lunes, febrero 10, 2025
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ELN, errores y lecciones

Editorial VOZ 3199

Nuevas dificultades y aprendizajes afloran en el proceso de paz entre el Estado colombiano y el ELN. A estas alturas, con las lecciones que han arrojado los anteriores procesos de paz, el secuestro extorsivo y económico es inaceptable y produce mucho daño al diálogo.

El amplio y persistente movimiento de la sociedad civil por la Paz, ha hecho ingentes esfuerzos para poder propiciar una nueva situación de diálogo en el país, como la que se generó a partir de los Acuerdos de Paz de La Habana, y, aunque al ELN no le gusten las comparaciones con este proceso, fue el que nos ha permitido albergar el momento que vive Colombia hoy, el del gobierno democrático, del cambio, las reformas y el inicio de la Paz Total.

Aunque teóricamente ninguna razón justifique la decisión final de optar por la guerra, las realidades de sometimiento, de violencia y terrorismo de Estado contra los pueblos obligan a estos a armarse para defender sus vidas, sus territorios y su cultura. Es la larga historia de lucha de clases sobre la que se desarrolla la humanidad.

Ahora no hablamos de las razones históricas de la guerra, hablamos del secuestro como hecho actual, que se da en pleno desarrollo de una mesa con el Gobierno y la sociedad civil, que lesiona de manera seria las posibilidades de paz, porque impacta profundamente la sensibilidad humana y social del país y de la comunidad internacional, más cuando el secuestro se relaciona con personas líderes de opinión que, por su condición visible y pública, el país los reconoce y aprecia.

El secuestro, además, se convierte en error táctico, no de guerra, sino político, porque se constituye en un plato apetitoso para una prensa de oposición maniquea, que aprovecha cualquier error o equivocación de las partes para deslegitimar la Paz Total y convocar a su negación, a la militarización y a la guerra arrasada contra los territorios.

El comandante del ELN, Antonio García, ha puesto el debate sobre la financiación y manutención de la ‘guerrillerada’, en momentos en que se desarrolla el cese al fuego, avanza la mesa y se establecen rutas claras para una paz final y duradera. Tema pertinente que es necesario abordar y para el cual el Gobierno debe tener respuestas claras y precisas. Pero no se puede poner a depender la solución de esta necesidad concreta, colocando de por medio y justificando el secuestro. La mesa y el gobierno tienen la obligación de buscar una salida a este vacío logístico que se ha detectado y el ELN tiene la obligación moral y ética de parar el secuestro.

Una de las primeras decisiones tomadas por las FARC para avanzar en la negociación con el gobierno de Santos, fue prohibir a sus frentes y unidades el secuestro. Aunque solo hasta el 2020 el antiguo secretariado reconoció pública y legalmente haberlos cometido, admitiendo su responsabilidad, comprometiéndose a decir la verdad y solicitando el perdón de las víctimas. El haberlo suspendido desde el 2014, permitió brindarles a las familias afectadas por esta acción, información que pudiera llevar a la liberación de los que aún permanecían en su poder. Son las lecciones aprendidas que no deben olvidarse y que podrían poner al ELN como la primera guerrilla que, iniciando el diálogo y la negociación, suspende y reconoce públicamente esta como una práctica execrable e inaceptable. No hay que esperar cinco años para tomar esa decisión, se puede evitar años de tristeza y dolor a familias enteras.

Se equivoca el ELN al invalidar una parte del Derecho Internacional Humanitario y el protocolo de Ginebra II, el Estatuto de Roma y la Corte Penal Internacional. El secuestro es un crimen de guerra, no amnistiable, constituye una violación tipificada en estos convenios internacionales firmados por el Estado colombiano, que obliga también a las partes comprometidas en conflictos internos. Y aunque al ELN tampoco le guste la Justicia Especial para a Paz – JEP, así lo reafirmó en su Auto 119 del Macro caso 01, relacionado con la imputación de los mandos y combatientes de las FARC, como responsables de “secuestros”. Que el ELN no les dé validez a estos convenios en materia del secuestro, no quiere decir que ellos estén exentos de que se les aplique.

Otra dificultad visible son los problemas de unidad de mando en su acción armada en los territorios. Para que este diálogo de paz culmine en la Paz Total, que el país necesita y el pueblo exige, es necesario que los representantes del ELN sentados en la mesa de negociación pongan sobre esta las dificultades que tienen para que todos los frentes guerrilleros unifiquen sus peticiones y sus condiciones para desarrollar el proceso.

Tanto el ELN como el Gobierno, si no aprenden de las lecciones, seguirán las equivocaciones.

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