No existe en la formación económica de la sociedad antigua (grecorromana) un único modo de producción, a saber, el esclavista; por el contrario, fue uno de los cuatro modos de producción de la antigüedad, siendo los otros el primitivo, antiguo y protofeudal.
Miguel Camilo Espinosa Ardila
En un anterior artículo (La evolución histórica en Karl Marx, en: semanario VOZ, 27 de agosto de 2014. Sección Teoría y Crítica. p.18), desarrollé someramente la complejidad del pensamiento de Marx sobre la evolución histórica; igualmente mostré que en el análisis de los Grundrisse, la comunidad primitiva no deviene necesariamente en esclavismo: existen otras “vías alternativas” (Eric Hobsbawm): oriental, germánica y eslava. Ahora, los modos de producción enunciados por Marx en el Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, como “otras tantas épocas de progreso”, no deben ser aceptados acríticamente, máxime cuando la investigación está mucho más adelantada que en comparación con el siglo XIX.
La hipótesis de trabajo es la que sigue: no existe en la formación económica de la sociedad [1. ökonomische Gesellschaftsformation es el término alemán usado por Marx, de cuestionable traducción, conformado por un sustantivo compuesto (formación social) y un adjetivo (económico) que le antecede; los argumentos que exponen Jacques Texier y Pierre Gruct para traducirlo de esa forma me parecen convincentes. Véase Desacuerdos sobre la definición de los conceptos y Estatuto del concepto de economía, respectivamente] antigua (grecorromana) un único modo de producción, a saber, el esclavista; por el contrario, fue uno de los cuatro modos de producción de la antigüedad, siendo los otros el primitivo, antiguo y protofeudal (término desafortunado, pero indico con ello la presencia del colonus).
La antigüedad
La antigüedad grecorromana, como una unidad indiferenciada, sólo es posible mediante una vacía pero alta abstracción. La complejidad de una delimitación espacio-temporal no se subsana únicamente con los aspectos económicos sino, además, con las formas de conciencia social que con él se desarrollan. Así, la Antigüedad sólo incluye al Mediterráneo grecorromano en un período que comprende aproximadamente del siglo XII a.C. al V d.C.
No obstante, Grecia y Roma presentan notables diferencias, no sólo en lo político y social, sino también en lo económico; incluso, en la Grecia clásica, como recuerda Pierre Vidal-Naquet [2. ¿Constituían los esclavos griegos una clase social? Dicho sea de paso, él no comprende el concepto de clase social en Marx] se presentan dos grandes modelos (antagónicos, incluso), sin duda, relacionados con su estructura económica, a saber: el ateniense y el espartano (incluye a Tesalia y Creta).
Comentando sobre la economía de Grecia durante los siglos del XII al VIII a.C., José Fernández Ubiña afirma que la agricultura y la ganadería eran las fuentes principales de riqueza, “pero no explotaban individualmente y parece poco probable la pervivencia del sistema comunitario gentilicio de propiedad y explotación, o, al menos, no era el sistema dominante” (véase Aspectos sociales de Grecia Arcaica). El sistema dominante durante ese período era el modo de producción antiguo; no obstante, con él perviven relaciones del modo de producción primitivo.
Que lo anterior no está alejado del pensamiento de Marx lo confirma un pasaje de los Grundrisse (Cuaderno M, o Introducción), donde afirma lo que se sigue: “En todas las formas de sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las otras su correspondiente rango [e] influencia, y cuyas relaciones por lo tanto asignan a todas las otras el rango y la influencia. Es una iluminación general en la que se bañan todos los colores y [que] modifica las particularidades de éstos” (uso la traducción de Siglo XXI Editores).
Modo de producción antiguo
Las relaciones de tipo primitivo que coexisten con el modo de producción antiguo en estas formaciones sociales son diáfanamente enunciadas por Perry Anderson: “En la organización social de estas ciudades [es decir, griegas] todavía reflejaba buena parte del pasado tribal del que habían surgido: su estructura interna estaba articulada en unidades hereditarias cuya nomenclatura de parentesco representaba una traslación urbana de las tradicionales divisiones rurales. Así, los habitantes de las ciudades estaban normalmente organizados –en orden descendente de tamaño y pertenencia– en «tribus», «fratrías» y «clanes»” (Transiciones de la Antigüedad al feudalismo).
No desaparecen, sino que perviven dentro de esas formaciones sociales. Lo anterior también vale, a grandes rasgos, para Roma.
En el modo de producción antiguo, la principal fuerza de trabajo es el pequeño campesino dueño de su propiedad que, en cuanto tal, es ciudadano y soldado. El propietario no sólo es capaz de trabajar, y ello es digno (piénsese en Cincinato, quien, antes de ser nombrado dictator –término que, como el de tyrannos, no contiene la carga despectiva de la actualidad–, debido a la guerra con los ecuos y volcos, “cultivaba al otro lado del Tíber” (Tito Livio, 26.8)), sino que lo hacía con su familia (que incluía al esclavo).
La esclavitud no era, en este momento, la relación dominante: sólo sucedió en Grecia durante los siglos V y IV a.C., y en Roma a partir del siglo II a.C. Ello introducirá grandes cambios en las relaciones sociales, pero, contrastándolo con el ejemplo de Cincinato (s. VI-V a.C.), hace impensable que el gran propietario trabaje en su latifundium.
Si existe la tendencia de no separar las condiciones objetivas del trabajo frente al trabajador (el esclavo es un instrumentum vocale, por tanto, propiedad), separación que sólo sucede con la transformación del dinero en capital, ésta tendencia sólo en tal forma se presenta dentro del modo de producción esclavista, si es considerado como un “abstracto real” (Guy Dhuquois: La formación económico-social como combinación de modos de producción. La crítica latente no es sólo contra Louis Althusser y Nicos Poulantzas con su “abstracto-formal”, sino también a aquellos que lo consideran como tipo ideal o modelo).
Pero esta estructura concreta está acompañada tanto del modo de producción antiguo como del primitivo, y la persistencia determinará, por ejemplo, la problemática agraria y, también en parte, el fracaso de la política de los populares desde Tiberio Graco (133 a.C.).
A principios del siglo II d.C. se perciben síntomas de crisis en el esclavismo, y el colono (colonus) pasa a tomar cada vez más preponderancia. Este arrendatario campesino dependiente, vinculado a la finca de su señor, y que paga en especies o en dinero a aquel por cultivar, no es jurídica y económicamente lo mismo que un esclavo, arrendatario libre o pequeño propietario. La esclavitud no desapareció de golpe, así como tampoco los rezagos de la pequeña propiedad, pero su articulación la hace, indudablemente, distinta.
En conclusión, el análisis desde la concepción materialista de la historia debe hacer uso de su potente andamiaje conceptual que precise las relaciones sociales dentro de cada modo de producción, formación económica de la sociedad, y formación social, entendida, al tiempo, como niveles de abstracción que develen las complejidades de las “múltiples determinaciones” (Marx). El análisis de la sociedad con estos conceptos contiene, a su vez, todo el secreto del concepto de clase social, por lo que su importancia es cardinal dentro de ésta concepción. He dejado de lado otras características por razones de espacio.