viernes, diciembre 13, 2024
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Secretos de “la rodadita”

Yareli López Perdomo

El Festival Nacional del Bambuco se inició en honor a San Juan Bautista, un santo de la antigua Europa cristiana, que los colonizadores españoles trajeron a América; esta festividad estaba ligada a aclamar “La Jura” es decir la actividad de obediencia y respeto al Rey de España, Carlos IV; quien era la representación de lo divino sobre la tierra cumpliendo así su función evangelizadora. Para el caso de los opitas estas festividades se han arraigado en la idiosincrasia del huilense mostrando en todo su esplendor la cultura y la tradición que nos dejaron nuestros antepasados.

Lo ancho y lo largo de las tradicionales fiestas del Bambuco. Alegría, folclor y negocio.
Lo ancho y lo largo de las tradicionales fiestas del Bambuco. Alegría, folclor y negocio.

San Juan, custodio de estas fiestas es el anfitrión para los meses de junio, de abrir las celebraciones que desde tiempos coloniales se han venido realizando en el Huila, junto a él, San Eloy, San Eloycito, San Churrumbelo, San Churrumbelito, San Pedro y San Pablo, eran todos los días de fiesta en que el pueblo celebraba tanto en el campo como en la naciente ciudad.

No podemos dejar de hablar del personaje principal de las fiestas, el señor San Pedro, él es un santo ya entrado en años, con unos cuantos kilitos de más, su barba y cabellos son de un blanco cenizo, su vestimenta para este mes es especial, siempre trae puesta la mejor túnica de lino blanco bordada con lentejuelas doradas, un elegante sombrero de pindo y un raboegallo de color rojo encendido. Su ajuar lo complementa con unas alpargatas y mochila de fique junto con una totuma para recibir uno que otro traguito de la bebida oficial de las festividades, “el aguardiente”, él es quien está encargado de las llaves del cielo y como no, de abrir la jarana que lleva su nombre “El San Pedro”.

El Santo del desfile

Este particular santo siempre abre todos los desfiles que se realizan en honor a las diferentes candidatas a los reinados del sanjuanero, en su recorrido se topa con diversas muestras folclóricas, pero además para este año también se encuentra con la presencia de grandes emporios económicos que vienen de aquí y vienen de allá, pero yo diría que más bien son de por allá. Con tristeza San Pedro se enteró que el espacio público se subastó, y como no, sí señor, si por fuera se quedó el oriundo de la región Gaseosas Cóndor y se prefirió al gigante de Coca-Cola sin más opción.

Dicha subasta se llevó a cabo en el mes de mayo y la intención fue repartirse la torta, perdón, quise decir, repartir y organizar el espacio público de la calle del festival, donde se le cobraría un impuesto a los vendedores formales e informales con el fin de mantener el orden durante las festividades. Esta situación ha entristecido a San Pedro, quien considera que el espacio público es de todos y con estos impuestos violan el derecho al trabajo digno de los pobres neivanos que ven en este jolgorio la posibilidad de llevar comida a sus mesas.

Pero San Pedro sigue su recorrido, encontrándose con muchos culimbos, pichinches, tunantes y amantes del alboroto que en esta época de bambucos y rajaleñas todo olvidan; el desempleo, el trabajo infantil, la delincuencia común, la corrupción, las desapariciones forzadas y los desplazamientos que hoy por hoy aumentan la desigualdad en nuestra tierra, y que a su vez abren una profunda herida en el corazón de este Santo y del pueblo opita.

El embajador de la India

Un día fue el embajador de la India quien llegó a estas tierras, pero hoy son las grandes multinacionales que como Emgesa -Endesa quieren apoderarse de los recursos que en época de la colonia no alcanzaron a llevarse los españoles pero que ahora lo reclaman bajo los proyectos minero-energéticos que avala el estado en pro de la libre inversión abriéndole las puertas al proyecto globalizador del capitalismo.

Pero en mi tierra todo es gloria mientras se canta el joropo, y mientras que San Pedro se repone de esta tristeza, un olor a especias lo sorprende, es un olor que recuerda desde hace ya bastante tiempo, es el olor a gloria, su semblante cambia rápidamente mientras que saluda a su amigo Héctor de Jesús Correa Cano, un paisa que desde hace 35 años se dejó seducir por el encanto de las opitas y junto con su esposa atienden uno de los tantos negocios de comidas típicas del Huila.

Ese aroma que percibe San Pedro es la señal de que está saliendo del horno su plato favorito, el asado huilense, compuesto por carne de cerdo, insulso, yuca cocida y arepas oreja de perro que son infaltables al momento de degustar semejante manjar digno de los santos.

Una vez nuestro santo querido repuso energías (y no precisamente las de la mineroenergía) después de saludar a sus viejos amigos, continuó con su recorrido. En esta oportunidad aguzó su oído y se dejó llevar por los alegres ritmos que los opitas heredaron de personajes que como Rumichaca y Ulises Charry encarnan la idiosincrasia, el ser y el sentir del huilense, cargado de pelambres y cuentos que le sacan a todo y a todos. Los rajaleñas serán la interpretación musical que sin duda alguna representan a esta tierra de promisión como dijo muchas veces el joven escritor José Eustasio Rivera.

En esta tierra caliente donde todos toman aguardiente, bailan el joropo y cantan rajaleñas, San Pedro se relaja a pesar de las tragedias. Nuestro canoso amigo, rey de estas fiestas se despide después de haber gozado y gritando con la brisa de San Juan ¡viva mi Neiva!

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