viernes, febrero 7, 2025
InicioPaísPolíticaPor qué a veces coincidimos con la ultraderecha

Por qué a veces coincidimos con la ultraderecha

La descomposición del orden global neoliberal provoca críticas desde todos los flancos. Izquierda y ultraderecha se asemejan en el diagnóstico, pero en nada más

Federico García Naranjo
@garcianaranjo

La semana anterior reprodujimos en estas mismas páginas unas declaraciones del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, donde criticaba la postura irresponsable de la Unión Europea, que por haber claudicado ante los intereses globales de Estados Unidos está llevando a Europa y al mundo hacia una Tercera Guerra Mundial. Vale aclarar que el señor Orbán es un reconocido ultraderechista, homofóbico y xenófobo, así que no deja de producir inquietud que alguien así sea citado en las páginas de un semanario comunista como VOZ.

Por supuesto, la publicación no obedeció a una ligereza ni a un despiste, sino a una situación mucho más compleja que debe ser explicada, no tanto para justificar la reseña de Orbán en VOZ como para comprender la crisis del orden internacional y nuestro papel como comunistas en ella.

Crisis global y resistencias

Como nunca antes es evidente que el orden internacional, surgido de la Segunda Guerra Mundial y modificado tras la disolución de la Unión Soviética, está en una crisis aparentemente irreversible. De un orden basado en valores como los derechos humanos, la democracia y la justicia social, pasamos tras el fin de la URSS a un orden neoliberal que, si bien en apariencia conservaba los fundamentos del orden anterior, en realidad se basó en la privatización y mercantilización de todos los aspectos de la vida mientras sometía las dimensiones política y cultural a los intereses de la acumulación del capital financiero internacional.

Esa deriva neoliberal ha concentrado la riqueza global como nunca antes y ha perjudicado a los pueblos del mundo, con un impacto demoledor en la calidad de vida de las sociedades periféricas como la nuestra, pero también en la de las clases trabajadoras del mundo industrializado. Las diferentes respuestas a la crisis han obedecido a las circunstancias propias de cada lugar. Por ejemplo, las llamadas potencias emergentes han respondido con una mayor independencia y, a través del BRICS, con la propuesta de un multilateralismo que está poniendo en jaque la hegemonía global de Estados Unidos.

Por su parte, en la periferia han surgido con fuerza las opciones populares que han plantado cara al colonialismo neoliberal. En América Latina, los gobiernos progresistas son mayoría en la región y los movimientos sociales adquieren un protagonismo decisivo en el sostenimiento del avance democrático. En el Sahel africano se percibe el ascenso de sectores patrióticos y anticoloniales de los ejércitos nacionales, que están proponiendo políticas de justicia social y expulsando de sus países a los últimos reductos de las fuerzas armadas de ocupación francesas y estadounidenses.

Como tragedia y como farsa

Mientras tanto, en el mundo industrializado se percibe una situación inquietantemente similar a la vivida en el decenio de 1930, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. La crisis financiera global de 2008 golpeó especialmente a los estratos medios y bajos de las sociedades europeas y estadounidense, familias blancas que habían logrado un nivel de vida muy satisfactorio gracias a las políticas de bienestar. Tras la debacle financiera, los gobiernos salvaron a los bancos mientras descargaron el costo de la crisis en los hombros de la clase trabajadora, lo que repercutió no solo en su poder adquisitivo, sino incluso en sus perspectivas de recuperación a mediano plazo. Toda una generación de jóvenes europeos y estadounidenses quedó así condenada de por vida a trabajos precarios, malos salarios y ninguna garantía de futuro.

Hoy, de un modo similar a 1930, el pueblo europeo y estadounidense sufre un rápido deterioro de su calidad de vida, las clases políticas tradicionales no son capaces de ofrecer respuestas efectivas, se pasa de una época de optimismo a una de desencanto generalizado y cunden el miedo y la desesperanza. En escenarios así, de crisis del capitalismo, es frecuente el surgimiento de alternativas que aparentan ser revolucionarias, pero que, en realidad, solo buscan conservar el statu quo. Que todo cambie para que todo siga igual.

