lunes, octubre 7, 2024
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Kamala Harris no es como la pintan

La candidata demócrata está lejos de ser la “fiscal progresista” que quieren mostrar. Por el contrario, es famosa por su crueldad durante su gestión

Alberto Acevedo

Con la reciente postulación oficial de la actual vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, como candidata oficial del Partido Demócrata para reemplazar al actual mandatario Joe Biden en la Casa Blanca, un ejército de asesores de imagen y periodistas de medios corporativos se ha dado a la tarea de construir una imagen de Harris. Su fin es presentar a la vicepresidenta como una figura “salvadora” y “angelical”, que busca convencer al electorado norteamericano de que ella, y nadie más, es la persona indicada para salvar a la gran nación de los problemas presentes y futuros, y de recuperar su liderazgo global.

Dieciséis de los mejores diseñadores norteamericanos se vincularon a la campaña demócrata. Su labor principal es perfilar la imagen de la candidata ante el electorado, día tras día. En la fecha de la pasada convención demócrata, la revista Stern, de Alemania, una de las más prestigiosas del viejo continente, publicó una portada en la que Kamala aparece sobre la Estatua de la Libertad, con una llamativa inscripción en la parte inferior que pregunta: “¿Libertadora?”

Ya en campaña, la candidata debe reportar al servicio secreto de los Estados Unidos y a los organismos de inteligencia, cuál será el color del vestido que va a utilizar al día siguiente, para ajustarlo al esquema de seguridad, a disposiciones de mimetismo, si son necesarias, incluso al color del carro en el que se habrá de transportar.

Imagen omnipresente

Hay, a todas luces, un intento por crear una imagen de culto de Kamala Harris. La campaña se mueve de manera febril y el equipo de la candidata es mucho más agresivo que el de sus rivales de la sede de Trump. Es comprensible, la vicepresidenta entró muy tarde a la campaña y necesita recuperar el tiempo perdido.

El cálculo hecho es que, si logra derrotar a Trump, la difusión de ese culto se convertirá en omnipresente para el mundo occidental. Ella misma está muy bien posicionada en ese papel. En sus últimas intervenciones no solo insiste en que en su hoja de vida cuenta, y mucho, su papel como fiscal justa y ecuánime de la nación. También hace afirmaciones como aquella de “Tengo un sueño”, con la cual imita el memorable discurso de Martin Luther King e intenta, por su color de piel, parecerse al histórico líder por los derechos de los negros en Estados Unidos.

La propaganda explota los rasgos fenotípicos de Harris ante un contendor blanco, opresor y misógino como Trump. Pareciera que ella misma se adapta al papel de mensajera de Dios en la tierra.

Tabla de salvación

La realidad, sin embargo, es que Kamala Harris ha estado vinculada al mundo de Hollywood, que sabe fabricar figuras estelares de la noche a la mañana. Allí actúa bajo la protección de globalistas como George Soros, de su hijo Alexander y la pareja que integran Bill e Hilary Clinton. Dicho en palabras más claras, los globalistas bailan en un solo pie y están locos de la dicha empujando a Harris al poder. Es su tabla de salvación ante el caos y el discurso de odio que pregona Donald Trump.

Es más, con el nuevo camuflaje, caracterizado por una sonrisa radiante, fotogénica y contagiosa, los medios la presentan como impulsora del movimiento woke: amiga de la diversidad sexual, de la libertad de reproducción femenina, del Foro Económico de Davos, de la agenda verde antipetróleo, de la agenda 2030 y la laxitud migratoria. El término woke es utilizado por los grupos de extrema derecha y fascistas norteamericanos para satanizar a sus contrincantes ‘liberales’, señalarlos de ‘socialistas’ y ‘comunistas’.

Pero todo esto no son más que gajes de la propaganda. La realidad es otra. Harris está lejos de ser la “fiscal progresista” por la que lleva años haciéndose pasar. Por el contrario, es famosa por su crueldad durante su gestión al frente del despacho. De acuerdo al relato de quienes estuvieron cerca de su encargo, hizo todo lo posible por mantener a personas inocentes en la cárcel, incluyendo a individuos de color.

Desprecio por los pobres

Bloqueó el pago de indemnizaciones a gente injustamente condenada. Defendió que delincuentes no violentos, que podrían salir en libertad por rebaja de penas o conseguir la detención domiciliaria, permanecieran en la cárcel para tener mano de obra barata intramural.

Su oficina de fiscal condenó a casi 2000 personas por delitos relacionados con el simple consumo de marihuana. Les negó derechos civiles a presos transexuales. Mostró falta de sensibilidad con los pobres e indefensos, en contraste con sus simpatías hacia los ricos y poderosos.

En materia de política exterior, el comportamiento de la candidata demócrata es similar. El 25 de julio pasado, pocos días antes de su nominación a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris recibió en la Casa Blanca al primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. En ese momento, la líder demócrata dijo: “Israel tiene derecho a defenderse y Estados Unidos siempre estará a su lado”. El genocidio contra el pueblo de Gaza, que ha costado más de 40 mil vidas inocentes, es simplemente el derecho que tiene el sionismo a defenderse.

Su agenda internacional es amplia, además de apoyar la guerra en Gaza, también patrocina al régimen fascista ucraniano, defiende el criminal bloqueo de 60 años a Cuba socialista, la extorsión al gobierno bolivariano de Venezuela; es partidaria de endurecer la política contra los inmigrantes, puesto que las leyes norteamericanas ‘tienen que cumplirse’.

En entrevista el 29 de agosto pasado, con la cadena CNN, respaldó plenamente la gestión del presidente Biden en temas como la economía y la guerra en Gaza, los cambios de postura en asuntos como la migración y el medio ambiente…En fin, ser negra y mujer no garantiza ser de izquierda o feminista, como asegura la campaña de Trump. Lo que sí es seguro es que Biden, al postularla, encontró su análoga neoliberal, que es lo que la Norteamérica corporativa anhela para salir de la crisis.

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