Mauricio Jaramillo Jassir
@mauricio181212
La decisión de suspender la exportación de carbón hacia Israel es consistente con la posición de Colombia, no sólo desde la denuncia del genocidio cometido en Gaza, sino con la tradición de defensa del multilateralismo, el derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos. En estas semanas han aparecido artículos, editoriales y entrevistas que califican como “precipitada” o “populista” la medida, poniendo en tela de juicio su efectividad. Argumentan los críticos de la medida que Colombia perderá divisas preciosas producto de estas exportaciones y que de poco servirá en aras de detener el apartheid, la limpieza étnica y el exterminio palestino.
Extraño que dentro de esos escépticos se desconozca que la defensa de los derechos humanos se ha ejercido históricamente con acciones que no pueden justificarse solamente en su efectividad inmediata. ¿Qué tal Amnistía Internacional esperara a que su activismo acabara con la abolición de la pena de muerte o de los presos políticos en todo el mundo para justificarlo? La historia de la defensa de las garantías consiste precisamente en iniciativas que, en un primer momento, no son del todo eficaces pero que se tornan en luchas que derivan en conquistas sociales.
Solamente la sociedad israelí, sus autoridades y EE. UU. tienen la capacidad para detener el genocidio, pero ante su ausencia de voluntad para hacerlo corresponde a los Estados del sur global liderar iniciativas que hagan inviable la ocupación. La comunidad internacional ha hecho esfuerzos inéditos, el Consejo de Seguridad ordenó un alto al fuego, la Corte Internacional de Justicia exigió suspender la operación en Rafah advirtiendo sobre el genocidio y el fiscal de la Corte Penal Internacional solicitó órdenes de arresto. Ante semejante afrenta a los DD. HH., se deben sumar otras iniciativas.
El argumento de la pérdida de ingresos por exportaciones y divisas desconoce al menos dos circunstancias. Colombia está en capacidad de reemplazar el mercado israelí, más aún cuando existe una necesidad marcada por los hidrocarburos ante la guerra en Ucrania que ha retrasado la transición energética en todo el globo. Segundo, no hay dilema entre vidas y exportaciones. Ningún millón de dólares compensa la vida de palestinos masacrados mecánicamente, al tiempo que Estados Unidos y Europa se ubican socarronamente del lado genocida.
Por años, Colombia se alejó de las posturas del sur global. Con Uribe Vélez y Santos, de forma insólita y arrodillada, se apoyaron las guerras ilegales de Irak y Libia de efectos desastrosos en todo el Medio Oriente y Norte de África (en especial la zona del Sahel, carcomida por la violencia). Enhorabuena la sintonía con el sur global y la política de cero concesiones con los genocidas.
* Profesor de la Universidad del Rosario.