Editorial VOZ 3163
El momento de cambios se veía venir. Sabíamos que la composición de una coalición de gobierno tan diversa, tenía una gran ventaja: configurar un ambiente de unidad nacional, pero también sabíamos que tenía debilidades: su fragilidad de unidad ideológica y política y su poca sostenibilidad en el largo plazo.
Toda decisión busca producir impactos o corregir rumbos y procesos. Los primeros gabinetes, aunque con criterios sólidos, son siempre una experimentación y un acoplamiento. El director de la orquesta debe ir ajustando a sus músicos, en el engranaje. Ese ajuste, casi siempre es doloroso para el director y para quienes escuchan la música desde afuera. Estas decisiones necesitan cierta dosis de descarne, de despojo sentimental y gran cantidad de carácter.
La decisión del presidente Petro sobre el cambio de Alejandro Gaviria en Educación, María Isabel Urrutia en deporte y Patricia Ariza en Cultura, no son decisiones que tengan las mismas motivaciones. Hay que decirlo claramente, el ministro Alejandro Gaviria se va por neoliberal, por incoherente, por conspirar contra la reforma a la salud., por qué creyó que todo cambiaría para que nada cambie. Se va porque él es un hijo que creció a imagen y semejanza de la ley 100.
Con estas decisiones, Petro lanzó un mensaje al resto de neoliberales que quedan en el gobierno, José Antonio Ocampo en Hacienda, Cecilia López de Agricultura y Jorge Iván González director del Departamento Nacional de Planeación (DNP), “este Gobierno del cambio no va a renunciar a reformar para mejorar la salud, las pensiones y las condiciones laborales justas para todos los colombianos y colombianas”.
Las motivaciones de la salida de las ministras Urrutia y Ariza son radicalmente diferentes. La ministra del deporte, conocedora profunda del ámbito, mujer honrada, no logró resultados tempranos en materia de desmantelamiento a la red de corrupción que carcome la institución heredada del gobierno de Duque. La investigación de 1.800 proyectos de infraestructura deportiva, convertidos alguno en elefantes blancos, no avanzó. Ensimismada en su misionalidad, a la ministra poco se le vio en las líneas de defensa de las reformas.
La exministra Patricia Ariza, una mujer comprometida con el cambio, quien impulsó el Estallido Cultural por la Vida y por la Paz, La democratización y facilidad de acceso a los recursos de la nueva convocatoria 2023, realizó la revisión del nuevo Plan Decenal de Cultura y gestionó el presupuesto cultural que llegó a 700 mil millones de pesos, un incremento del 125 % de lo que Duque destinó.
¿Qué pasó entonces? Primero hay que decir que hay un debate sobre la cultura en Colombia, que parte de la exigencia de mayor presupuesto y su ligazón con la memoria y la paz. La cultura para la izquierda y para el sector cultural que representa la exministra Ariza, de hondas raíces en la resistencia al genocidio, es un campo de batalla que se opone a la idea fascista de anular la memoria, convertir la cultura en un show-negocio mal llamado economía naranja. “Sí, ha habido dificultades en algunos conceptos de la política cultural”, planteó la exministra. Con las decisiones presidenciales consumadas cabe entonces preguntarse ¿Cuál es la alternativa en política cultural más avanzada, más crítica a la economía naranja, que justifique este apartamiento? Debemos profundizar el debate y la reflexión sobre el rumbo que tomará la política cultural en el gobierno del Cambio.
No obstante, para el presidente al parecer, no son suficientes los avances y resultados en este ministerio. Subyace a la decisión, una exigencia de mayor avance en la acción cultural directa con los procesos comunitarios y culturales; se le exigió a la exministra que los recursos de inversión en infraestructura fluyeron a ritmo más acelerado, y quería el presidente, ver ya funcionando escuelas de arte y cultura comunitaria, para dinamizar el cambio desde abajo. Y adicionalmente, el presidente exigió una mayor sincronía con las batallas lideradas por él en la defensa de las reformas.
Al final el mensaje presidencial es: el gobierno quiere y necesita una sola voz armonizada de defensa de las reformas y el cambio. El gobierno está midiendo y exigiendo gestión y resultados en periodos cortos. El gobierno no solo necesita buenos y eficientes funcionarios, sino, también buenos batalladores que defiendan el cambio. Se necesitan de ministros y ministras que generen opinión y construyan base social de apoyo a las reformas. El gobierno necesita que sus ministros y ministras dialoguen pero que tengan carácter para defender el núcleo central de las reformas.
El presidente Petro tiene derecho a ajustar su orquesta y en ese ejercicio tiene nuestro respaldo, del Pacto Histórico y el pueblo colombiano.
A la compañera Patricia nuestro abrazo y reconocimientos, la lucha continúa y sabremos que estará allí.