Redacción VOZ
Dos ciudades del suroccidente colombiano fueron el epicentro de un nuevo taller preparatorio de la tercera Asamblea Nacional por la Paz. El 9 y 10 de agosto en las ciudades de Neiva y Popayán se dieron cita las personas delegadas para continuar el ejercicio nacional que ya se ha replicado en Ocaña, Norte de Santander; Villavicencio, Meta; Yopal, Casanare; Medellín, Antioquia; Orito, Putumayo; y Pasto; Nariño.
La Asamblea Nacional por la Paz es una iniciativa de la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo, USO, el principal sindicato de la clase trabajadora petrolera en el país .
De acuerdo con la USO, el objetivo del espacio es promover en la sociedad colombiana un diálogo plural, participativo y vinculante para la construcción de transformaciones políticas que coloquen los bienes naturales minero-energéticos en clave de consolidar una paz centrada en los derechos humanos, con enfoque de género.
Neiva
En Neiva, capital de un departamento seriamente golpeado por el conflicto armado, se reunieron cerca de cincuenta personas en representación del sindicalismo, de firmantes del Acuerdo de Paz, lideresas y líderes sociales, entre otros sectores, con el firme propósito de avanzar en la transformación de la vida y los territorios.
En las discusiones de este espacio en la tierra opita, los distintos liderazgos evidenciaron las particularidades de la región y se plantearon algunas ideas para solucionar las principales problemáticas. Por ejemplo, existe la necesidad de una plataforma de lucha autónoma para la organización de procesos sociales, políticos y económicos.
A propósito de las conflictividades minero-energéticas, las personas asistentes al taller expresaron su preocupación con la creciente explotación de fósforo en el municipio de Santa María, situación que ha ocasionado una alarma sobre la contaminación de las tierras opitas. De igual forma, la asamblea propuso la escuela nacional de líderes y lideresas seccional Huila.
Popayán
El departamento del Cauca es uno de los territorios donde se viene agudizando el conflicto social y armado. Esta situación queda en evidencia por la compleja confrontación entre las fuerzas militares del Estado y múltiples actores armados, siendo la población civil la principal afectada en la escalada de la guerra.
El Cauca es una de las regiones más biodiversas del país. También es uno de los territorios con más choques sociales entre las poblaciones que lo habitan. Desde los pueblos indígenas, comunidades negras, organizaciones campesinas, movimientos juveniles y un largo etcétera de procesos sociales con acervo popular, frente a una sólida oligarquía tradicional adversa a los cambios.
El territorio es un corredor estratégico para las economías ilícitas al conectar el Macizo colombiano con la inmensidad del océano Pacífico. Esta particularidad es aprovechada por los actores armados para aumentar su pie de fuerza, controlar territorio y así asegurar la rentabilidad económica que dejan las economías ilegalizadas.
Frente a este diagnóstico, los asistentes al taller plantearon las exigencias mínimas para garantizar el derecho a la vida en el territorio, entre las que destacan el respeto a la población civil y a los derechos humanos; el cese al fuego bilateral entre el Estado y los actores armados; detener el reclutamiento forzado de niños y adolescentes; la presencia institucional para saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas, comunidades negras y organizaciones campesinas; la participación de la sociedad, etc.
Tanto en Neiva como en Popayán, la USO sigue en el recorrido que terminará en noviembre cuando se desarrolle la tercera Asamblea Nacional por la Paz.