Ayer el fascismo, hoy la ultraderecha

En los decenios de 1920 y 1930, el fascismo surgió en Europa como alternativa a la crisis de las clases medias que veían horrorizadas el avance del comunismo. Hoy, los partidos de ultraderecha se presentan como la alternativa a la crisis provocada por lo que llaman la “dictadura progre” del “globalismo”, la Agenda 2030, el ambientalismo y las políticas de inclusión a las minorías, todo junto y todo revuelto. Es decir, identifican el empobrecimiento general con la lucha contra la crisis climática o el reconocimiento de la diversidad sexual y étnica. Sin embargo, debe aclararse que, si bien estos partidos se parecen entre sí, también entre ellos hay diferencias profundas que deben advertirse.

Por un lado, está el grupo Conservadores y Reformistas, liderado por Fratelli d’Italia de la primera ministra Giorgia Meloni, Vox español y Ley y Justicia polaco. Este grupo defiende el neoliberalismo y la desregulación del mercado. Por el otro, está el grupo Identidad y Democracia, liderado por La Liga italiana de Mateo Salvini y la Agrupación Nacional (RN) francesa de Marine Le Pen. Estos últimos son menos partidarios de las políticas de libre mercado y promueven el proteccionismo económico. Finalmente, se encuentran Alternativa para Alemania (AfD) y el Fidesz húngaro, liderado por Viktor Orbán.

A pesar de sus diferencias, estos partidos ultranacionalistas defienden políticas xenófobas, desconfían de la Unión Europea, promueven la “familia tradicional” mientras se oponen al reconocimiento de la diversidad y los derechos y libertades sexuales y son partidarios de la mano dura y del ejercicio autoritario de la política.

Coincidencias

En este escenario de crisis de la globalización neoliberal, las críticas al sistema provienen de todos los flancos. Como se ha dicho, la ultraderecha señala al capitalismo global como el responsable del empobrecimiento y al guerrerismo como el responsable de la destrucción de Europa. Por su parte, dentro del universo de movimientos de izquierda europeos también se hallan diferencias. Mientras unos se escoran hacia el reformismo socialdemócrata haciendo énfasis en discursos identitarios, otros defienden la lucha de clases y el anticapitalismo.

Estos últimos, con quienes tenemos más sintonía ideológica, coinciden con la ultraderecha en su crítica al orden actual, aunque desde diferentes supuestos. Mientras ellos critican el europeísmo y el globalismo desde una reivindicación de una supuesta identidad nacional en riesgo, la izquierda lo hace desde el internacionalismo y el antineoliberalismo. Mientras ellos se oponen a la guerra y al apoyo a Ucrania desde una reivindicación de sus propios intereses nacionales, la izquierda lo hace desde el antibelicismo. Mientras ellos meten en el mismo saco a la izquierda, al liberalismo, al ambientalismo y al feminismo, la izquierda sabe que dicha confusión solo es una distracción del verdadero carácter de esta ultraderecha que se presenta como revolucionaria, pero que solo quiere mantener las actuales estructuras de dominación global.

Finalmente, mientras el discurso de la ultraderecha se sustenta en el miedo, el discurso de la izquierda se sostiene en la esperanza y en la capacidad de los pueblos de ser arquitectos de su liberación. Por eso, a pesar de que podemos coincidir en algunos aspectos del diagnóstico, las motivaciones, los supuestos y los propósitos son diametralmente diferentes. Mientras ellos construyen sobre el temor, nosotros construimos sobre el optimismo en la voluntad.

Artículo anterior
Artículo siguiente
RELATED ARTICLES

1 COMENTARIO

  1. La mayoría de las personas que estamos clasificadas en la clase media y media alta, nos indentificamos más con los movimientos progresistas. Por eso apoyamos a Lopez Obrador, Petro, Lula da Silva, Xiomara Castro, Evo Morales.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Most Popular

Recent Comments

Rodrigo en No hay dos demonios
Rodrigo en Petro en la mira
Rodrigo en 30 años sin Manuel
Rodrigo en ¿No se dan cuenta?
Rodrigo Carvajal en Elefantes blancos en Coyaima
Rodrigo Carvajal en No Más Olé
Rodrigo Carvajal en ¡A hundir el acelerador!
Rodrigo Carvajal en Semana contra el fascismo
Rodrigo Carvajal en Ucrania, ¿Otro Vietnam?
Rodrigo Carvajal en ¿Quién es Claudia Sheinbaum?
Rodrigo Carvajal en Odio y desinformación
Rodrigo Carvajal en La inflación y sus demonios
Rodrigo Carvajal en No cesa la brutalidad sionista
Rodrigo Carvajal en Putin gobernará hasta el 2030
Rodrigo Carvajal en De Bolsonaro a Lula