Este evento, con cuatro ediciones, incluyó murales, conversatorios, ferias de emprendimiento, y música, buscando promover el arte y los oficios tradicionales. Artistas locales e internacionales se han sumado, inspirándose en tradiciones culturales y saberes comunitarios
Anna Margoliner
@marxoliner
La leyenda de la diosa Ibanasca tiene su origen en la región del Tolima, donde se reconoce como una figura mítica de resistencia indígena. Descrita como cacica, sacerdotisa y chamán de la tribu Dulima, rol que combinaba liderazgo político y espiritual. Representaba la fortaleza femenina al enfrentar a los conquistadores españoles, quienes llegaron a la zona en busca de riquezas y sometieron a los pueblos indígenas.
Ibanasca se destacó por su oposición tenaz a los invasores y su negativa a adoptar las creencias impuestas por la Iglesia colonial. Según la leyenda, tras ser capturada, fue llevada a Ibagué, donde murió en la hoguera, marcando no solo el final de su vida, sino también el inicio de su inmortalización como símbolo de libertad. La memoria de Ibanasca trascendió como “diosa de las nieves” y “diosa de las aguas”, se le atribuyó el rol de protectora de la naturaleza y la comunidad.
Tradiciones a través de los oficios
El recorrido por la Avenida Pacho Mario empieza a las 4:30 p.m. Es una de las últimas actividades del Festival que se tomó a Honda durante casi una semana. Ocho mujeres artistas urbanas de Colombia y el mundo dejaron en las paredes de las casas, en el barrio Los Pescadores, una muestra de su talento en la cuarta versión de Ibanasca.
Louisa Prada, artista bumanguesa, se enfoca en las mujeres sabedoras curanderas. Cuenta que se ha perdido la tradición, ahora es más frecuente que lo hagan los hombres quienes son herederos de los abuelos sabedores del secreto de la palabra. Por eso, su composición retrata la relación de la mujer con la medicina de las plantas y el poder que tienen estos conocimientos. La caléndula, el tabaco y la sábila son protagonistas.
María Tarazona, quien también vino desde la ciudad Bonita, se inspiró en la señora Mercedes, cuya fotografía hace parte de la exposición de Saberes Culinarios por ser un ícono de la cocina en el municipio. Este es un homenaje a la mujer que es madre, pescadora y cocinera. La conexión con el río es inexplicable en este lugar.
Pri Barbosa llegó de Río de Janeiro. Buscó inspiración para su mural en las mujeres parteras de Honda, pero descubrió que Antonia, la última heredera de esta tradición, había fallecido hacía dos años y nadie heredó sus conocimientos. Para la artista, este mural representa la nostalgia del tiempo que pasamos con las mujeres en nuestra infancia, plasmado a través del oficio de las modistas, pero también sus secretos y dolores. “Las abuelas también lo hicieron” es un llamado al acceso digno al aborto y a los derechos reproductivos de las mujeres.
Hazard One participó en Ibanasca gracias al convenio con el British Council. Desde Londres interpretó al río Magdalena desde la conexión que tienen las mujeres con el agua y su sabiduría a través del juego de palabras “go with the flow”, sumergirse en los pensamientos.
Moff, desde Chile y Argentina, dejó su corazón en el mural. El saber emocional de las mujeres sostiene a las comunidades en los momentos de vulnerabilidad, contiene los procesos emocionales de las familias y de su entorno. Ella perdió a sus padres cuando era pequeña y su abuelo recién fallecido es el protagonista de la obra, en la cual viaja a través de una barca hacia el más allá donde lo espera una mujer, quien también lo acoge.
Sobre el Festival de la Diosa Volcán
Laura Barón, chef y hotelera de 30 años, ha viajado por el mundo explorando culturas y gastronomía. Como fundadora de Casa Celeste en Honda, creó, junto con la artista Paula Quitan, un festival de arte urbano con enfoque femenino. El encuentro, surgido de su interés por conectar el arte con los oficios locales, se originó inicialmente como un espacio para pintar murales. Sin embargo, al notar la baja visibilidad de mujeres en el muralismo, decidieron que el festival promoviera el arte femenino, fomentando espacios seguros para mujeres artistas.
El evento ha crecido significativamente, contando ya con cuatro ediciones, incluyendo talleres, conversatorios, ferias de emprendimiento, y música. Además, se ha vinculado con aliados que permiten que todas las actividades sean gratuitas, incentivando la participación comunitaria, aunque el proceso de integración local sigue siendo un reto.
Un referente cultural
El impacto en Honda ha sido notable. El Festival ha contribuido al turismo, ha generado empleos y ha posicionado a la ciudad como un referente cultural. La “Ruta del Muralismo”, con murales en varios puntos, se ha consolidado como un atractivo, mientras que la feria de emprendimientos ha dado visibilidad a mujeres de la región. Con invitadas internacionales y espacios culturales emblemáticos involucrados, este Festival ha consolidado a Honda como un centro clave para el arte urbano en Colombia.
Una de las principales dificultades ha sido lograr una mayor participación de la comunidad local, ya que muchas veces son personas de fuera quienes más se involucran en las actividades del Festival. Sin embargo, desde la fundación se trabaja constantemente para extender el impacto mediante procesos educativos más largos que permitan a la comunidad aprender técnicas artísticas y desarrollar proyectos sostenibles en el tiempo.
Finalmente, el Festival ha dinamizado varios espacios icónicos de la ciudad, como la Morada Rosada y la Tipografía Tolima, integrándolos a la agenda cultural. Este esfuerzo ha permitido a la ciudad de Honda consolidarse como un destino cultural y turístico relevante a nivel nacional.