Luego de 22 años de haber sido clausurada, volvió a sonar un símbolo de la cultura nacional. VOZ habló con Camilo Malagón, su director, sobre el proceso de reapertura y algunos de sus objetivos
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Ritmos de la música colombiana como bambucos, pasillos y cumbias; géneros latinoamericanos y obras internacionales para banda son interpretadas en parques, iglesias y teatros de diferentes municipios y ciudades de la geografía nacional, sobre todo, de los pequeños y distantes pueblos golpeados por la violencia y el abandono estatal. Desde septiembre de 2023, volvió a sonar la Banda Sinfónica Nacional, que había sido clausurada hace veintidós años.
La semana pasada se presentó en Bogotá y durante el presente año estará en giras por todo el país, para finalizar con conciertos en España.
Camilo Malagón Tenza es su director musical. Tiene 43 años, es licenciado en música de la Universidad Pedagógica Nacional, con una maestría en Dirección Sifónica de la Universidad Nacional, ha realizado diplomados en Italia y Estados Unidos y estudiado con directores de España y Venezuela.
A su edad, ha ganado convocatorias y premios nacionales que le han permitido obtener experticia y formación internacional.
VOZ dialogó con él para conocer la fase de reconstrucción de la Banda y los propósitos pedagógicos que el proyecto desarrolla y acompaña.
¿Hace cuánto inició el proceso para reabrir la Banda Sinfónica Nacional?
La Banda Sinfónica Nacional inició su renacer por una intención del Gobierno nacional de promover más la formación artística, en todos los niveles en el país. Y, a partir de unas mesas sectoriales con directores de bandas nacionales y directores de coro, se pudo dar el primer paso en la creación del Coro Nacional, con cantantes profesionales, y la Banda Sinfónica Nacional. Esto sucedió en junio o mayo de 2023, cuando se empezaron a definir todas las dinámicas de estructuración de la convocatoria y de la reapertura.
¿Qué entidad hace eso?
El Ministerio de las Culturas, pero se asesoraron, y ahí se resalta la labor del viceministro Jorge Zorro, quien reunió a los diferentes sectores para que realizarán las propuestas y se empezaron a concretar las realidades que hoy estamos viviendo.
Los procesos de vinculación
¿Cómo fue el proceso para vincularlo a usted y a los músicos?
Fue una convocatoria nacional a partir de una oferta de plazas por concurso. Como somos músicos tenemos que ‘audicionar’. Yo tuve un proceso de audición de tres meses. Se presentaron quince directores. Hubo un primer filtro con la hoja de vida, luego audiciones con directores nacionales, tuvimos tres audiciones con la Banda Departamental en Cali, quedamos tres finalistas y gané. Eso fue en julio del año pasado.
Los músicos tuvieron el mismo proceso. Se presentaron 480 de todo el país y se hizo un filtro en primera instancia con videos. De ahí se seleccionaron más o menos 180 para una audición presencial transparente; a puerta cerrada y tras cortinas, en Bogotá. Es decir que el jurado no vio a ningún instrumentista, solamente escuchaba y calificaba. Se hizo de acuerdo con los puntajes y los números, ni siquiera se sabía el nombre del participante. Ahí quedaron seleccionados cincuenta y cuatro músicos.
¿Cuántos músicos debe tener una banda nacional?
La Banda Sinfónica está compuesta por instrumentos de viento y percusión, principalmente. Tenemos solo algunos instrumentos que son nuevos como los contrabajos y a veces violonchelos. El número que se programó fue de sesenta. Por temas de presupuesto se redujo a cincuenta y cuatro, pero al ver los resultados en poco tiempo nos están apoyando con los seis músicos que hacen falta, y creería que para tener una plantilla que pueda interpretar cualquier repertorio nacional e internacional, los sesenta músicos están muy bien.
Sede descentralizada
Pero, está hablando de que hay cuerdas, ¿eso no es para una orquesta sinfónica?
