Editorial 3253
El país no ha vivido simplemente un año más del Gobierno del Cambio. El 2024 es, en realidad, el año en el que las reformas, en su mayoría alcanzadas, comenzaron a concretarse de manera significativa. Sin embargo, persisten los obstáculos impuestos por las fuerzas retardatarias de la burguesía y los terratenientes.
Ha sido un año de avances en medio de un terreno minado por las trampas de quienes se niegan a cambiar y buscan sabotear la democratización y la inclusión social que, con vehemencia, promueve el presidente Gustavo Petro y el pueblo que lo eligió. Un año de remar a contracorriente y de lucha constante contra la adversidad, pero, a pesar de todo, avanzamos.
Las fuerzas del cambio han logrado, este año, diseñar y ejecutar planes que abren nuevas oportunidades para la inmensa mayoría de las colombianas y los colombianos, quienes durante mucho tiempo han sido condenados a la explotación del empresariado y a la privación de su derecho a vivir dignamente y en un país de real democracia.
Un tema relevante entre las reformas logradas hasta ahora por este Gobierno es el de la Reforma Agraria, ya que aquellos que han usufructuado la tierra ─generalmente obtenida de manera dolosa durante buena parte de la historia nuestra─, han subutilizado este recurso vital. Esta tierra, que debería ser aprovechada para la producción de los alimentos, frutos y materias primas esenciales para la industria nacional y extranjera, ha permanecido improductiva, obstaculizando el desarrollo agrícola de Colombia.
La ministra Martha Carvajalino ha impulsado la negociación de las tierras en manos de los latifundistas, quienes las han mantenido simulando su explotación. Finalmente, este recurso de vital importancia para la producción de alimentos y otros bienes esenciales para el desarrollo de la industria está siendo redistribuido. Esto permitirá generar los recurso económicos necesarios para fortalecer los procesos sociales que posibilitan el rescate de los colombianos que hasta ahora han estado marginados del progreso y de óptimas condiciones de vida.
La aprobación de la Reforma pensional y el avance en Cámara de la Reforma laboral, con el liderazgo de la ministra Gloria Inés Ramírez, muestran logros claves en la justicia social y en las garantías de derechos para miles de trabajadores que vienen siendo empobrecidos por un marco neoliberal de relaciones laborales que benefician al capitalista.
Mantener el proyecto de cambio en 2026 requiere profundizar las reformas y radicalizar las posturas frente a la corrupción y las mafias políticas que controlan sectores clave como la salud a través de sus EPS, así como otras áreas de inversión, como la infraestructura y la contratación estatal. También implica unir al pueblo, proceso que tiene su punto nodal y clave en el acto de unidad del Pacto Histórico, donde las izquierdas y el progresismo anunciaron su decisión de constituirse como movimiento político unitario.
La lección del 2024 es la persistencia demostrada por las fuerzas políticas comprometidas con la creación de una efectiva inclusión, rescatar a las mayorías explotadas y excluidas y construir unidad desde abajo, desde los territorios y con los procesos sociales.
Los cambios que garanticen igualdad social para los millones de excluidos hasta ahora van más allá de lo electoral; se transforman en un proyecto estratégico de democracia y poder constituyente. El futuro está lleno de esperanza, progreso y felicidad para todas y todos porque hemos dado pasos hacia la unidad auténtica y actuamos junto a nuestro pueblo. En esa unión radica la fuerza de nuestra vocación de Cambio.