El director del Festival de Cine de Bogotá habla sobre el origen del evento, sus enfoques, la función social de las películas y la exposición del cuerpo en las pantallas. El Festival, en su versión 39, se hará del 20 al 26 de octubre
Manuel Antonio Velandia Mora
Henry Laguado es el director del Festival de Cine de Bogotá. Nació en Pamplona, Norte de Santander, y por cosas de la vida terminó con cédula de Cúcuta. Afirma ser de las dos ciudades. Su vida combina las temperaturas: el frío de Pamplona y el calor cucuteño. Trabajó durante mucho tiempo en publicidad, ha hecho algunos cortometrajes y en algún momento se dedicó a hacer documentales de arte sobre artistas como Caballero, Grau y Manzur. Luego, se fue enredando con el Festival. Ya son 39 años de historia, inició en 1984.
– ¿Cómo llegó a la idea de que Bogotá necesita un festival de cine?
– Bogotá tenía un solo festival y la producción del cine nacional estaba empezando; se producían muy pocas películas y no había estímulos. Esas películas se hacían y quedaban guardadas debajo de la cama; no tenían salida. Con un grupo de gente pensamos que era importante hacer un festival. En la primera edición hicimos el eslogan “Cine contemporáneo colombiano”. Tuvimos cinco películas para ese momento, una se presentó en el teatro Colsubsidio, otra en la Cinemateca Distrital. Nuestra primera jurado por Colombia fue Gloria Zea, siempre hemos tenido un jurado nacional. En el 85 Colombia tan solo tenía película, decidimos buscarlas en países vecinos. En ese momento el cine era muy político; vinieron los directores y a ellos lo que más les interesaba era hablarle al pueblo.
Al tercer año los países invitados previamente no tenían películas, entonces decidimos ir al Caribe, posteriormente miramos por todo Suramérica; la fuerza de las circunstancias nos llevó a ser un festival internacional. Siempre nuestra mira ha sido el cine nacional.
El inicio, con Almodóvar
– El festival no tiene el formato tradicional de los festivales de cine, ¿Cuál es la razón?
– Todos los festivales en general van a otros festivales, lo tradicional es unirse a la carrera de películas que hacen su recorrido por los festivales. Se suelen escoger películas que ya se vieron y que funcionaron. Decidimos centrarnos en nuevos directores, esto se debió en gran parte a Almodóvar. Recibimos una película suya, él era totalmente desconocido en Colombia y creo que en el resto del mundo, fue muy interesante lo que pasó: como festival no tenemos censura política, religiosa, ni moral; cuando vimos “La ley del deseo”, en 1988, la trama parecía muy fuerte.
El jurado la premió dos veces. Eso fue muy impresionante: algunos de los distribuidores de cine la vieron y dijeron “nosotros nunca presentaremos esta película”. Pasaron ocho años para que en un sitio comercial se decidieran a mostrarla; Almodóvar ya tenía un reconocimiento internacional, ya era una figura importante en los Estados Unidos y había recibido el visto bueno general. Esto nos motivó a decidirnos por gente que como él no era conocida y a la que el festival les permitía, por lo menos lo mínimo, que era ser parte de su hoja de vida.
– En esa lógica ¿Quiénes cree que encontraron en el festival la plataforma para su reconocimiento?
– En el cine colombiano tenemos a Lisandro Duque, a Víctor Gaviria, Ciro Guerra… Todos los que ahora son “las figuras” del cine nacional.
Temas y lugares
– Hasta el momento el festival no ha sido temático; sin embargo, este año observo que hay grupos de películas que se orientan hacia un objetivo común.
– La verdad es que este año llegaron muchas películas orientadas hacia un mismo tema, algo que no es de extrañar y que está sucediendo en todo el mundo. El encerramiento de las personas por razón de la pandemia parece que ha llevado a la gente a ponerse a pensar y hacer cosas que parecía que antes no se podían realizar. Para muestra, tenemos un animado donde una mujer se enamora de otra. Sin querer, queriendo, nos dimos cuenta de que teníamos películas muy interesantes sobre temas comunes y pensamos en darles énfasis en sitios apropiados.
