Editorial 3234
Casi siempre que se llega a la mitad de un Gobierno, sobrevienen las evaluaciones técnicas, políticas y económicas. Generalmente, el Gobierno es sometido a un juicio público en el que se evalúan todas sus decisiones. Pero ¿cómo debe evaluarse un Gobierno no tradicional, progresista, democrático, de izquierda, que está cumpliendo con el Programa y el Plan de Desarrollo?
En un proceso de cambios y reformas como el que vivimos, no valoramos a un Gobierno aislado del proceso de organización del pueblo, el ejercicio es colectivo, nos evaluamos todos como sociedad. A dos años, el movimiento social por la paz, de los campesinos, las centrales sindicales y sus filiales, el movimiento de mujeres, de los jóvenes, de los pueblos indígenas y sus organizaciones, de las víctimas, debe hacer también su reflexión y preguntarse ¿qué tanto y cómo hemos aportado al proceso de cambio?
El Pacto Histórico, los partidos que lo conforman y se expresan en el Congreso, no están exentos de esta evaluación. Las decisiones políticas y de otra naturaleza, las posiciones asumidas en debates, el trabajo con el Gobierno, los niveles de confrontación y de respuesta a una derecha fustigante, ¿qué tanto incidieron en los resultados que hoy se muestran al país?
Los partidos y sectores tradicionales que integran la coalición de Gobierno, que, con diferencias y dudas, dieron un paso al frente para diferenciarse de la caverna y asumir el compromiso de apoyar las reformas y los cambios planteados, ¿han aportado todo lo que se necesitaba que hicieran? ¿Han superado la lógica del interés partidario ante un proyecto colectivo de país?
Las y los funcionarios que hacen parte del Gobierno, de carrera, provisionales, nuevos y antiguos, incluido ministros, viceministros, directores nacionales y territoriales, a todos ellos también les corresponde preguntarse ¿Hemos entendido que el país, el Gobierno y el Estado están en un proceso de cambio inédito y que no basta con cumplir con la misionalidad para este momento en el que el país necesita de una burocracia activa, participativa, propositiva y dialogante? Y aún más, ¿hemos puesto toda nuestra capacidad, experticia, profesionalismo y tecnicidad al servicio del Plan Nacional de Desarrollo?
El pueblo, sus organizaciones, sus movimientos y expresiones, sindicales y sociales y étnico-populares, sobre quienes recae la política, por quienes se ha constituido el nuevo momento de reformas y cambios, ¿han adquirido conciencia de lo que está en juego en el país?, ¿es este el nivel de organización que necesita el cambio?, ¿el nivel de la movilización lograda hasta ahora es suficiente para lograr lo que resta de las reformas y los cambios?, ¿alcanza para nuevas y duras batallas para ganar más derechos? Acaso, ¿se tiene la tendencia a dejarle la mayor responsabilidad al Gobierno?
El balance del Gobierno del Cambio no es exclusivo para el ejecutivo. En un proceso inédito de reformas y cambios, la responsabilidad se extiende al pueblo, sus organizaciones y expresiones. No le quedan sólo dos años más al Gobierno, le quedan dos años más a Colombia para lograr profundizar la democracia, la justicia social y darle continuidad.
