Reflexionar sobre el aporte de las mujeres a la cultura del país remite al quehacer político de ellas mismas
María Libertad
Colombia transita por un momento de suma importancia. El Pacto Histórico, coalición política que busca cambiar el rumbo de la cultura patriarcal, transformando democráticamente al país, está en plena campaña, recorriendo toda la geografía nacional llevando mensajes de esperanza y lucha. Al frente de esta campaña de educación política están las mujeres que nos llevarán no solo a conquistar reivindicaciones socioeconómicas, sino a tejer una nueva sociedad incluyente de mujeres, indígenas, afrodescendientes, trabajadoras, estudiantes, etc.
Debemos renovar la Cámara de Representantes y el Senado de la República, hacer mayoría para apoyar al nuevo gobierno con Petro al frente, o al menos para legislar favoreciendo los intereses de la mayoría empobrecida. En las listas al Senado y a la Cámara del Pacto Histórico tenemos un buen número de mujeres que se han destacado por su quehacer político.
La presencia de las mujeres en las listas del Pacto Histórico para la conformación de un nuevo poder legislativo es un hecho sin precedentes en Colombia. Aquí ya hay un cambio. Y esto no es gratuito, es el fruto de la vinculación de las mujeres a las luchas sociales que ha consolidado esta realidad social de inclusión, de lucha por tener las mismas posibilidades que los varones.
Una nueva sociedad
Culturalmente dos elementos claves de destacar que cambian nuestro pensamiento, nuestro actuar, nuestro construir sociedad. El primero obtener la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos, logrado con el fallo de la Corte Constitucional al despenalizar el aborto, conquista que no tiene como catalogarse, sino como lo hace la escritora antioqueña Sara Jaramillo Klinkert, planteando que lo que hemos ganado es la libertad, mujeres libres y autónomas, con capacidad de decidir.
Somos las mujeres que construirán una nueva sociedad, sobre la base que en Colombia somos iguales y nada podrá detener el torrente social que las mujeres desarrollarán para defender este estatus de libres, y esto se conseguirá con la acción política de las mismas mujeres.
Las mujeres indígenas romperán con esa cultura que no les permite ni pensar en la posibilidad de suspender un embarazo, las mujeres negras, las campesinas que aceptan resignadamente el “mandato divino” de procrear, las mujeres urbanas que desde sus diferentes responsabilidades asumen la maternidad con “fe” para poder resistir el peso de asumir de por vida la responsabilidad de otro u otros seres, a los que ella da la vida.
Patas arriba
“La despenalización no es una invitación a abortar. Ninguna mujer está obligada. Lo que celebramos es la libertad de decidir, desde la individualidad, si hacerlo o no hacerlo. Celebramos la eliminación del delito (…) la eliminación del castigo que nos llena de miedo y que nos pone en un lugar de desventaja frente al resto de la sociedad”, dice con firmeza Sara.
Y segundo, para mantener esta libertad tendremos que luchar para ser escuchadas y respetadas por nuestras decisiones en la vida cotidiana, pero además debemos ganar posiciones en el Senado, Cámara, gobernaciones, asambleas, alcaldías, concejos municipales, juntas de acción comunal, participar de las organizaciones sociales, que respalde esta libertad ganada.
Esto es una puesta patas arriba de la sociedad, así lograremos un cambio cultural donde la Mujer es libre, será una cultura democrática. Podemos decir que será el mayor logro político y moral conquistado por nuestra sociedad.