José Ramón Llanos
El estado calamitoso a que ha sido conducido el país por el desastroso gobierno de Iván Duque se percibe con dolor en la calidad de los candidatos que participaron en las elecciones del 29 y el candidato que ocupó el segundo lugar, el ingeniero Rodolfo Hernández. Claro que toda esta lastimera situación no es solo atribuible a Iván Duque. Él es el subproducto de quien inició el desastre del país, el imputado Álvaro Uribe Vélez.
La primera expresión de la tragedia fue la candidata Ingrid Betancourt quien inicialmente posó de ser una inmaculada candidata y terminó en su afán protagonista destruyendo la Coalición de la Esperanza y finalizó abrazada al candidato Rodolfo Hernández. El trágico descenso de nivel de la política nacional incluyó el doloroso espectáculo del nieto de Laureano Gómez-excelente y arrollador orador- en cambio Gómez Martínez, el candidato con un discurso cansino, con una expresión inescrutable que acusaba el agotamiento ideológico de las antes altivas huestes conservadoras.
Otro actor de la tragedia nacional es el apodado Fico, quien con un discurso gris quería demostrar lo indemostrable, su talante independiente, cuando todos los hechos, sus antecedentes y sus amistades siempre dejaban al descubierto su uribismo ramplón.
Pero el colmo del desastre, el colmo del abismo en que se haya el nivel de la politiquería tradicional es el talante, la perorata, que no discurso, del ingeniero Rodolfo Hernández quien logró casi seis millones de votos. Tiene una cantinela paupérrima que acusa su pobreza ideológica, su incultura política, su ignorancia intelectual. Sé que estas aseveraciones pueden parecer exageraciones producto de mis desacuerdos con sus propuestas.
Empecemos con un hecho de cultura elemental que hasta un niño que ha terminado la primaria conoce, la división político administrativa del país, sus departamentos y capitales. Solo en el estado deplorable en que se encuentra Colombia es posible que un ciudadano que no sabe cuántos y cuáles son los departamentos del país, aspire a gobernarlo.
Pero hay algo más grave. Por ejemplo, que crea que el dictador nazi Adolfo Hitler es un filósofo. Y más grave aún que es su seguidor y admirador. Se dan cuenta lo grave es que en la contienda electoral haya un ingeniero que crea que los problemas del país se resuelven aplicando el contenido de Mi Lucha.
Pero tan grave como esto es su misoginia que lo llevó a decir que las mujeres deben hacer política, pero dentro del hogar. Y aún más grave que haga la apología de enriquecerse poniendo a pagar altos intereses a los pobres a quienes les vendía sus casas y tan grave como lo anterior es la respuesta que le dio a un periodista que le criticó que había engañado a los bumangueses a quienes les prometió casas y no les entregó ni una: “Esa fue una buena una táctica electoral”, le respondió sonriendo.
Afortunadamente, ese tránsito de la política nacional hacia niveles abisales solo lo puede detener Gustavo Petro, quien como dice el pueblo tiene discurso de gran contenido expresado con elegancia. Un discurso democrático, incluyente, producto de haber estudiado la problemática colombiana durante los últimos 20 años, con el plus que es tan convincente que logró más de ocho millones quinientos mil votos.
Sus opositores para tratar de evitar su triunfo recurren a mentiras y calumnias, que quiere acabar con la propiedad privada, que es enemigo de las empresas, que va a implantar el socialismo. Pero son tan absurdas estas falsedades que el pueblo las ha convertido en chascarrillos. Es tan cierto esto que Álvaro Uribe el cerebro maligno y autor de todas estas mentiras y calumnias con expresión trágica y lastimera rezongaba: “Han acabado con mi prestigio”. Pero no es que hayan acabado con la poca consideración que algunos ingenuos le tenían. Es algo peor, lo han convertido en objeto risible, sujeto de chistes.
En medio de tanto candidato mediocre y tanta verborrea estéril encontramos el coherente programa del Pacto Histórico, con unas propuestas realistas y aptas para empezar a forjar los cambios que el pueblo necesita y que iniciarán la real implantación de la democracia y la eliminación de la corrupción en Colombia.
Por este cuadro que presenta el país y por las cualidades de Gustavo Petro este ineludiblemente será elegido presidente este 19 de junio. ¡Enhorabuena!