domingo, abril 28, 2024
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Ecos del concierto por Palestina en Bogotá

Un grupo de jóvenes no se conformó con expresar verbalmente su solidaridad con Palestina y decidió actuar para llevar algo de alivio a nuestro pueblo hermano, víctima del genocidio

Federico García Naranjo
@garcianaranjo

El de Palestina no es el primer genocidio que se comete en la historia de la humanidad, pero sí es el primero que ha podido verse en vivo y en directo a través, no de la televisión corporativa por supuesto, sino de las plataformas digitales y las redes sociales.

Las imágenes que diariamente nos llegan de la atroz masacre que Israel está cometiendo en estos momentos son estremecedoras y provocan una mezcla de sensaciones como la compasión, la rabia, la indignación, y, cómo no, la impotencia.

Una usuaria de la red social X lo expresaba así: “¿Cómo podemos ver un genocidio en vivo y en directo y luego seguir con nuestras vidas?”. Es la misma inquietante pregunta que muchos nos hacemos porque más allá de hacer publicaciones en nuestro perfil de redes sociales, acompañar las manifestaciones en solidaridad con Palestina o luchar contra la desinformación y la propaganda conversando con nuestros conocidos para explicar lo que realmente está pasando, no podemos hacer mucho más.

Solidaridad operativa

Por ello, un grupo de jóvenes decidió no conformarse y organizar una actividad que no solo permitiese expresar la solidaridad con el pueblo palestino sino, sobre todo, convertirse en un acto de respaldo concreto y material que, de alguna manera, ayudase a aliviar un poco la dramática situación humanitaria que contemplamos inermes por nuestros teléfonos. Fue así como surgió la idea de organizar el Concierto por Palestina.

“Es normal sentir impotencia frente a las cosas que no podemos solucionar porque se nos salen de las manos (…) Frente a eso, no hay mucho que podamos hacer más allá de construir redes que puedan transformar poco a poco lo que nos rodea. (…) Con los pequeños actos, se va construyendo un mundo mejor”, dice María Candelaria Aldana, una de las organizadoras del concierto.

Ella, junto a los jóvenes Guillermo Zapata y Ahmad Mohsen, decidieron poner manos a la obra y tomar sus teléfonos, los mismos que les bombardean diariamente –nunca mejor dicho– con imágenes de muerte y destrucción, para llamar a amigos y conocidos, hacer gestiones y conseguir apoyos para transformar la queja y el dolor en solidaridad operativa, en amor eficaz.

Apoyos y más apoyos

Fue así como lograron la decidida colaboración de la sala de conciertos bogotana Latino Power, un espacio que promueve la música alternativa colombiana, acoge eventos que promueven la diversidad y la inclusión y sigue demostrando su compromiso con la paz y la reconciliación, pues ya ha sido escenario de artistas como el cantor de las Farc, Julián Conrado, quien en abril de 2017 ofreció el primer concierto público de un músico insurgente en Bogotá.

Guillermo, Ahmad y María Candelaria también lograron sumar a la iniciativa a varios artistas como el maestro Edson Velandia y los grupos Gato e’ Monte, Nicolás y los Fumadores, La Zarigüeya y las Cantautoras por la Paz, quienes compartieron su música sin recibir pago a cambio, como aporte a la recaudación del evento.

Los colectivos de comunicaciones Vulpes Clan y La Vida Suena dijeron ¡presente! y asumieron la tarea de diseñar las imágenes de la convocatoria y poner en marcha una estrategia de divulgación que pudiese llevar la invitación a la mayor cantidad de gente posible. Redes sociales, mensajes directos, llamadas telefónicas, voz a voz, todo esfuerzo fue importante.

La noche por Palestina

Por fin, tras casi un mes de frenético trabajo, el jueves 9 de noviembre la sala de conciertos Latino Power abrió sus puertas para recibir a la juventud bogotana que no quiso quedarse sin hacer nada y decidió encontrarse para reconocerse, disfrutar de una noche de buena música y hacer un aporte real a las víctimas del genocidio.

