El Pacto Histórico se propone derogar la política de obligar a ir a la guerra a jóvenes de la clase trabajadora y de sectores campesinos
UAN Heidy Sánchez
Colombia necesita con desespero superar el momento histórico de la guerra como centro de la vida política y social del país. En ese propósito, nuestro partido, junto con un amplio espectro de fuerzas democráticas, se ha abierto camino en medio de la confrontación de clases para darle cabida a una esperanza de paz como base de la apertura democrática necesaria para llevar a la sociedad colombiana a un nuevo estadio, a nuevos escenarios de disputa por los derechos y a nuevas salidas.
El hecho reciente más destacado en esa larga lucha del pueblo colombiano fue la victoria electoral del Pacto Histórico de este año. Pues bien, para concretar lo que, en el lenguaje del nuevo gobierno, se ha denominado la política de “paz total” es necesario acabar con todos los lastres de la guerra, de los cuales, uno de los más oprobiosos es el servicio militar obligatorio.
Ocho irregularidades
Esta práctica de obligar a jóvenes, casi todos provenientes de las capas más humildes de las clases trabajadoras, a ir a la guerra para defender los intereses de la minoría más rica del país, ha sido sistemáticamente aplicada con toda clase de ilegalidades y abusos por parte de su principal artífice: el Ejército colombiano.
Esto es así por una sencilla razón que poco a poco se hace más evidente en medio de la movilización: los jóvenes no quieren ir a la guerra, no se quieren prestar como carne de cañón para una confrontación que no les beneficia. Ante esto, no le queda otra opción a la fuerza armada que recurrir a la arbitrariedad y la violación de las normas que regulan el proceso de incorporación de jóvenes al ejército para resolver su situación militar.
Tal como lo reseña la Acción Colectiva de Objetores y Objetoras de Conciencia, Acooc “desde 1886 (año en que se instaura el servicio militar obligatorio) el Ejército ha recurrido a prácticas de reclutamiento forzado debido a los problemas para cumplir sus cuotas, principalmente por la falta de legitimidad de una institución que en la práctica sólo busca llevarse a jóvenes desescolarizados, empobrecidos y campesinos”¹.
Esta misma organización reseña como, solo en 2021, se han podido evidenciar las siguientes irregularidades: 1) El personal que está coordinando y realizando los operativos de reclutamiento desconoce la Ley 1861 del 2017; 2) El personal de reclutamiento desconoce los límites de sus funciones; 3) Se están desconociendo las causales de exoneración y aplazamiento; 4) Se ponen obstáculos para que los jóvenes y sus familias certifiquen causales de exoneración y aplazamiento; 5) No se está entregando información veraz sobre el derecho a la objeción de conciencia, y los jóvenes que reclaman o exigen este derecho son ignorados o intimidados; 6) Se manipula a los jóvenes para que firmen documentos en los que renuncian a sus causales de exoneración y aplazamiento; 7) Efectivos del ejército intimidan a los jóvenes y sus familias luego de realizar las detenciones arbitrarias; 8) El régimen disciplinario para las fuerzas militares produce impunidad sobre las denuncias realizadas.
Modus operandi
Analizando únicamente esta jornada de reclutamiento que inició el pasado 1 de agosto (hay cuatro jornadas de estas cada año) la cuota de reclutamiento, es decir, el número de personas que el ejército espera reclutar a nivel nacional es de 18.400 -es decir, es una cuota de alrededor de 80 mil jóvenes por año-, de los cuales esperan que 2.969 provengan de Bogotá. Es imposible que el Ejército Nacional pueda cumplir estas cuotas sin recurrir al ejercicio sistemático de prácticas irregulares, quebrantamientos de la Ley y violaciones a los derechos humanos.
Número de hombres reclutados al servicio militar | |||
2018 | 2019 | 2020 | 2021 |
64.386 | 59.382 | 34.482 | 70.477 |
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Por ejemplo, en el marco de la mesa de seguimiento al reclutamiento y el derecho a la objeción por conciencia, instancia interinstitucional que hemos impulsado en Bogotá, la dirección de derechos humanos de la Secretaría de Gobierno evidenció la sistematicidad de casos de reclutamiento irregular por parte del Ejército Nacional en la ciudad, en particular, es grave el uso sistemático del sistema Transmilenio para el reclutamiento de jóvenes.
Aunque hay variaciones, el modus operandi básico funciona de la siguiente manera: los efectivos del Ejército esperan a los jóvenes en distintos puntos del sistema de transporte público (estaciones del sistema troncal, paraderos del sistema zonal, etc.), les retienen sus documentos y los conducen, muchas veces en el mismo sistema, hacia instalaciones militares, en donde son retenidos e intimidados hasta conseguir su incorporación.
Uno de los casos más preocupantes fue el de un joven que fue conducido hasta el terminal de transporte y obligado a tomar un bus intermunicipal hasta Duitama, con el fin de incorporarlo al Ejército en este municipio.
La promesa del Pacto Histórico
Aunque nos esforzamos, junto al indispensable esfuerzo de organizaciones como Acooc, JustaPaz, entre otras, por contener estas incesantes oleadas de arbitrariedad y garantizar los derechos de los jóvenes, lo más probable es que estos casos se sigan presentando hasta tanto no se elimine el problema de raíz: la injustificada obligatoriedad de prestar servicio militar en Colombia.
Esa es precisamente una de las reformas en las que debe avanzar el gobierno del Pacto Histórico para construir lo que se ha denominado “paz total” (nosotros lo llamamos desde los años ochenta, apertura democrática).
El nuevo ministro de Defensa, Iván Velásquez, ha manifestado estar de acuerdo con esta reforma, por lo que tendremos un ojo vigilante y estaremos prestos a la movilización para hacer cumplir esta promesa, pues significaría un cambio sustancial para los derechos de la juventud colombiana: no tener miedo a tomar el transporte público, dejar de pensar en cómo evadir al Ejército en las calles, dejar de intentar contener esta arbitrariedad de la fuerza armada, eliminar de tajo la posibilidad de ser obligado a matar a otras personas para “servir a la patria” y en cambio construir un nuevo futuro, ese que han anhelado muchas generaciones de compatriotas.