Tenemos película sobre el medio ambiente, entonces escogimos al jardín botánico; los temas sociales los llevaremos al Centro de Memoria, Paz y reconciliación; los documentales sobre arte al Museo de Arte Moderno de Bogotá, que gracias al Festival reabre las puertas de su sala de cine. Apareció el tema LGTBIQ+ y pensamos que el mejor espacio para hablar de las diversidades sexuales podría ser el Museo Stonewall. Lo bueno de esos sitios es que pueden ayudar a las personas dándoles luces sobre las temáticas.
– Aun cuando el cine no siempre se hace con una función social, parece ser que termina cumpliéndola.
Muchas películas después de verlas logran que uno no siga siendo el mismo. El cine motiva el cambio de parámetros en la manera de pensar, actuar… La gracia de que sean películas de actualidad, interesantes y diferentes a lo que estamos viendo todos los días es que motivan a personas que quieren saber de temas diferentes. El cine siempre nos ha mostrado lo que está oculto.
Plataformas y cuerpos
– ¿Usted cree que Netflix descubrió un nuevo lenguaje o que simplemente aprovechó esas nuevas creatividades y las necesidades del público?
– Netflix le ha dado énfasis a lo LGBT, pero estas temáticas llegaron primero a los festivales. Por ejemplo, el cuerpo masculino cuando mucho se podía ver en una tanga. Los cuerpos que se vieron durante mucho tiempo fueron los femeninos, la mujer ha tenido mucha más exposición. Eran muy pocas las películas en las que se veía un poco más allá del cuerpo de los hombres; a través de Facebook y otras redes sociales se ha visto el desarrollo en la exposición de estos cuerpos, se han mostrado de forma cada vez más cercana a como se presentaba el cuerpo de la mujer.
Se ha evidenciado que hay una recepción dispuesta a esos temas y a otros cuerpos. Esto podría aventurarnos a decir que la aproximación a los cuerpos pudiera ser cada vez más explícita.
Algunos filmes
– ¿Por qué otras razones la gente tendría que ir a un festival de cine?
– Al cine va quien quiere dejarse sorprender. Tenemos una película sobre Nicaragua, todos sabemos la situación política que hay allí en este momento; discuten sobre la construcción de un canal interoceánico. Cuando esto se lee desde el medio ambiente evidentemente se vislumbra que el país va a ser afectado por la construcción del canal y que esto ha provocado un levantamiento del pueblo contra el régimen. La película nos muestra que lo que antes se hizo para que el gobierno ascendiera al poder se puede hacer de la misma manera para que lo pierda. Están haciendo lo mismo, pero al revés.
– ¿Pudiéramos decir, entonces, que ahora los temas del cine tienen que ver con los retornos, con el camino de regreso?
– Sí, está sucediendo algo interesantísimo y no solo es en Latinoamérica. Ya hablamos de Nicaragua y algo similar se observa en el cine ucraniano. Nos ha llegado una película de Cuba en la cual se muestra el contraste desde el contrabando de la carne; por ejemplo, tenemos otra película sobre los motociclistas y lo que hacen con motos que tienen más de 40 años de vida; hay una comunidad que las arregla, que las cuida. Son antiguas pero contemporáneas pues en cuanto pueden las tienen al día, ingresando a la página web del Festival www.bogocine.co. Colombia presentó un documental en el que un muchacho negro, quien había transitado a la feminidad y labora en una peluquería de su propiedad, ahora transita hacia la masculinidad.
* Mil películas por $35.000
El festival no solo es presencial, también es virtual. Visite https://www.bogocine.co/ y del 20 al 26 de octubre del 2022 podrá verlas por muy bajo precio.