viernes, julio 26, 2024
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Aquí está tu pueblo, Armando

El pasado 27 de enero se cumplieron seis años de la muerte del poeta Armando Orozco Tovar. Para recordar la fecha, VOZ comparte las palabras escritas por el director del Festival Internacional de Poesía de Medellín y coordinador del Movimiento Poético Mundial

Fernando Rendón

Descendiente de Jorge Isaacs, no heredó el romanticismo. En línea directa descendió de Vidales y Mayakovski, de Brecht y Ritsos. A los seis años ingresó en Cali al kínder de las señoritas Pombo. Pero Armando aprendió sus primeras letras antes de nacer: “Yo aprendí a leer/ en el vientre de mi madre/ también el odio, las injusticias/ y el hambre//. ¡Ah, el hambre! / Luego los signos del dolor y las caídas/ el olvido del recuerdo por su sangre/ las caricias de la estación de la nieve y el trigo” /.

Militante de la Juventud Comunista, con 19 años es conducido a prisión en la fría Bogotá por su activismo político. La cárcel no apaga las ideas, aviva las llamas. Quedó hecho con el hierro del combatiente. Así fue militante del M-19, en 1975, e integrante del Partido Comunista, en 1980. Viajó a La Habana y a Moscú, como Nazim Hikmet. En Cuba estudió periodismo y en Moscú cuidaron su salud.

Poeta, periodista, pedagogo y militante, fue un espíritu profundamente humano. Generoso y abnegado con su pueblo, luchó comprendiendo con entereza “que moría entre sombras”, las sombras de la matanza secular, que también iban muriendo. El poeta escaló la montaña de los filósofos y supo que allí no moraban dioses sino gentes expoliadas, entre sembrados y avellanos.

Fue tan discreta la fuga

Su legado fue el delirio poético, la ebriedad rebelde. Armando Orozco (1942-2017) eligió la poesía como expresión del diálogo solidario con el pueblo y su tiempo, senda florecida para humanizar la sociedad, lengua deconstruida y resurgida para reconstituir los cimientos del porvenir, expansión de la energía radiante del cambio, alfabeto de un sueño sin confines, voz de paz, territorio singular de vocablos para fundar una fresca conciencia del mundo.

Sortilegio de una poesía llana y fabuladora”, al decir de Luis Vidales, con una poética oscilante entre la tragedia, el humor y el delirio, su obra –premiada en Cuba y en Colombia- lo visibilizó dentro y fuera del país. Armando el futuro de la patria en su interior, publicó los libros de poemas: Asumir el tiempo (1980), Las cosas en su sitio (1983), Eso es todo (1985), En lo alto del instante (1990), Para llamar a las sombras (1994), Visiones de vacío (1999), Del sonámbulo imaginado (2004) y Radar del azar (2010).

Todos vamos con cuidado desapareciendo. / Estamos aquí, / nos ven y nos saludan, / hasta que un día nadie nos vuelve a ver//… nadie nos recuerda, / nadie dice nada, / a uno fácilmente los amigos lo olvidan. / Fue tan discreta la fuga, la partida, el viaje, / que sólo los más íntimos preguntan:/ ¿dónde está ahora? //

Ni se te ocurra pensarlo, camarada. Tus temores no se cumplieron. Es esta la madrugada de la nación que soñamos. El Partido y el pueblo te leen. Brindamos por ti, contigo. Aquí está tu pueblo, Armando. Sigues aquí, nosotros a tu lado frecuentando tus versos, hermanando los pasos hacia la nación que llega, lidiando sin tregua contra el opresor de la vida, desplegando el juicio a la muerte que, aparente, nos separa.

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