Editorial 3229
Una renovación ministerial o cambio de gabinete no debería ser una gran noticia o un hecho extraordinario, pero en Colombia todo es diferente. La larga guerra y la tozudez de una oposición irracional, a la vez que la firme decisión de cambio del pueblo y de su Gobierno, hacen que esta decisión del presidente tenga una relevancia inusual.
Al cierre de esta edición se habían definido los primeros movimientos en las carteras de Justicia con Ángela María Buitrago; Comercio, Industria y Turismo con Luis Carlos Reyes y Agricultura con Martha Carvajalino. El objetivo es acelerar la implementación de las políticas del cambio, el Plan Nacional de Desarrollo, fortalecer e impulsar el proceso y el poder constituyente y consolidar el proyecto hacia la Paz Total, justo en el inicio de una nueva legislatura que deberá discutir los proyectos de reformas como salud, educación y laboral.
Estos cambios se dan justo en la mitad del periodo del gobierno. Este factor temporal es solo una casualidad. El cambio tiene que ver con garantizar las reformas, los cambios y las políticas de transformación territorial rural y la política de Paz Total. La ejecución presupuestal debe tener alcances mayores, tangibles y reconocidos por el pueblo.
La formación, la experiencia, el liderazgo, el talento para trabajar en colectivo, la capacidad de escuchar y tomar decisiones concertadas, son cualidades que se tienen en cuenta en todo nombramiento. Pero para el momento que vive el desarrollo gubernamental, los retos que deben llevar a cumplirle al pueblo y las exigencias de una presión implacable de la oposición con la estrategia del golpe blando, hacen que además sea fundamental el compromiso político con el proyecto del cambio.
Cuando decimos “nuevas caras para consolidar la paz”, hacemos referencia a nuevas capacidades que aporten a profundizar y avanzar sobre el trabajo construido por los ministros y ministras salientes. En este momento estratégico, la consolidación de la paz, máxima aspiración del pueblo colombiano que eligió a Petro y su programa de cambios, debe ser el principal objetivo de los nuevos ministros que acompañarán al presidente de la República.
Los cambios ministeriales resultan de gran interés, además, porque el pueblo colombiano sabe que el objetivo último del presidente es construir un sólido camino hacia la paz. La paz, como hecho que provocará un mayor avance en los cambios, deberá tener como fundamento el desarrollo económico y la inclusión social de quienes fueron condenados a 200 años de miseria y desprecio por las políticas de la vieja casta.
El presidente sabe que el momento político exige un gabinete de combate y aguerrido, que se abra paso en un terreno minado de mentiras, tergiversaciones y trampas de la oposición. Pero también un gabinete que logre convocar a los niveles medios y ejecutivos de la administración pública, sobre quienes la oposición tiene aún mucha incidencia. Este corto circuito entre la dirigencia política y el funcionariado tiene hoy bloqueadas varias políticas y ejecuciones clave para que el cambio se vea, se sienta y se reconozca.
Gracias a los ministros y ministras que salen. Bienvenidos y bienvenidas quienes entran. Cuenten con la prensa alternativa para seguir construyendo el cambio.