Cada frase es una sentencia, cada párrafo un mundo de imágenes, toda la obra es una lucha a muerte entre la vida y el poder destructivo de la codicia y la avaricia. Única posibilidad: el amor, la música, el goce y la lucha
Luydomin Atencia
He aquí un ser deiforme, sin tiempo ni lugar ni origen ni destino. Su única intermediación con este mundo es su palabra, en ella consume su vida su tiempo su experiencia. He aquí la ruptura y la montaña que te alimentará de asincrónicas tragedias, sexo-placer y poder, trilogía bíblica de un desbarajuste.
Apuntes anónimos la premiada novela de Ignacio Verbel Vergara acude a la policromía de formas literarias, pero no de cualquier manera, sino, desde un relato como una aspiración de oxigeno sostenido en el tiempo, sin exhalar sin pausa sin comas y sin ninguna señal de remordimientos.
Rara y disruptiva estructura
Me imagino la pregunta introspectiva de cada jurado y cada leyente al momento de adentrarse en ella, ¿Es una novela?, ¿un ensayo?, ¿un tratado?, ¿un testimonio? ¿un monologo del teatro de la vida? ¿Una denuncia? ¿Una crítica? ¿Un experimento? ¿Una historia de sexo y placer? ¿Una historia de amores fallidos? ¿Una historia de amor? ¿un cuento largo de amarguras? ¿Un discurso de múltiples contextos e Intertextos? Descontada su altura y calidad literaria, imagino tambien, al final la conclusión: es una novela del todo y de todo.
Una obra con una rara y disruptiva composición sintáctica y contextual. A veces volcada sobre una tragedia muy íntima, “algunas noches logro salir de mi y contemplo mi cuerpo allí, en el lecho, expuesto a todo, a un cataclismo, a un derrumbe del edificio, a un rayo asesino que se filtre por la ventana”, cargada de un ápice de esperanza “con un poco de licor, la tragedia se ablandará”
El todo y de todo
Una invitación a al vacío, “tendría que ser tantas cosas y ninguna, ser más que este cuerpo exhausto deambulando por senderos de la nada”, profetizando un final cruel surgido de la realidades circundantes de la guerra vivida. “Te sorberán los sesos, navegarás en el desierto, te romperás la crisma en cada recodo, te descarnará la impaciencia, te deshuesará la inseguridad, sudarás terror, te arrancarás los cabellos, Desesperado; te hundirás en un chocolate metafísico sin solución, zozobrarás en una gelatina deshumanizadora, las noches se te volverán sesiones de tortura”
Y cuando crees que Verbel, ha vertido toda su bilis escritural sobre ti, que te ha dicho todo, te saca del sueño mortal y te regresa a la maldita realidad, “Pero llega un momento en que la cuerda se rompe y quedamos al borde del abismo en el que agudas piedras nos esperan para destrozarnos”
Extraños altibajos, momentos de sosiego, del disfrute, de recuerdo del goce con un amor ausente, cuyo detonante en la memoria, quien lo creyera, son los pasos, su sonido su cadencia y su ritmo, “Cuando esos pasos amados se aproximan, cuando sabemos que vienen directo a nosotros, enseguida el alma se nos crece, una sonrisa empieza a tomar forma en nuestros labios, y, aunque sea de noche sabemos que nuestra dicha está alumbrando más que nunca (…) Yo aprendí a distinguir, a amar, a esperar tus pasos, Paola”
Un rio agitado
A veces, la embriaguez y la música son oasis turbulentos en la tormenta de este alegato en nombre de la humanidad, “Danzo y por mi boca brotan ríos de alegría, (…) que rasguen las guitarras sin descanso, (…) Dentro de mi hay una fiesta: Una melodía intensa recorre mis células, Manos vivas y danzantes brillan bajo el estallar de una música soberbia y rojiza que le comunica jubilo a mis ojos”
Y el rio agitado de Apuntes anónimos, sigue sus devenir, aparece, desaparece y reaparece Paola, “morena, tersa. Con un cuerpo liviano”, se atraviesa entre párrafos, Girondela. Se mueven con vida propia, garzas blancas, niños y viejos, poetas, escritores y pintores antiguos y nuevos desahuciados y aplaudidos.
En este rio, Verbel dibuja y vive con tal intensidad los momentos del Estallido Social lleno de heroísmo popular y denuncia del agresor, todo, en imágenes y construcciones de alternancia entre realismo y surrealismo, en instantáneas y a modo de crónica cruda y bella.
Se le acaba la tinta al escritor, pero el trance continúa y de cierre, una nueva y última sentencia en clave de saludo: “Aplausos, muchachos. (…) Ustedes propiciaran la muerte de la muerte”