo como en ciencia y tecnología, en los aspectos comerciales como las políticas públicas básicas sociales, de salud, educación y en el juego político estaremos peor, será un desastre.

Incluso en momentos en que la región estuvo un poco mejor, entre 2003 y 2013, hubo un proceso de integración más adecuado. Es muy difícil en momentos de crisis promover la integración, pero es una necesidad.

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