Sí, exactamente. Pero en el caso de las bandas europeas y las bandas españolas, en particular, en su instrumentación adhieren instrumentos como los violonchelos. Hay otras escuelas que son más de vientos. La Banda Sinfónica Nacional está en un concepto más de vientos; la esencia es vientos y percusión. Y, aunque el contrabajo hace parte del formato, instrumentos muy nobles como el violín y la viola no porque la naturaleza de la sonoridad de la banda invade esa nobleza.
¿Cómo están contratados los músicos y para quién trabajan?
Quien coordina es la Asociación Nacional de Música Sinfónica, que vigila el trabajo de la Orquesta Sinfónica Nacional y nos cobijó también al Coro Nacional y a la Banda Sinfónica. El Ministerio gira todos los recursos de mantenimiento. La figura es con órdenes de prestación de servicios.
Algunos músicos han dicho que los honorarios son muy bajos, ¿está previsto mejorar esa situación?
En el momento, para la actualidad de las bandas profesionales en Colombia, empezando el proyecto, considero que es la institución mejor remunerada del país, como banda profesional. Ya comparado con la Orquesta Filarmónica de Bogotá y la Orquesta Sinfónica Nacional, sí es un poco más bajo. Sin embargo, estamos en ese proceso de poder nivelar e igualar los salarios de la Sinfónica y la Filarmónica.
¿Por qué la sede de la Banda es Itagüí y no Bogotá?
La sede no es Bogotá porque el Gobierno nacional no quiere centralizar. La Banda es de Colombia no de Bogotá y justamente por eso hubo “razones” para acabar con este proyecto hace veintidós años, porque la Banda no salía y no participaba con los proyectos de formación nacional de las bandas del país, ni tampoco de la transformación y de formación de público.
Había tres propuestas: Tunja, Manizales e Itagüí. Pero en Tunja quedaba muy central aún, y Manizales está lleno de bandas, entonces, necesitábamos impactar un lugar que necesitara un poco de movimiento, y de circular más por las zonas del Magdalena, del Urabá, de lugares azotados por la violencia, por eso se escogió Itagüí.
Conciertos y formación
Pero, ¿estarán en conciertos y talleres en todo el país?
El público de la Banda Nacional es Colombia, ese es el auditorio. Esta semana estuvimos en Bogotá, vamos a estar en Santa Marta la próxima semana, hoy vamos para Chía (15 de marzo), luego para Boyacá. El proyecto de circulación no se afectará porque el Gobierno dispuso de los recursos para que la Banda esté viajando por todo el país.
¿Los músicos tuvieron que irse a vivir a Itagüí?
Tuvimos que irnos para Itagüí. Yo estaba viviendo en Paipa, Boyacá, y a todos nos cambió la vida. Tenemos músicos de casi todas las regiones, entonces, todos cambiaron sus trabajos, sus vidas, sus ciudades. Tenemos profesores universitarios, grandes profesionales, la banda se ve joven, pero hay unos profesionales increíbles con doctorado, con maestría, hay unas cualidades inmensas.
Por lo que usted dice no solo son conciertos, ¿hay pedagogía? Usted habla de formación y transformación de públicos
La Banda debe empezar una pedagogía nacional en la construcción de una dinámica, que pueda generar en masa una audiencia hacia la música sinfónica de banda y de orquesta.
La idea es que la gente disfrute, que el público pueda entender la música que tocamos. En el León de Greiff hice un trabajo pedagógico, expliqué cada una de las obras, de los compositores, como para que vayan interiorizando el proceso de creación de cada obra, y la conformación y sonoridad de la Banda.
Es un proyecto paralelo con los talleres de formación o transversal a los conciertos.
En las regiones y los municipios estamos haciendo un proyecto de formación con directores y con instrumentistas. Son talleres con cientos de niños. El año pasado hicimos una gira por Antioquia e impactamos a más de mil niños de regiones apartadas, de regiones con focos de violencia.
Un proyecto nacional
¿Usted es quien selecciona las obras musicales o la clase de música que se va a interpretar en un concierto?
