La pieza cinematográfica critica el estado colectivo de apaciguamiento y tranquilidad ante la debacle de la humanidad por causas del capitalismo. Lo sorprendente es que lo representado en la película, está ocurriendo en 2023
Zabier Hernández Buelvas
Como un televisor que está encendido, pero sin poder sintonizar ningún canal, así quedará la tierra con los impactos del capitalismo. Estudios actuales han demostrado que el sonido o ruido blanco, originalmente conocido en inglés como white noise, tiene un efecto relajante y tranquilizador sobre el ser humano y puede ayudar a conciliar el sueño.
Pero, ¿quién puede conciliar el sueño sabiendo que en cualquier momento podemos extinguirnos como humanidad? Si no lo detenemos, la avaricia y el productivismo del capitalismo nos llevará hasta esta apocalíptica visión.
No es coincidencia
Ruido blanco (2022), película hace una adaptación de la novela White noise (1985) del escritor norteamericano Don DeLillo. Es una tragicomedia de contrasentidos, puede asumirse como predictiva, pero ante todo es crítica al estado colectivo de apaciguamiento y tranquilidad con que vemos venir la debacle de la humanidad por causas del capitalismo.
Jack Gladney es el personaje protagonista, un experto en Hitler, porque ¿quién en nuestra era representa con la mayor fidelidad al capitalismo asesino y extinguidor de humanidad? El fascismo encarnado en el Führer. Hoy, el ruido blanco del trabajo y la producción no deja escuchar el ruido de los neonazis que habitan las fronteras ruso ucranianas, en Europa y Estados Unidos, que residen en los corazoncitos de las derechas latinoamericanas.
En la película no es coincidencia el momento en que Jack está dando su mejor discurso en la Universidad de Ohio sobre Hitler y la muerte, instante en que explica como el capitalismo rinde tributo a los muertos, pero no a los ya fallecidos, sino a los futuros, a los millones que caerán produciendo riquezas para unos cuantos.
Allí, en ese instante, ocurre la coalición entre la tractomula que conduce un obrero avanzado de edad con el tren que lleva millones de galones de químicos. Ocurre el descarrilamiento del tren, la explosión y se crea la nube tóxica en expansión que obliga a evacuar al pueblo de Palestina Oriental en Ohio. Así lo representó la película en 2022 y así ocurrió en el 2023.
Destruyen la vida del planeta
La explosión real, la de febrero de 2023, contaminó al río Ohio, lo que aproximadamente podría afectar a 25 millones de personas. En un radio de 20 kilómetros a la redonda, los habitantes informan de animales muertos, malestares estomacales, náuseas y dolores de cabeza en humanos. El Cloruro de Vinilo es muy peligroso para la salud humana, es un carcinógeno, que tiene efectos duraderos hasta alcanzar a afectar a una o dos generaciones completas.
En L’Humanité el sindicato ferroviario Railroad Workers United, RWU, denunció que el accidente es el producto de la “carrera por las ganancias y desprecio por la seguridad”. El sindicato ya había advertido antes y denunciaba “tiempos de inspección reducidos, dejando vagones defectuosos en los convoyes (…) trenes excesivamente largos y pesados (…) y repartos de carga mal hechos para ahorrar tiempo”. Mientras estamos relajados escuchando el ruido blanco de la ilusión consumista, los capitalistas destruyen la vida en el planeta.
No es noticia
El ruido blanco que calma el cerebro colectivo de la actual sociedad es el consumismo. La relajación colectiva deviene del impulso de comprar, como los bebés en el útero de la madre, nos sentimos bien y protegidos en el gran centro donde se comercian nuestras vidas.
La película termina en un mundo feliz, en el que todos y todas, después de la tragedia, se reencuentran en el supermercado de gran superficie, danzando y comprando. Mientras un viejo obrero, con un arcaico televisor en la mano, vocifera “todo lo que amamos y por lo que trabajamos está en grave peligro. ¿Acaso el miedo no es noticia?”.