Los asistentes, muchos de ellos con las tradicionales kufiyas enrolladas a su cuello, abarrotaron el espacio decorado con banderas palestinas y llenaron el ambiente con cánticos y consignas solidarias como “No es una guerra, es un genocidio” y “América Latina está con Palestina”.

El evento comenzó con las sentidas palabras de los organizadores, quienes recordaron el propósito de este encuentro que, más allá de servir como desahogo de la rabia que produce lo que está sucediendo, debe servir para reconocer que sí se puede hacer un aporte a la transformación desde las pequeñas acciones.

“Lo de Palestina aparenta ser un suceso lejano, incluso en otro idioma, en otro continente, pero de cierto modo todos estamos acá porque sentimos el dolor de nuestro hermano pueblo palestino. (…) Invito a hacer una reflexión sobre nuestra humanidad, sobre el momento que estamos pasando y sobre cómo vivimos el dolor y cómo lo transitamos”, dijo al público María Candelaria Aldana.

El concierto fue una expresión de emociones. Las canciones de los artistas se intercalaron con consignas espontáneas que los asistentes corearon con una mezcla de rabia y entusiasmo, con la furia que produce la masacre contra los palestinos pero también con el optimismo que provocan los encuentros, los afectos y la solidaridad. Fue una noche vibrante. La música, el arte y la expresión adquirieron sentido y, parafraseando al poeta republicano español Gabriel Celaya, se convirtieron en armas cargadas de futuro.

La noche, además, fue enriquecida con la lectura por parte de Ahmad del poema “Vine a cantar la herida del mundo”, de su autoría, que en sus líneas expresa la forma como el pueblo árabe, y en particular el palestino, se niega a ser borrado de la historia.

Cantar embellece la herida

del mundo,

pero el niño herido

quiere un vaso de agua, 

y yo le dibujo:

bellos oasis de luz.

Busco mis palabras moribundas,

las reúno en el cuarto cerrado

de la casa en llamas.

Si la mano que tiembla de terror

no escucha la última bomba

que le dispara el tiro de gracia,

entonces

que se quemen mis palabras

que ardan con los cuerpos ardidos

que caigan

ceniza entre la ceniza

polvo en el polvo

nada en la nada.

Los resultados

El concierto fue un éxito no solo por el espléndido espectáculo que se ofreció y por la oportunidad de encuentro y solidaridad, sino por el cumplimiento de los objetivos concretos del evento. Los organizadores lograron recaudar más de 13 millones de pesos que serán enviados a Gaza a través de la fundación egipcia Mersal, que destinará los fondos para la adquisición de medicamentos y su posterior envío a los territorios ocupados palestinos que están siendo víctimas del genocidio sionista.

Si bien la cifra puede parecer insuficiente para las urgentes necesidades que tienen en este momento los habitantes de la Franja de Gaza, es sin duda un aporte que seguramente salvará vidas y ayudará a mejorar las condiciones de las personas allí sometidas a bombardeos indiscriminados y desplazamiento forzado. Además, así como unos jóvenes en Bogotá decidieron sacudirse la modorra y organizar el Concierto por Palestina, seguramente esta iniciativa se está replicando en muchas partes del mundo.

El propio presidente Gustavo Petro compartió la imagen del concierto en su perfil de la red social X y propuso organizar un concierto más grande y multitudinario en apoyo a la causa palestina. Lo cierto es que, independientemente de lo que suceda en el futuro, estos jóvenes demostraron que si bien no se puede cambiar el mundo de un día para otro, sí es posible salir de la simple y cómoda retórica de la solidaridad para hacer un aporte concreto, que cambie efectivamente la vida de la gente. Por ello, en palabras de María Candelaria, “lo único que queda es hacer”.

 

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