Las delegaciones del Gobierno nacional y del Estado Mayor Central de las Farc-EP concertaron una semana más para la oficialización de la mesa de paz entre las partes. El acuerdo alcanzado en Tibú, Norte de Santander, suspende las acciones ofensivas, prepara el alistamiento del cese al fuego y establece nuevas fechas. ¿Qué pasó en el ardiente Catatumbo?
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
–Entonces, ¿rompemos o buscamos una solución? – fue el interrogante hecho por uno de los delegados del Gobierno nacional a los integrantes del Estado Mayor Central de las Farc-EP. La extensa reunión ya cumplía tres horas en una casa cerca al complejo deportivo de Tibú, Norte de Santander, lugar donde paralelamente se encontraban algo más de cinco mil personas que esperaban la instalación de la mesa de paz.
El Catatumbo era un verdadero infierno. A los casi 40 grados centígrados bajo la sombra, la temperatura social aumentó por cuenta de la ausencia en tarima del alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, y los jefes negociadores del Gobierno y el EMC Farc. Ni las presentaciones culturales, ni las palabras de las delegaciones de organizaciones sociales hechas en el acto, la mayoría campesinas e indígenas, lograban tranquilizar a las personas asistentes.
Los rumores
Las tensiones que se sintieron hasta el último momento del domingo 8 de octubre se remontan a la firma de los dos acuerdos entre el Gobierno y el EMC Farc en el corregimiento de Playa Rica, en Suárez, Cauca. En esas dos oportunidades las partes no solo habían fijado la fecha de la instalación de la mesa, sino también habían establecido algunas reglas de juego con referencia al “Acuerdo para el Respeto de la Población Civil” y la implementación del “Cese al Fuego Bilateral Temporal y de Carácter Nacional y Territorial”, con sus respectivos protocolos y mecanismos.
Desde el 19 de septiembre, fecha del último acuerdo, las partes comenzaron a trabajar en las tareas y compromisos. Sin embargo, días después ocurrieron dos atentados con víctimas civiles en el departamento del Cauca. Estás acciones armadas en contra de la población civil y que violentan el Derecho Internacional Humanitario automáticamente enrarecieron la atmosfera de la negociación.
Si bien la delegación de paz del Gobierno nacional identificó como positivo el comunicado del máximo líder del EMC Farc Iván Lozada de suspender todas las acciones ofensivas de la estructura armada hasta la fecha de instalación de la mesa, las desconfianzas aumentaron no solo en el poder ejecutivo, sino también en la guerrilla. Con el reloj en contra y con el 8 de octubre cerca, los rumores aumentaron con la posibilidad de una ruptura.

El cese y el Micay
Tres fuentes que pidieron reserva de su identidad, dos del Gobierno y una del movimiento social, le confirmaron lo anterior a VOZ. De hecho, estas voces dijeron que hasta el viernes 6 de octubre existían importantes avances tanto en el acuerdo a la población civil como en los mecanismos y protocolos frente a este instrumento. No obstante, la tensión giró en torno al cese al fuego y el decreto presidencial necesario para instalar la mesa. Este punto fue hasta el final la “piedra en el zapato” para lograr un acuerdo en Tibú y avanzar en el proceso.
En específico las dificultades con el posible decreto estaban en la temporalidad del cese y la territorialidad de este. Sobre el primer punto, el EMC Farc alegó pública y privadamente que la propuesta oficial iba en contravía a lo acordado en Suárez, Cauca, porque ya no sería un alto al fuego bilateral de diez sino de tres meses, con la posibilidad de prorrogarlo hasta seis meses.
Y un segundo ítem cuya problemática central tiene nombre y apellido: el cañón del Micay en Cauca. Mientras el Gobierno tiene objetivos consignados tanto en su Plan Nacional de Desarrollo como en su nueva política de seguridad y defensa, donde ha estructurado un plan de intervención estatal para territorios donde priman las economías ilegalizadas, siendo el Micay uno de sus principales apuestas; el EMC Farc y algunas comunidades habitantes del territorio denuncian la puesta en marcha de la “Operación Trueno” por parte de las Fuerzas Militares, que presuntamente contemplaría la toma a sangre y fuego de la región. Así las cosas, la presencia de delegados militares en la propuesta de transformación del cañón aumentaron la crisis en la víspera de la instalación.
Caracterización
Un firmante de paz y acompañante del proceso, quien también pidió reserva de su nombre, le compartió a VOZ una caracterización personal del EMC Farc muy importante, no solo para entender al grupo armado sino también las prematuras dificultades de la negociación.
