jueves, abril 25, 2024
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Por las mujeres de Afganistán

Renata Cabrales

Algunos datos históricos narrados en un viejo artículo de la BBC ilustran que en 1973, Zahir Shah fue derrocado por el izquierdista Mohammed Daoud Khan, poniendo fin a más de 200 años de monarquía en Afganistán.

Desde entonces, durante la denominada República de Afganistán avanzaron los derechos de las mujeres, ya que estas pudieron hacer parte del Parlamento, recibir  educación universitaria y obtener cargos públicos. Y todo esto gracias a los regímenes de ese entonces, apoyados por la Unión Soviética, a finales de los años 70, cuando el  Partido Democrático Popular (marxista) de Afganistán llegó al poder durante la Revolución de abril de 1978. Y el avance de estos derechos continuó después de la invasión soviética en 1979.

Pero, cuando el Talibán llegó por primera vez al poder en 1996, los derechos de las mujeres a la educación y al empleo quedaron totalmente prohibidos. Las mujeres afganas solo podían salir acompañadas por un familiar hombre y debían vestir una burka que las cubría totalmente. Así como también se vieron condenadas a crueles medidas impuestas por normas  fundamentalistas y retrógradas, como decapitaciones y lapidaciones, por supuesta desobediencia.

Más adelante, durante la invasión de los Estados Unidos, la situación cambió un poco, pero no es que haya mejorado, pues según el movimiento de mujeres  RAWA, Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán,  sus derechos en ese tiempo fueron obtenidos gracias a las exigencias del movimiento y no de la intervención gringa.

Pero este respiro duró poco, pues después de la retirada de las tropas gringas del país, en agosto de 2021, los talibanes (palabra que irónicamente significa estudiantes) volvieron al poder, duplicando todas sus formas de misoginia. Entonces, las mujeres  han empezado a padecer las mismas violencias e incluso, hace pocos días las puertas de las universidades han sido cerradas en sus caras cubiertas de forma obligatoria por las violentas leyes religiosas.

En protesta contra las nuevas  reformas de los talibanes, una joven afgana, se paró en la entrada de una universidad, el pasado domingo 25 de diciembre ( mientras casi el mundo entero celebraba las fiestas de fin de año), sosteniendo un cartel  en el que decía, en árabe: «iqra» que significa «leer «. Según la religión  musulmana  la primera palabra revelada por Dios al profeta Mahoma es leer: “Dios nos dio el derecho a la educación. Debemos temer a Dios, no a los talibanes, que quieren privarnos de nuestros derechos”, dijo la joven mujer a la BBC.

Después de excluir a las niñas de la mayoría de las escuelas secundarias durante los últimos 16 meses, los talibanes también prohibieron la educación universitaria para las mujeres, quienes veían en esta opción de superación la única forma de poder liberarse del yugo religioso impuesto por el gobierno fundamentalista de los talibanes.

Hoy en día, Afganistán es un país sumido en la peor de las miserias, de donde la gente huye a diario en solicitud de protección, porque si no los mata el hambre, los matan los enfrentamientos entre grupos religiosos extremistas. Familias enteras hacen interminables recorridos a través del primer mundo, en busca de un futuro mejor. En estos casos, como es de saber, siempre las mujeres llevan la peor parte, y en este sentido, es cuando la historia sí debería repetirse, y una vuelta al comunismo le haría bien a este flagelado país.

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