El ingeniero no solo es cercano al uribismo, al punto en que con hora y fecha recuerda en una entrevista cuándo el doctor Uribe lo recibió en el hotel Chicamocha y le dio el espaldarazo para ser alcalde de Bucaramanga
Pablo Arciniegas
El ingeniero Rodolfo Hernández se trepó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con más de seis millones de votos, que son una amalgama del caudal electoral que ha constituido en los Santanderes junto con líderes empresariales regionales, uribistas pura cepa y un segmento importante de ciudadanos llevados a pensar que él no está con los políticos tradicionales.
Los analistas de los medios masivos no lo reportan, pero a última hora, a Hernández también se le sumó el apoyo de cientos de contratistas y empleados del Estado, que a través de los pasillos se enteraron que él era el gallo tapado del Establecimiento y tocaba votarle en primera. Pero estaba avisado. El ingeniero no solo es cercano al uribismo, al punto en que con hora y fecha recuerda en una entrevista cuándo el doctor Uribe lo recibió en el hotel Chicamocha y le dio el espaldarazo para ser alcalde de Bucaramanga.
Rodolfo es del establecimiento porque su proyecto político es utilizar el gasto público para enriquecer a su familia y amigos (como lo han hecho los pasados gobiernos de Colombia). El precedente es Bucaramanga donde cortó relaciones con el Consejo y a las malas intentó darle el negocio de las basuras a la empresa Vitalogic de la cual su hijo era consultor. De cerrarse el negocio, Hernández Jr. se llevaba alrededor de 16 mil millones de pesos.
Para dejarlo claro: el ingeniero es la rosca y lo podrido, pero con otra cara. Y eso implica que en un posible gobierno suyo, las necesidades que más apremian a Colombia para reducir su profunda crisis social y problemas concretos como el del hambre que reportó la FAO, van a quedar en el mismo veremos que con Duque o en las manos de un funcionario poco idóneo. La diferencia es que la presencia de Rodolfo y los suyos donde haya que sacar tajada será más grosera. Ya lo dijo él: qué delicia tener a un hombrecito pagando quince años de intereses.
Por supuesto, los fascistas como parte del establecimiento son los más felices con la opción de Rodolfo Hernández en la presidencia. No porque el hombre sea la viva imagen de sus complejos de superioridad y pureza, sino porque su gobierno es la gota que derramará el vaso. ¿Cuál será el nivel de insatisfacción de los que van a votar por este outsider, cuando sepan que su política económica nos va a llevar a la pobreza, como lo hace la que hoy está implementada?
El estallido social, como mal le dicen a la gente con hambre que sale a las calles, será algo inevitable. El ingeniero desplegará al ESMAD con el fin de darle una cacheatada definitiva a los vándalos: mientras esparce violencia, represión, autoritarismo y la discriminación de los que parezcan enemigos internos, mujeres, homosexuales, negros y trasns, sobre todo. El mismo miedo de siempre, desde donde los fachos hacen política.
No se puede permitir que Rodolfo Hernández sea presidente. Cargamos a nuestras espaldas casi un centenar de jóvenes muertos en el Paro Nacional, masacres y líderes asesinados que exigían presencia del Estado, oportunidades y respeto a sus derechos. Hoy ese futuro puede estar trancado por un hombre cuya aspiración es ser rey de Colombia. Está de nuestra parte hacerlo quedar más evidencia, el ingeniero es y será la misma política del empobrecimiento y la muerte de siempre, pero con injertos capilares.