martes, abril 30, 2024
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No nos resignamos a una guerra global

Editorial 3218

El contrataque iraní contra objetivos militares israelíes ha sido mucho más que una respuesta justa, legal y proporcional. Ha servido además para poner en evidencia la vulnerabilidad del sistema de defensa antiaéreo de la entidad sionista –pomposamente llamado “cúpula de hierro”– y hacer volar por los aires la credibilidad del relato israelí como país invulnerable.

El ataque israelí no provocado contra el consulado iraní en Damasco, que asesinó a siete personas, entre ellas dos generales iraníes, ha desencadenado una serie de movidas diplomáticas y militares que nos tienen al borde de un escalamiento del conflicto en Asia Occidental. Un escalamiento que, de no tomarse las decisiones correctas, podría llevarnos a una guerra global.

En este contexto, el gobierno israelí se debate entre responder al contraataque iraní y desencadenar una guerra regional, o entender el mensaje de Teherán de que “el asunto está saldado” y dejar así. En el primer caso, el Estado de Israel se expone a su desaparición como lo conocemos, pues todo el mundo sabe cómo comienza una guerra, pero no cómo termina. En el segundo caso, se lesiona gravemente su prestigio como país matón al que nadie puede toserle. En cualquier caso, Israel pierde.

En el trasfondo está el genocidio contra el pueblo palestino que ya completa más de seis meses y más de 33.000 asesinados, así como 75 años de ocupación ilegal a los territorios palestinos y de agresiones permanentes contra los países vecinos por parte de la entidad sionista. Una transgresión al derecho internacional que históricamente ha sido tolerada por los poderes del mundo pero que ha sobrepasado todos los límites, pues además de intentar exterminar a los habitantes de Gaza a punta de bombas, hambre y sed, ahora ataca también una sede consular, es decir, al territorio de una potencia extranjera como Irán.

Los pueblos tienen derecho a defender su autodeterminación y su soberanía. Por ello es una obligación ética y humana oponerse al genocidio, a la ocupación de territorios y a las guerras. El imperativo actual es detener el exterminio del pueblo palestino. Los pueblos del mundo están indignados al ver cómo Netanyahu asesina infantes, ancianos y mujeres, en una matanza peor que el holocausto del pueblo judío a manos de los nazis.

¿Qué hace la Organización de Naciones Unidas? Inútiles e impotentes declaraciones. ¿Qué hace Estados Unidos, líder y mentor de todos los genocidas del mundo? Apoyar a Israel, enviando las más sofisticadas y letales armas, que multiplican su poder exterminador. Por ello, si los mecanismos legales construidos por los Estados no funcionan, los pueblos y sus organizaciones debemos actuar solidariamente para detener la actual escalada militarista.

Los y las comunistas de Colombia, siempre defensores de los pueblos asolados por el imperialismo estadounidense y sus aliados como los sionistas, expresamos nuestra solidaridad con el pueblo palestino y convocamos a todos los colombianos a que nos movilicemos para exigirle a la ONU que tome acciones eficaces para detener el exterminio de los palestinos y propicie sanciones ejemplares contra el genocida Netanyahu.

El presidente Gustavo Petro debe convocar a los gobernantes del mundo a ejecutar sanciones efectivas que impidan el exterminio de niños, ancianos y mujeres palestinas, antes de vernos abocados a una guerra global de impredecibles consecuencias.

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