“Lo primero es que se trata de una guerrilla con una comandancia joven. La mayoría de ellos vienen del partido clandestino y no de lo que fue la guerrilla de las Farc. Esto significa una particular posición política e ideológica, que se evidencian en la negociación.
“Lo segundo es que en muchos casos sus fuentes de financiación las están destinado al trabajo de masas y no al plan estratégico, esto puede identificarse en el Micay, donde su presencia territorial ha significado la construcción de la vía al Pacifico, un hospital de segundo nivel y una especie de apoyo paraestatal para el campesinado cocalero, precisamente en momentos donde hay crisis en esta economía ilegalizada”, dice.
La fuente también habla de Iván Lozada, comandante del EMC Farc: “Es importante que el país conozca que es un hombre construido en la guerra, pero que también escucha y atiende sugerencias. Viene del Bloque Oriental, es decir, tiene la formación del Mono (Jorge Briceño), que contrario a lo que muchos piensan no es el guerrerismo. Aunque es contradictor del Acuerdo de Paz firmado en 2016, le interesa mucho los errores de la negociación en La Habana, para no replicarlos en esta oportunidad”.
Finalmente, esta voz autorizada también analiza las desconfianzas entre las partes: “Es natural que sobre el cese existan susceptibilidades. Primero, partimos que es un alto al fuego, no de hostilidades. Eso significa, que no se acuerda el cese de actividades como las fuentes de financiación por narcotráfico, minería ilegal, extorsión, etc. Lo segundo, es que para nadie es un secreto que históricamente la suspensión de la confrontación, así sea temporal, permite un crecimiento tanto de la organización armada, como el perfeccionamiento de las estrategias de inteligencia militar. El Gobierno, pero fundamentalmente los militares, lo saben y por eso presionan que no sea de diez meses sino de tres. Sin embargo, creo que si se supera esto, la mesa tiene las herramientas para avanzar”.

Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la OEA
El acto
Regresamos a Tibú. Este periódico conoció que la reunión que cita el inicio de esta crónica se estableció horas antes de comenzar la jornada de instalación de la mesa, que finalmente se dio sobre las once y media de la mañana.
En el ardiente Catatumbo ya se encontraban delegaciones de organizaciones sociales, campesinas, indígenas y afros, especialmente de Norte de Santander, Cauca, Caquetá, Meta, Arauca, Nariño, Putumayo, Sur de Bolívar, entre otras regiones golpeadas por la violencia. Para el caso de las comitivas que viajaron desde el suroccidente, los testimonios narraban más de treinta horas de desplazamiento por carretera.
Al igual, este periódico discrepa con la información que dio La Opinión de Cúcuta y varios medios corporativos de comunicación que informaron la presencia de no más de mil personas. Un video grabado por el semanario VOZ y montado al instante en las distintas plataformas digitales reflejó la asistencia de más de cinco mil personas, tanto en la enorme carpa instalada en el estadio de fútbol, como en los distintos puntos del complejo deportivo de Tibú, que entre otras cosas se caracteriza por un estado precario en su infraestructura.
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Con la entonación de los himnos de Colombia, Norte de Santander, Tibú, Guardia Campesina, un ritual del pueblo ancestral Barí y la presentación artística de agrupaciones locales como el dúo Motilonas Rap, se dio inicio al acto que no contaba con la presencia del alto comisionado Danilo Rueda, el jefe negociador del Gobierno, Camilo González Posso, y el negociador del EMC Farc, Sebastián Martínez.
Sin embargo, en la mesa sí estaba el jefe de la delegación de la guerrilla Andrey Avendaño, como también los delegados Franco Ramírez, Tomas Ojeda, Fernanda Briceño, Arley González y Leopoldo Durán. Mientras que por el Gobierno se encontraban los negociadores Fabio Valencia Cossio, Carlos Murgas, Feliciano Valencia, Yezid Arteta, Gloria Quinceno, Óscar Salazar, la coronel Genny Calvo Olmos, entre otros delegados.
Madurez política
Con las escuetas palabras de Feliciano Valencia y Andrey Avendaño inició el evento. Inmediatamente el micrófono lo tuvieron las organizaciones sociales presentes en el acto, interrumpido en ocasiones por distintas interpretaciones culturales.
En general, las comunidades saludaron el espacio, narraron las problemáticas de sus territorios y persuadieron a las partes de avanzar en el cese al fuego, construir la anhelada transformación económica de las regiones y proteger a la población civil de la confrontación armada.
Simultáneamente, la crucial reunión privada de las delegaciones pasaba por su momento más difícil. Existía un borrador de decreto de cese al fuego y un ofrecimiento adicional por parte del presidente Gustavo Petro. Junto con la firma del instrumento jurídico fundamental para la instalación de la mesa, el jefe de Estado tenía preparado un trino en su red social X con más de siete millones de seguidores y una alocución en cadena nacional donde anunciaba el cese al fuego.
