El presidente disertó sobre la crisis civilizatoria en la prestigiosa universidad estadounidense y se refirió al filósofo de Tréveris como un referente para comprender la complejidad del mundo contemporáneo
Federico García Naranjo
@garcianaranjo
Termina la gira del presidente Gustavo Petro por Estados Unidos, donde dio de qué hablar por sus intervenciones, su propuesta de paz, la inauguración del monumento Kusikawsay ─vida pacífica y feliz, en quechua─, elaborado con el acero de las armas dejadas por las antiguas FARC, y el informe del avance del Acuerdo de Paz que presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Lo que podría percibirse como una gira de rutina, fue en realidad una oportunidad para que, una vez más, Colombia sea puesta en el centro de atención de importantes sectores de la sociedad estadounidense en temas cruciales para el mundo de hoy.
Tal vez una de las actividades más interesantes ─y que fue completamente ignorada por los medios corporativos de comunicación─ fue la conferencia magistral que el presidente impartió en la universidad Queens College el viernes 12 de julio. Allí, Petro fue invitado a reflexionar sobre el tema de moda: la crisis climática. Pero el presidente fue más allá y no dudó en profundizar sobre su lectura de la actual crisis civilizatoria, apoyándose en uno de los pensadores más influyentes de los últimos 150 años, Karl Marx.
La economía qué dice
El presidente reconoció que la crisis climática es apenas una expresión de la crisis civilizatoria que vivimos. Esa crisis multidimensional ha sido descrita e interpretada desde numerosas disciplinas como la política, la ecología o la psicología, pero no tanto desde la economía. Esa ausencia de propuestas ante la crisis se explica, según Petro, porque ha sido víctima de “la exuberancia de su propio pensamiento dominante”, es decir, desde hace 50 años la ciencia económica ha sido cooptada por un pensamiento neoclásico que impone una serie de dogmas de fe.
La hegemonía de este pensamiento le ha arrebatado a la economía su carácter científico y la ha convertido en un campo eminentemente ideológico, lo que provoca que, como disciplina científica, sea incapaz de ofrecer explicaciones a lo que sucede en el mundo, más allá de su estrecho marco dogmático de interpretación. Por ello, ante la imposibilidad del enfoque neoliberal de explicar la complejidad de la actual crisis civilizatoria, Petro, como economista que es, reivindica la interpretación marxista del capitalismo como una herramienta útil para comprender la naturaleza de lo que está sucediendo.
Trabajo, tecnología y conocimiento
Petro recordó que la productividad no es otra cosa que el reemplazo de la energía muscular por la energía de la máquina. Si en el pasado hacían falta muchos brazos para producir un bien, por ejemplo, una cosecha, ahora la máquina reemplaza ese trabajo humano por trabajo mecanizado. Ese reemplazo no hace que la máquina produzca valor, únicamente sirve para transferirlo del trabajo humano ─ahora mayormente trabajo intelectual─ al bien producido.
Por ello, Petro citó la frase de Marx donde sostiene que “la masa de ganancia de una sociedad, es decir, su riqueza capitalista, será cada vez más determinada por el intelecto general de la sociedad”. La tecnología por sí sola no desplaza el trabajo, pero sí lo transforma. Para seguir con el ejemplo de la cosecha, si en una sociedad pobre se necesitan cien labriegos, en una sociedad más rica se necesitarán solo cuatro tractoristas. Los otros 96 trabajadores ya no se dedicarán a las labores de recolección, sino a labores tecnológicas e intelectuales alrededor de la existencia de los tractores.
El problema no es, por tanto, la tecnología en sí misma, sino la forma como se utiliza esa tecnología: en función de aumentar ilimitadamente las tasas de ganancia o para hacer que la sociedad sea más rica en su conjunto. Por ello, en una sociedad del conocimiento como la actual, para que exista una verdadera distribución de la riqueza, es crucial la distribución del conocimiento y del saber.
Inteligencia artificial y capitalismo fósil
Hoy la tecnología que está revolucionando las formas de producción no es el tractor, sino la inteligencia artificial. Es cierto que la IA potencia la productividad, pero, según Petro, se corre el riesgo de que reemplace el trabajo vivo y sea capaz de generar valor por sí sola. “Ese sería el mundo fabuloso de los nazis”, sostuvo el presidente.
Las altas expectativas de ganancia que ofrece la IA hacen que la composición orgánica del capital se centre, cada vez más, en la expansión del capital constante ─la máquina─ y menos en la del capital variable ─el trabajo humano─, y ello va a requerir un cada vez mayor consumo de energía, que provendrá en su mayoría de los combustibles fósiles como gas y petróleo.
Por ello, el capitalismo y su concentración en el capital fósil están provocando la crisis climática y la posible extinción de la vida en la tierra. Así, la clásica contradicción descrita por Marx en el siglo XIX, entre burguesía y proletariado, hoy se presenta, según Petro, como una contradicción entre el capital o la vida.
Los desechables
Para la lógica de la expansión ilimitada del capital, “los desechables somos todos nosotros, y si la inteligencia artificial se impone, es el mundo del trabajo vivo el desechable”. ¿Por qué el orden internacional no dice nada sobre Gaza? Porque “Gaza es el primer ensayo mundial de exterminio de un pueblo que se considera desechable. Si se mantienen las lógicas del capital, se avecina el desastre. No hace falta leer El Capital, ni siquiera la prensa, solo sentir el aire. Pero antes de la extinción vendrá la barbarie política.
Y finalizó Petro: “Si la contradicción es entre vida y capital, hay que elegir la vida. No más competencia, solo de manera común alcanzaremos las estrellas”.
El Presidente Gustavo Petro es un auténtico estadista, muy inteligente y con amplios conocimientos en economía social.