José Ramón Llanos H.
Sin duda, el tiempo cualifica y enaltece a todos aquellos seres y procesos con potencial desarrollo, gracias a la reciedumbre de su naturaleza. Pero marchita y conduce a la decrepitud a las instituciones y procesos que involucionan. Esto ha sucedido, lamentablemente, con el antaño glorioso y pleno de bríos Partido Liberal. En los años veinte del siglo pasado, esta organización logró desplazar a los conservadores usufructuarios del poder desde los años ochenta del siglo XIX.
Ya nada queda o quizá maltratados girones del liberalismo de Olaya Herrera, de Alfonso López Pumarejo, de Jorge Eliécer Gaitán, quienes lideraron una organización política de ideología progresista, orientada hacia la defensa de los excluidos, contra la explotación agresiva del empresariado.
Pumarejo, en los treinta, hizo la primera reforma laboral que inició la legislación relativamente progresista en favor del proletariado colombiano. Afectó los intereses de la rancia clase terrateniente que se había apoderado ilegalmente de las mejores tierras de Colombia. Realizó la primera reforma agraria en favor de los habitantes pobres del campo nacional.
Gaitán en los años 30 organizó un radical movimiento popular que impulsó una plataforma antimperialista, nacionalista y netamente limitadora de la explotación del empresariado. Un programa político que incluyó la defensa de los derechos igualitarios de las mujeres.
El tribuno popular hizo por primera vez una precisa definición de la oligarquía: “Es la organización monopolizada por una minoría en beneficio de sus propios intereses, con la finalidad de su propia conservación en el mando, y ese fenómeno se presenta igual en la gran especulación que hace en la capital de la República, como en el municipio lejano donde se sufre el mismo método en forma más dura y áspera”.
Es esta oligarquía denunciada por Gaitán la que, con su voz aflautada, Cesar Gaviria, actual jefe del agónico Partido Liberal defiende con constancia. Por esa razón, las grandes masas movilizadas por Gaitán en los años treinta y cuarenta, abandonaron esa organización y han venido a nutrir hoy las radicales filas del Pacto Histórico.
Gaviria, de pura chiripa, llegó a la presidencia de la República, ante el inesperado homicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento. Con infortunio para Colombia, el mandato de Gaviria inició con una decisión que incrementó la muerte y la violencia en el país, saboteó el proceso de paz iniciado con la guerrilla de las FARC-EP. Su gobierno fue uno de los más nefastos para el pueblo.
Ahora es el mandadero del empresariado y turiferario de los Estados Unidos. Esto explica que en las más recientes apariciones públicas sus discursos conceptualmente están repletos de bufonadas con las cuales intenta criticar al presidente Gustavo Petro.
Ante la triste y dolorosa declinación del glorioso Partido Liberal, se revuelcan en sus tumbas Olaya, López y Gaitán. En esta etapa de decadencia, la colectividad optará por la reelección del Pacto Histórico.