Lo que fue inicial y parcialmente aceptado por los delegados del EMC Farc, después fue rechazado porque en la interpretación de la estructura armada lo propuesto se salía de lo acordado en Suárez, Cauca. Tanto la opinión de los guerrilleros presentes, así como las consultas hechas en el momento, sugerían una fatal salida: el retiro de la delegación del espacio de instalación.
Fue el momento en que se lanzó la pregunta, “¿rompemos o buscamos una solución?”. Si se considera que en ese preciso instante los ánimos estaban cada vez más caldeados en la tarima principal, por cuenta de las ausencias y la dilatación del espacio, las delegaciones llegaron a un acuerdo que minutos después fue leído a la plenaria del acto.

El acuerdo
Posteriormente a los instantes de crisis en el acto, donde las comunidades campesinas exigían con beligerancia el cese al fuego, lo que ocasionó prematuros titulares de prensa, tanto la Guardia Campesina del Catatumbo como el jefe de la delegación del EMC hicieron un llamado a la calma. “Andrey ayuda mucho. A pesar de su juventud, ha demostrado mucha experticia en la negociación y es un buen elemento a la hora de dialogar”, fue el mensaje de WhatsApp que recibió este redactor por parte de una fuente muy cercana al proceso.
“Paramos la guerra y nos preparamos para un proceso de paz sostenido y consolidado”, fue el inicio de la declaración conjunta leída por las delegadas Fernanda Briceño por el EMC Farc y la coronel Genny Calvo por parte del Gobierno.
En resumen, los cinco puntos de lo acordado fueron: parar la guerra y continuar con el proceso; a partir del 8 de octubre se suspenden las acciones ofensivas como mecanismos para proteger a la población civil y disminuir los efectos de la confrontación; las delegaciones manifiestan que se requiere un mayor alistamiento previo para poner en marcha todos los mecanismos para el cese al fuego; el día 16 de octubre, el Gobierno nacional expedirá el decreto definitivo de cese al fuego y así facilitar la continuidad de la negociación; y finalmente, se pospone la instalación de la mesa para el 16 de octubre, fecha en la que culmina la fase exploratoria e inicia formalmente el proceso de paz.
Una vez transmitido el acuerdo a los asistentes, las comunidades celebraron con aplausos y arengas. Aunque no se cumplía el principal objetivo de la jornada que era la instalación de la mesa, la noticia que se paraba la guerra entra las partes y que se mantenía la voluntad de paz eran las razones más que necesarias para avanzar.
La gente respalda el proceso
“Estamos convencidas que la solución política al conflicto social y armado tiene que ser la prioridad del momento y para el futuro. Sin embargo, también entendemos que ese diálogo que ya inició tiene que estar muy bien concertado entre las partes, situación que no será de un momento para otro y que tomará su tiempo. Lo que sucedió en el acto de instalación de la mesa nos recuerda que es más que necesario llegar a los acuerdos que permitan dar los pasos en beneficio de las comunidades y los territorios”, fue el análisis hecho por Carolina Mesa, dirigente social y militante del Partido Comunista del Cauca.
Para Mesa, si bien no hay tiempo límite para avanzar, si es importante que existan la implementación de políticas para darle solución a las problemáticas que causan la guerra.
“Esperamos que en esta semana el Gobierno nacional y el EMC Farc se pongan de acuerdo para que la instalación se realice en buenos términos. Vemos con buenos ojos que las comunidades respaldan el proceso de paz. Se movilizaron más de cinco mil personas, desde distintas zonas del país, lo que demuestra el compromiso de la gente con acompañar la mesa”, son las palabras de la también dirigente del Proceso de Unidad Popular del Suroccidente Colombiano, Pupsoc.
Para Mesa, lo ocurrido en Tibú evidenció que independientemente de la negociación, el movimiento social exige claridades y participación efectiva en el proceso: “El llamado es a asegurar la intervención de la gente en estos espacios para que todo lo que se concerté tenga la visión de las comunidades que son en últimas las que viven las dinámicas en sus territorios y sufren el conflicto”.
Al cierre de esta edición se conoció el decreto del Ministerio de Defensa de suspensión de las operaciones militares ofensivas del ejército y policía en contra del EMC Farc en todo el territorio nacional. “Mientras el mundo se embarca de guerra en guerra, nosotros vamos por la paz”, fueron las palabras del presidente Gustavo Petro en el consejo de paz y seguridad ciudadana, donde la mesa de diálogo fue el principal tema abordado.
La semana en la que circula este periódico será crucial para el proceso y para la paz de Colombia.