Se construye un mundo multipolar, aunque el viejo poder imperial atiza la guerra en Ucrania y en la Palestina ocupada
Ricardo Arenales
En momentos en que Estados Unidos ha tenido puesta toda su atención en las guerras que se libran en Ucrania y el Oriente Cercano, con los bombardeos diarios a la Franja de Gaza y el genocidio del pueblo palestino, se produjo la visita del presidente Gustavo Petro a China, la primera que un mandatario de izquierda en Colombia realiza al jefe de Estado del gigante asiático.
No es necio hacer el símil, por cuanto Colombia ha sido considerado en las últimas décadas como el “mejor aliado” de Estados Unidos, un aliado estratégico, el único país del continente que es miembro de la OTAN, que ha servido de plataforma para la agresión contra el gobierno bolivariano de Venezuela, que sirvió en bandeja de plata el pretexto para que Cuba fuera declarada “país patrocinador del terrorismo” y ha sido fiel servidor de los intereses norteamericanos.
Y tras la visita del presidente Petro a China, que comenzó el 24 de octubre y la reunión cimera con su homólogo Xi Jinping, ambos mandatarios suscribieron un paquete de 12 instrumentos de cooperación, que elevan a Colombia a la categoría de “socio estratégico de China”, un reconocimiento que abre enormes posibilidades de comercio bilateral, de mejorar la balanza de pagos, una perspectiva tan real, como que China en estos momentos es el segundo socio comercial de nuestro país, después de Estados Unidos.
El portero estaba dormido
Pekín no ha desplazado a Estados Unidos de su sitial de privilegio en las relaciones con Colombia, pero sí le ha propinado un formidable nocaut, al metérsele, ya no en el patio trasero, sino debajo de las cobijas, compartiendo sábanas con su mejor amigo.
El presidente de la Paz Total trajo en su maleta una serie de instrumentos de cooperación en áreas como el medio ambiente, la educación, la tecnología, entre otras. De acuerdo con versiones de prensa, Colombia sostuvo dos reuniones con dos empresas, una experta en puertos, que es la que está ejecutando las obras como el metro elevado, y otra experta en ferrocarriles, que se ocupa del tramo de occidente de Bogotá.
Con esta última, se discutió el plan de una red ferroviaria que conecte los puertos del Pacífico y el Caribe, como una ruta comercial internacional. Esta idea es, además, parte del proyecto chino de la ‘Iniciativa de la Franja y de la Ruta’.
De la parte colombiana, se informó que al país le interesa ampliar las exportaciones a China de productos de alta calidad como cafés especiales, flores, banano, aguacate y frutas tropicales como limón tahití, pasifloras, mango, piña.
Buenos amigos
El mandatario de China, Xi Jinping afirmó que las dos naciones se comprenden y apoyan en “intereses vitales”, “Somos buenos amigos y socios”, puntualizó el líder chino, en el Gran Palacio del Pueblo, donde Petro fue recibido con honores militares.
“Me complace anunciar conjuntamente con usted la promoción de la relación China-Colombia a una asociación estratégica”, precisó el gobernante asiático. Agregó que la nación asiática está “dispuesta a trabajar con Bogotá” para definir unas relaciones que “beneficien más a nuestros dos pueblos e inyecten energía positiva a la paz y al desarrollo del mundo”.
Uno de los temas que generó mayor expectativa fue la reunión con las empresas encargadas de la construcción de la primera línea del metro de Bogotá, en la que las partes concluyeron que es viable la propuesta de una fase elevada y otra subterránea, idea que, desde luego, fue rechazada por la alcaldesa Claudia López.
El tema de la OTAN
En un balance inicial de esta gestión, Petro dijo que su propuesta del metro subterráneo demostró ser viable, sin mayores traumatismos, que está el consentimiento de los ejecutores de la obra, está el presupuesto y están las herramientas legales. Faltaría la voluntad política de los actores que intervienen en el proyecto. Y esta parece adversa a las aspiraciones del presidente, si se tienen en cuenta los resultados de las elecciones del pasado 29 de octubre.
Otro tema que comienza a ser debatido entre analistas de las relaciones internacionales, hace referencia a las implicaciones de una “asociación estratégica” entre China con un país que es miembro de la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN, que tiene bases militares de Estados Unidos, que recibe una de las ayudas más voluminosas del Departamento de Estado del país del norte, y hasta no hace mucho, era la “niña de los ojos” de la política norteamericana en América Latina.
Para Camilo Defelipe, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, esta alianza estratégica le funciona a China para demostrar que tiene un margen de maniobra en la región, sin que esto signifique que el país asiático “le quitó” Colombia a Estados Unidos, ni mucho menos. Sin embargo, sí es una señal por parte de uno de los países más distantes con China en el continente latinoamericano.
El mundo se descarrila
Importa situar la discusión del tema en el contexto de construcción de un nuevo orden internacional, de un mundo multipolar, a pesar de que el viejo poder imperial atiza la guerra en Ucrania y en la Palestina ocupada. Vivimos un tránsito colectivo por un periodo de profundas transformaciones en el orden internacional.
En la última Asamblea General de las Naciones Unidas, su secretario general, António Guterres, reconoció no solo la necesidad de reformar el foro internacional, sino que admitió la existencia de un “mundo que se está descarrilando”.
Los tiempos del dominio de una gran potencia sobre los destinos del resto del planeta, están llegando a su fin. En su lugar los reemplaza una mayor multipolaridad, más actores sobre el escenario político toman la iniciativa de decidir sobre el nuevo mundo por venir.
Esta es la importancia de la relación con una potencia económica en Asia, con unas exportaciones en 2022 que ascendieron a dos mil millones de dólares e importaciones por alrededor de 16 mil millones. Cuenta, además, la invitación de China de trabajar mancomunadamente por construir la paz en el mundo, la paz en Colombia y el progreso social para los pueblos.