Carlos Fernández
La amenaza de un racionamiento de gas natural se cierne sobre los consumidores ─grandes y pequeños─ de este combustible. De darse esta situación, tendríamos riesgos de racionamiento de energía eléctrica pues, en ausencia de los niveles adecuados de gas y de agua (la que ya ha tenido que ser racionada en Bogotá y otros municipios del país), no habría disponibilidad permanente de la energía necesaria para todos los tipos de actividad productiva, de consumo, de iluminación, de recreación, etc.
La coyuntura energética y la perspectiva
Esta situación, aparentemente coyuntural, surge de la lentitud con que, a nivel mundial, se vienen adoptando medidas que mitiguen o hagan nulos los efectos que la actividad humana tiene sobre el medio ambiente, consecuencias que se manifiestan en fenómenos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el deshielo de los polos, la elevación del nivel del mar y otros. Incluso hablar de mitigación ha dejado de ser pertinente, dada la hondura de la crisis ambiental y climática.
El tema del desabastecimiento de gas natural viene siendo debatido desde hace algún tiempo. Los empresarios del sector vaticinan que su escasez se comenzará a sentir desde diciembre de este año, toda vez que la explotación de los yacimientos de La Guajira ha entrado en proceso de declive.
El Gobierno ha aceptado que existe tal peligro, pero igualmente ha anunciado diversas medidas para evitar llegar a tal situación. Entre ellas, continuar la exploración y, en el inmediato futuro, la explotación del yacimiento de gas Sirius, antes conocido como Uchuva 2. El comienzo de la explotación está previsto para 2029, pues se trata de un yacimiento costa afuera, en el mar Caribe, operado por un consorcio entre Petrobras y Ecopetrol.
La intervención del consorcio en esta zona del mar ha encontrado algunas dificultades recientes, como la decisión de un juez de Santa Marta que aceptó la reclamación de los miembros de la etnia Taganga, mediante la cual exigen ser consultados previamente para realizar los trabajos de aprovechamiento del yacimiento, pues consideran que pueden verse afectados por sus efectos.
Como el yacimiento Sirius sólo entraría a ser explotado dentro de cuatro años, se ha previsto importar gas para atender la demanda nacional ante el declive de la producción interna. Una opción era importar gas de Venezuela, aprovechando la existencia del gasoducto binacional Antonio Ricaurte, paralizado desde cuando el gobierno de Duque suspendiera las relaciones con el país vecino y que debería ser objeto de inversiones para su reparación del lado colombiano, hecho que va a retrasar las importaciones.
La obligación de Ecopetrol de solicitar autorización a la Oficina de Control de Activos Extranjeros, OFAC, de la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos, es otro obstáculo en este proceso. Lo anterior en razón a que Ecopetrol cotiza su acción en la Bolsa de Nueva York y, en consecuencia, debe someterse a las reglas del imperio, las cuales le permiten aprovechar la necesidad de importación del país para vendernos su gas.
En efecto, entre enero y julio del presente año, el país incrementó sus importaciones de gas en casi 500 por ciento respecto al mismo período de 2023. Dichas importaciones provienen de Estados Unidos, Reino Unido y Trinidad-Tobago.
Las finanzas de Ecopetrol
Las anteriores circunstancias y, en particular, el incremento de las importaciones de gas natural, han impactado las finanzas de Ecopetrol, pues las utilidades netas del grupo disminuyeron en cerca de 23 por ciento en el primer semestre de este año, respecto al primer semestre de 2023. Tomando a la empresa sola, su utilidad disminuyó en 24,2 por ciento entre ambos períodos.
Además, a raíz de la sequía vivida por el país durante el primer semestre, fue necesario que entraran en mayor producción de energía las plantas que usan el gas natural como combustible, lo que implicó que la empresa petrolera tuviera que suspender el suministro de gas natural a los comercializadores de este combustible para darle prioridad a las productoras de energía eléctrica. De ahí las tensiones entre la empresa petrolera y las empresas privadas comercializadoras de gas.
¿Y la transición energética?
La coyuntura ha estado marcada, también, por la eliminación de los subsidios a la gasolina y al diésel, medida tomada por el Gobierno dentro de su plan de disminuir y, en el mediano plazo, finiquitar la utilización de los combustibles fósiles y apelar a fuentes no convencionales y renovables de energía.
Pero los problemas coyunturales en el suministro del gas y los de tipo fiscal relacionados con el cubrimiento del déficit del Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles, no deben dejar perder de vista que, ante los pronunciamientos del presidente Petro sobre el peligro de extinción de la vida en el planeta, compete a Ecopetrol un papel protagónico en el logro de la urgente transición energética.
El asunto radica en que, si se superan los problemas de abastecimiento de gas y se desestimula el consumo de carbón y de petróleo y sus derivados, la elevación de la participación de las fuentes no convencionales de producción de energía ─que constituye, en síntesis, la esencia de la transición energética─ deberá acelerarse en la medida en que la utilización del gas, si bien es menos productora de gases de efecto invernadero que el carbón y el petróleo ─debe tender, también, a disminuir y, en últimas, a desaparecer, toda vez que ella contribuye, también, aunque en menor medida, al cambio climático.
Para algunos analistas, apelar al gas en sustitución del carbón y del petróleo implica una doble transición que debería evitarse. Pero el país depende tanto de los dos combustibles más contaminantes como del gas. De ahí que el tránsito a las energías limpias debe llevarse a cabo mediante una sustitución modulada de los tres tipos de combustibles contaminantes.
La ruta de la transición
Hasta ahora, el derrotero está marcado en el Plan Nacional de Desarrollo, en la reforma tributaria y en los planes del Ministerio de Minas y Energías y de sus entidades adscritas y vinculadas. No faltan discrepancias entre los planteamientos del sector energético y el sector ambiental. Pero hay que elevar la formulación y ejecución de proyectos de energías renovables que, de verdad, hagan que los combustibles fósiles vayan disminuyendo su participación en el balance energético del país. El reto sigue en pie.