Sí. En este momento tengo la autonomía. A la fecha hemos hecho más de veinte programas, o sea, más de sesenta obras que hemos interpretado y he seleccionado el programa, y lo he hecho desde la música original para banda del mundo y de Colombia.
De hecho, las bandas acostumbran a abrir sus conciertos con una obertura internacional; la Banda Nacional, no. En todos sus conciertos abre su presentación con una obra nacional, con música tradicional colombiana porque debemos empezar a vernos desde adentro para poder decir algo afuera.
Inicialmente, Gustavo Petro dijo que quería orquestas en todo el país. Después le dicen que no, que este es un país de tradición bandística, que mejor apoye la creación y fortalecimiento de bandas. ¿Esto va ligado con lo que usted me está diciendo?
Absolutamente, cuando Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá creó un proyecto con la Filarmónica de Bogotá, increíble, que ha dado resultados sociales impresionantes en todo el Distrito.
Por ejemplo, en este momento tenemos paralela a la Orquesta Filarmónica de Bogotá, las orquestas filarmónicas Juvenil, Prejuvenil, Infantil, la Banda Filarmónica Juvenil. Solo funcionaba una y hoy hay cuatro o cinco más de niños y jóvenes, incluso, dos o tres de la Orquesta Filarmónica de Mujeres. Son profesionales remunerados.
Ahora, el presidente quiere hacer como ese zoom de lo que hizo en Bogotá hacia el país, a través de las orquestas, de bandas y también de orquestas típicas, de grupos llaneros, de marimba. Entonces, vamos a hacer una multiplicación de todas esas agrupaciones que nos representan como país, pero con dignificación.
De hecho, anteayer el director de la Asociación Nacional de Música Sinfónica anunció que empieza el programa nacional de orquestas sinfónicas.
Se hizo el programa Sonidos para la Construcción de Paz donde estamos todos, y va a cubrir a todas las expresiones artísticas.
Salario emocional
¿Recuerda cuando hace 22 años el gobierno cerró la Banda, se acuerda de lo que sintió?
Claro. Yo estaba iniciando mi carrera en Bogotá, estaba estudiando en la Universidad Pedagógica Nacional, y estuvimos protestando con música en la Plaza de Bolívar porque era una catástrofe. O sea, se estaba acabando con la música sinfónica del país.
¿Y qué siente ahora que hace parte de ese renacer?
Es indescriptible. Lo que sentí anoche en el Teatro León de Greiff fue algo que no puedo describir, ha sido uno de los días más felices de mi vida. Fue como darle al país otra vez el alma, porque usted sabe que la banda es el alma del pueblo y la Banda Nacional, el alma de Colombia. Hemos sentido cómo la gente se alegra de tener a la Banda Sinfónica Nacional.
Entonces, que hoy renazca con esta fuerza que lo está haciendo es una ilusión increíble. Y para los jóvenes que están en las universidades haciendo sus carreras también es una ilusión, porque pueden pensar que sí pueden vivir de tocar porque estudian para eso, no solamente para ser profesores de música.
¿Tiene ejemplos de cómo la música transforma las realidades de los municipios golpeados por la violencia y el abandono?
En Puerto Berrío, Antioquia, en el momento del concierto un niño de unos nueve años que vendía helados estuvo atento a la música, en un momento se me acercó y me dijo al oído: “Vecino, ¿será que puedo vender los helados mientras usted está en el concierto?”. Le dije: “Pero con la condición de que cuando termine, se va a inscribir a la escuela de música”. Terminó el concierto y se inscribió. Le pido a Dios que en este momento esté aprendiendo a tocar un instrumento.
También había un chico de doce o trece años, de Paipa, que en repetidas ocasiones tuvimos que buscarlo en las ollas de Duitama y Tunja para que tocara en la Banda de Paipa, y hoy está en noveno semestre en el conservatorio.
Es que hay una realidad. Yo soy producto de la banda, yo me hice en la Banda de Paipa, y la banda prácticamente salvó mi vida, transformó mi existencia. Entre más niños existan en las bandas, en las orquestas, en las danzas, en el teatro, en las artes plásticas son más niños que le quitamos a la violencia.