jueves, abril 18, 2024
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La mirada de Stalin a la nieve

“¡Compañeros y ciudadanos de Stalingrado! No consentiremos jamás que la ciudad que nos ha visto nacer sea presa del invasor alemán. Cada uno de nosotros debe obligarse a defender nuestra amada ciudad, nuestras casas, y nuestras familias. Levantemos barricadas en cada calle: transformemos cada edificio en una fortaleza inexpugnable”.

Liberacion de Stalingrado

Armando Orozco Tovar

Hace 70 años, el 2 de febrero de 1943, las tropas del mariscal alemán Friedrich von Paulus capitularon, cercadas por el Ejército Rojo después de una encarnizada batalla iniciada en 1942 en Stalingrado a orillas del Volga, paso esencial hacia el Cáucaso y sus ricos recursos petroleros. Fue la primera derrota del nazismo, que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial.

Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.

En Stalingrado cada batalla se resolvía en lucha cuerpo a cuerpo. Los soldados podían hablarse e insultarse con sus enemigos al otro lado de la calle; a menudo oían su respiración en la habitación vecina de una casa mientras recargaban las armas; en el cuerpo a cuerpo, entre el humo y los escombros, se recurría a los cuchillos, y las hachas y hasta a barras de goma y de hierro. La tenaz defensa que los soviéticos opusieron en Stalingrado desconcertó a los nazis… “Dios mío, ¿Por qué nos has olvidado?”, escribió un teniente de la 24ª Panzerdivision.

Deshechas van las invasoras manos,
triturados los ojos del soldado,
están llenos de sangre los zapatos
que pisaron tu puerta Stalingrado.

A Von Paulus y a su superior Weichs les pareció que la ciudad de Stalingrado estaba ya en su poder. Las dificultades para abastecer a la guarnición rusa, y más aún para reforzarla, les parecían insuperables. Aquella noche se llamó a la Luftwaffe para que diera el golpe de gracia. Fue un raid terrorífico. Arde toda la ciudad por orden del Führer.Casi todos los edificios de madera, comprendidos los barrios habitados por los obreros en la periferia, quedaron destruidos por el fuego, y las llamas se veían a algunos kilómetros de distancia. El bombardeo de la aviación nazi se realizó con la intención de inutilizar los servicios públicos, sembrar pánico y el desorden, y crear una barrera de fuego…

Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.

Casi en el mismo momento en que Hitler se traslada a Vinnytsia, los soviéticos se dieron cuenta que la guerra se había ido al Sur, y que la guerra se decidiría en Stalingrado… Fracasado el intento de conquistar la ciudad por asalto, los alemanes se fueron convenciendo de la semejanza de aquella batalla con la de Verdún en la Primera Guerra Mundial (Alan Clark).

“Teníamos que pasar el día entero limpiando una calle, de un extremo a otro, construyendo barreras y posiciones de fuego en el extremo occidental y preparándonos para un nuevo paso adelante al día siguiente… Pero al amanecer los rusos empezaban a disparar desde sus antiguas posiciones en la parte más lejana…” (Testimonio de un soldado nazi).

Los que en España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies Stalingrado.

“Nos retiramos pasando de un edificio a otro, transformándolos en reductos. Un soldado se podía deslizar fuera de una posición ocupada sólo cuando el pavimento ardía bajo sus pies o cuando sus vestidos estaban ya chamuscados. Durante el día los nazis solo lograron ocupar dos manzanas… Una vez más oímos el amenazador rumor de los carros de combate. Desde atrás de un grueso muro cercano comenzaron a avanzar los carros alemanes…” (Testimonio de un soldado soviético).

“Era el fin. Los soldados se despedían unos de otros. Con un puñal mi asistente escribió en un muro de ladrillo: “Los soldados de Rodímtsev han combatido y han muerto aquí por su patria” (Testimonio de un oficial soviético).

Tu Patria de martillos y laureles,
tu sangre sobre tu esplendor nevado,
la mirada de Stalin a la nieve,
tejida con tu sangre Stalingrado.

Pablo Neruda
(Nuevo canto de amor a Stalingrado)

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