jueves, marzo 28, 2024
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No podrán impedir los cambios

Editorial VOZ 3151

La revista Semana publicó en su última edición una nota con el titular “El efecto Petro”. Con esta pretenden achacar al presidente y su gestión la reducción del 10% de tiendas que la cadena Falabella ha anunciado aplicará en el país. Sin embargo, el primer párrafo de la nota apunta a que dicha reducción se aplicará en los próximos cinco años y se hará en todos los otros países donde opera: Chile, lugar de origen estas tiendas, y Perú.

Esta medida responde a un reacomodamiento del grupo empresarial chileno, pues en agosto del presente año reportó que la inflación le ha significado una caída del 52% de sus utilidades, y todo por cuenta del aumento de los costos asociados a los salarios, los arriendos de los locales y los gastos logísticos. En otras palabras, Falabella no está reduciendo sus operaciones en Colombia por miedo a Petro, sino por el impacto de la crisis mundial del capitalismo.

La información acá recogida se encuentra fácilmente en internet, y hasta publicistas como los de Semana podrían encontrarla, entenderla y difundirla. Es claro que la nota citada es un infundio de la peor calaña, diseñado para manipular y desorientar a la población y crear un ambiente adverso para el gobierno del Pacto Histórico, como a diario lo podemos constatar en los medios de comunicación.

En algunos casos las mentiras son tan evidentes que incluso deben rectificar. El pasado domingo el periódico El Tiempo tuvo que aclarar una de sus notas donde hablaban de unos supuestos funcionarios de la Presidencia acusados de acoso sexual, y que al final resultaron no ser funcionarios.

No obstante, toda esta propaganda parece no tener el suficiente impacto. La semana pasada se publicaron encuestas sobre la gestión de Petro, quien contó con una alta aprobación: 49% según Invamer y 61% de acuerdo con el Centro Nacional de Consultoría. Es bien sabido que estos datos hay que tomarlos con cautela, por el tamaño de las muestras y porque eligen los sectores donde se aplican y por la forma como se formulan las preguntas pueden obtener los resultados que a ellos y a quienes los contratan les conviene.

Pero por eso mismo la información arrojada resulta llamativa. Hace cuatro años Invamer no pudo ocultar el rechazo al entonces presidente Duque, quien a 100 días de su gobierno apenas logró un 27% de aprobación. Y no podemos olvidar que esta encuestadora es propiedad, entre otros, de Jorge Londoño de la Cuesta, empresario que durante el pasado gobierno fue embajador de Colombia ante Canadá.

Hace tres años el país se encontraba ad portas de una de las protestas urbanas más radical y numerosa de la historia nacional, y la cual sería el prólogo de una lucha abierta contra Duque y sus políticas de hambre, guerra y latrocinio. Hoy la situación parece tomar un rumbo distinto. La conciencia sobre la necesidad de un cambio en nuestro país parece ir ganando más adeptos.

Pero el cambio no será fácil. Más allá de lo que las encuestas puedan decirnos de la realidad, lo cierto es que estas son una muestra de las tensiones y temores que ya se han venido desatando entre la tradicional clase dirigente de perder por muchos años el poder político que consideraban monopolio exclusivo de ella. Por tanto, deben tratar de demonizar ante el pueblo al gobierno del Pacto Histórico.

Los grandes grupos empresariales y las fuerzas políticas más reaccionarias, ligadas al narcotráfico y la guerra, harán todo lo que esté a su alcance para impedir la buena marcha del Gobierno. Y a su servicio incluso estarán movimientos sociales y organizaciones políticas que posan de alternativas, como lo hemos podido ver en los últimos días con el autoproclamado “sindicalismo independiente”.

El cada vez más degradado MOIR/Dignidad ahora hace un esfuerzo por quebrar a la Central Unitaria de Trabajadores y poner al sindicalismo al servicio de la ultraderecha. Estos “independientes” están liderados por un grupo de oportunistas que, entre 2019 y 2021, desde el Comité de Paro intentaron frenar las protestas contra Duque. Hoy invocan un supuesto apoliticismo del sindicalismo para intentar crear una base que dé sustento social a los ataques contra el gobierno del cambio.

Resulta risible ver cómo este grupo de sindicalistas “independientes”, tiene como vocero político al concejal Manuel Sarmiento, quien cambia de grupo político con la frecuencia de un pestañeo. Su peregrinaje politiquero lo pasó de crítico de Peñalosa a obsecuente peñalosista y defensor del modelo de ciudad de Claudia López, quien no duda en hablar de mantener distancias frente al gobierno para aparentar defender los intereses de los trabajadores. No podemos olvidar que durante la Violencia estos seudo sindicalistas se pusieron al servicio de las dictaduras conservadoras invocando el apoliticismo.

El Pacto Histórico tiene claros sus objetivos de cambio y está tan decidido a producir los que el pueblo necesita y exige y, además, sabe cómo hacerlos que ni calumnias, ni encuestas manipuladas ni moiristas traidores de la clase obrera y mucho menos politiqueros de pacotilla, podrán impedirlos. Para pesadilla de la extrema derecha y sus servidores este es el primer Gobierno de muchos por venir del Pacto Histórico. ¡Apenas comienza la Colombia incluyente y el vivir sabroso!

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