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La Novena Sinfonía

Como toda obra musical que trasciende, la Novena Sinfonía de Beethoven o el “Himno a la alegría” tiene su historia materializada en el proyecto de vida del genio alemán, inspirado en un poema de Friedrich Schiller

Daimarelis Pérez (*)
Redacción de Cultura, Prensa Latina

La “Oda a la alegría” cautivó desde su juventud al compositor nacido en Bonn, quien se obsesionó con la idea de acompañarlo con su melodía.

Para crear el cuarto movimiento de su incompleta sinfonía, Ludwig van Beethoven recurrió a la magistral pieza de otro grande de Alemania, Schiller, poeta, dramaturgo, filósofo, historiador y editor, una de las figuras centrales del clasicismo de Weimar.

Todo comenzó en 1789 ─estallido de la Revolución francesa─ cuando Schiller publicó su oda, con la cual, según contó, buscaba darle “un beso a todo el mundo”, representando las inquietudes de la Europa de entonces, agitada por valores como la libertad, la felicidad y el espíritu ilustrado.

Estos aspectos a Beethoven le apasionaban y descubrió el texto con poco más de 15 años de edad. Se entusiasmó tanto al conocer la obra de su coterráneo que desde el primer momento supo su papel en la historia.

Siempre estuvo seguro de que le pondría la música al escrito de Schiller para transmitir a través de su propio arte los mismos valores de bienestar, paz y armonía.

La nota que cambió todo

No fue hasta 1817, con 47 años, que la obra comenzó a tomar la forma actual. Beethoven ya tenía una sordera avanzada y por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres debía componer su novena sinfonía.

El también director de orquesta, pianista y profesor de este instrumento pensó en que ese era el momento de concretar la idea de su juventud.

Musicalizar la obra de Schiller lo persiguió durante casi 30 años y su propósito consistía en eternizar los valores ilustrados que sirvieron de aliento al compositor a lo largo de su existencia.

Lo hizo en una época en la que el romanticismo estaba en muy buen momento, lo cual se tradujo en una etapa de auge para la música y la palabra.

El éxtasis de una melodía

Denominó al cuarto movimiento de la Sinfonía n.º 9 “Himno a la alegría” para distinguir la partitura del poema.

Cuando Beethoven empezó a componer su lucha interna andaba como nunca antes, escribió el amigo y uno de los primeros biógrafos del compositor, Antón Schindler (1795-1864).

El objetivo era encontrar un modo correcto de introducir la oda de Schiller.

Un día entró a una habitación y gritó: «“¡Lo tengo, ya lo tengo!”, entonces me mostró el cuadernillo con las palabras: “Déjenos cantar la oda del inmortal Schiller”», apuntó en su biografía el músico y biógrafo austríaco.

Sin embargo, esta no fue la versión definitiva, pues el genio compuso y retocó la obra hasta 1824, tres años antes de su fallecimiento.

Luces contra sombras

Más allá de su convencimiento a la hora de querer aportar algo eterno al mundo de la música ─lo cual consiguió con creces─, Beethoven creó esta obra, de cierta forma, para escapar de sus propios tormentos.

En la época del nacimiento de la novena sinfonía, el compositor ya no solo sufría de sordera, lo cual lo frustraba sobremanera, sino que también padecía de depresión y aislamiento.

Por tanto, ver nacer una música, más bien, darla a luz a partir de la alentadora poesía de Schiller, le sirvió como punto de apoyo para hacer resurgir sus luces sobre lo conquistado por sus propias sombras.

Hasta hoy esa melodía sigue resonando en los más importantes teatros del mundo; se versiona una y otra vez entre los artistas que buscan transmitir armonía y felicidad.

El caso moderno más representativo puede ser el del español Miguel Ríos, su gran éxito, el mayor de toda su carrera, y cuya interpretación acompaña cada celebración de la vida.

El tema sirve de himno para todo aquel buscador de la esperanza, y la adaptación del español fue arreglada y dirigida por el argentino Waldo de los Ríos, quien compuso la letra de una de las versiones más icónicas de su país, basada en esas luces y sombras que inspiraron y atormentaron a Ludwig van Beethoven.

* Tomado de Prensa Latina

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