sábado, agosto 31, 2024
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No cesa la brutalidad sionista

¿Por qué EE. UU. no ejerció el poder de veto? ¿Por qué solo se abstuvo de votar la Resolución de la ONU, aprobada por un abrumador 14-0?

Luis Carlos Domínguez Prada

¿Por qué EE. UU. no ejerció el poder de veto sino sólo se abstuvo de votar la Resolución, con lo cual esta fue aprobada por abrumador 14-0? Son dos las razones: la primera, el costo político y moral a nivel global de la nación por sus vetos a las tres resoluciones del Consejo que ordenaban cesar la carnicería, era ya insostenible. Y lo era, porque a estas alturas hay conciencia universal incluyendo a Estados incondicionales de Israel ─léase UE─ de que lo que allí ocurre es un genocidio, según el Derecho Internacional Humanitario.

Con los vetos de EE. UU., el autoproclamado guardián de la democracia y los derechos humanos en el mundo, quedaba en evidencia y carente de toda autoridad para meter baza en ello. La segunda razón de la abstención es que el presidente Biden está en campaña para la reelección el próximo mes de noviembre, allí, no las tiene todas consigo frente al fenómeno Trump, que cae para arriba cada vez que cae. Y el pueblo norteamericano en una alta proporción que incluye a amplios sectores judíos que no se reconocen sionistas, está de frente contra el exterminio palestino.

La doble moral de EE. UU.

Ahora bien: hay un problema. Y este es que EE. UU.  fiel a su inconsistencia moral y argumental cuando de sus intereses se trata, ideó una burda argucia para al tiempo de votar contra el genocidio, aportarle a su continuación. Pretendiendo quedar bien con la opinión mundial y sus conciudadanos que no pueden concebir esos vetos, con la alta probabilidad de que los cobren en las elecciones de noviembre.

Y bien con Israel, al que para dejarle claro su incondicionalidad, al tiempo de esa abstención, le aprobó una ayuda militar suplementaria de tres mil millones de dólares. Esa burda argucia no es otra que alegar que la Resolución del Consejo de Seguridad no tiene poder vinculante. Argumento no esgrimido cuando basados en la 1441 de 2002, EE. UU. invadió Irak asesinando a cientos de miles de sus ciudadanos. Así que bien puede Israel seguir en lo suyo que, a la luz de la ley internacional en la materia, no está desacatando nada.

El artículo 25 de la Carta Fundacional de la ONU reza: “los miembros de las Naciones Unidas convienen y aceptan cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad…”. Y la opinión consultiva de la CIJ de 1971 zanjó cualquier duda: “Todas las resoluciones del Consejo son vinculantes”. El actual secretario António Guterres igual: “Sí son vinculantes las resoluciones”. Y Adil Haque, profesor de derecho internacional en la prestigiosa University Rutgers y editor de Just Security, una especie de vademécum con la doctrina en este trópico, se llena de razones sobre la obligatoriedad de las resoluciones: es su naturaleza, corresponde a su razón de ser; es la intención de sus miembros, y utilizan un lenguaje obligatorio que crea obligaciones.

Desoladora conclusión

De modo que, sin duda, la Resolución 2728 que ordena un alto al fuego en Gaza no tiene otra traducción que la orden a Israel para que cese el genocidio. Solo que ¿Quién le pone el cascabel al gato? Porque paradójicamente, no tiene capacidad para imponerla. Las medidas que harían posible su cumplimiento tienen que pasar por el propio Consejo. Y allí, no sólo los EE. UU., sino vaya ironía, los propios países que votaron la Resolución, no estarían dispuestos a emprender acción de fuerza alguna ni a tomar las medidas a las que está autorizado el organismo ─bloqueo comercial y embargo financiero, para hacer valer su legalidad.

Se arriba a una desconsoladora conclusión: el crimen de Lesa Humanidad en curso, patentizado en el exterminio de un pueblo y como mandan los códigos de la limpieza étnica para que sea eficaz, privilegiando mujeres y niños, no tiene ninguna salida desde los poderes políticos del mundo ni de las instituciones y órganos del derecho internacional. Menos si se llaman ONU, CIJ o CPI. Podemos decir sin extremismos ni tremendismos, al contrario, un tal acto de barbarie sólo es posible gracias a ellos.

Y ante este desolador panorama ¿qué decir a los pueblos del orbe que llevan casi seis meses en las calles reclamando el cese del holocausto palestino?, ¿qué esperanza? Una grande y efectiva. Que viene del Sur Global. Y su detonante será cuando el presidente Gustavo Petro haga efectiva su promesa de romper relaciones con la entidad sionista si esta desatiende el mandato del Consejo.

Entonces, docenas de países de esta zona del globo seguirán su ejemplo. No solo por el prestigio internacional del que ya goza, sino por la justeza de la causa, de la cual es reconocido pregonero. Y contando con que los pueblos están apremiando a sus gobiernos. Y como Netanyahu respondió a la Resolución 2728 bombardeando sesenta puntos de la ciudad de Rafath, destruyendo el último hospital que quedaba con personal médico y pacientes y asesinando a cientos de niños y adultos que tomaban exiguo alimento, ya es hora de decir como Julio César en el Rubicón:  Alea Iacta Est. La suerte está echada.

Y cuando nuestro presidente ─está en mora de 144 horas─ realice esa acción, seguida por muchos de sus pares, habrá generado una trascendental inflexión en esta coyuntura. Y él habrá hecho Historia. Gran Historia.

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1 COMENTARIO

  1. Tarde o temprano Israel y todos sus ciudadanos tendran que pagar por el genocidio contra el pueblo de Palestina. No vamos a permitir que sus crimenes de lesa humanidad queden en el olvido y en la impunidad. Se debe hacer justicia de todas las maneras posibles.

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