Editorial 3249
La pérdida de las elecciones para el Partido Demócrata y su candidata Kamala Harris, frente a su contendor del Partido Republicano, Donald Trump, permite reflexionar sobre qué es la política para las mujeres, cómo la ejercen, cómo la confrontan y compiten frente a los representantes del neoconservadurismo del sistema político del poder patriarcal, con su estructura homofóbica, racista y antifeminista. Todo esto ante la crisis multidimensional del capitalismo, el agotamiento del neoliberalismo y la emergencia de nuevos bloques de poder en el mundo.
Kamala Harris no logró apartarse de las políticas neoliberales propugnadas por el Partido Demócrata. Su debilidad en el ejercicio político como vicepresidenta en la administración de Biden, favoreció el oportunismo político de Donald Trump y de su coequipero Elon Musk, con su plataforma X que posee más de doscientos millones de afiliados, en su mayoría jóvenes.
Además, la candidata demócrata resistió la violencia política de género, por su origen, etnia, raza, al tiempo que soportó las críticas misóginas y machistas. También Trump la estigmatizó de ser la supuesta representante del ala de izquierda del Partido Demócrata.
Donald Trump fue elegido a pesar de su sexismo, su racismo y su xenofobia; se corona como el gran líder mundial de la derecha, negando la crisis económica, los avances de los derechos de las mujeres y de la población LGTBIQ+. Es un fiel representante de la política neoconservadora de las élites billonarias, que han instrumentalizado y desinformado al pueblo norteamericano sobre la realidad del agotamiento del modelo neoliberal y de la crisis del gran hegemonía. En este contexto, EE. UU se debate entre la guerra nuclear o el auge de los BRICS.
Kamala no se diferenció de la política neocolonialista, guerrerista y sionista de Biden frente al genocidio del pueblo palestino y libanés, tampoco del apoyo a la guerra entre Rusia y la OTAN, que ha derivado en un fortalecimiento de la carrera armamentista en Europa. También ignoró que en Estados Unidos existen más de 40 millones de norteamericanos, latinos, inmigrantes y afroamericanos que viven bajo el nivel de pobreza, sometidos a la drogadicción y la miseria.
Ni Trump ni Kamala presentaron programas de una política económica democrática para las clases trabajadoras frente al modelo depredador del capitalismo o a la crisis ambiental, que incluye el negacionismo del fenómeno climático. En cambio, la candidata del Partido Verde, Jill Stein, médica judía quien denunció el genocidio palestino, alertó sobre la catástrofe ecológica y reivindicó los derechos del pueblo trabajador.
La política de la derecha se fortalece con la desinformación al negar la crisis económica y democrática, los avances de las mujeres y de la población LGTBIQ+. Kamala estaba excluida de las posibilidades de un triunfo político, en virtud de la batalla por el fortín del gran capital, el miedo a la transformación cultural del pueblo y la significación de la cuarta revolución industrial sobre la economía-mundo.
Es necesario que la clase trabajadora y la izquierda entiendan la necesidad política que significa acabar con el patriarcado para ampliar y renovar la democracia en Colombia y en el mundo, detener a los señores de la guerra, los depredadores sexuales y lograr la justicia social. El cambio es con las mujeres, la democracia y la paz en el mundo, contra la amenaza nuclear.
¡A movilizarnos el 25 de noviembre Día internacional de la No Violencia Contra Las Mujeres!