martes, abril 30, 2024
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Pedro León Torres: el héroe de Yacuanquer

Los siete infantes de Lara o bien los Siete hermanos macabeos. El general venezolano que batalló, perdió y aportó a la independencia es hoy el faro heroico de un pequeño municipio al pie del Volcán Galeras en Nariño

Fernando Iriarte

De Lara, por referencia al cantar de gesta medieval español con ese mismo nombre y porque coincidía con que eran oriundos del estado Lara en Venezuela. Macabeos por ser siete hermanos muertos uno tras de otro, como en la tradición del cristianismo ortodoxo, los antiguos siete mártires de esa fe.

General de brigada en Haití

Los del siglo diecinueve también fueron siete, hermanos entre sí y guerreros que murieron en breve lapso en su lucha contra el imperio español. Eran de apellido Torres Arrieche, nacidos en Carora en el estado Lara y lucharon y dieron la vida en la Guerra de la Independencia. Próceres suramericanos sin lugar a duda, especialmente el héroe de Yacuanquer: general de división Pedro León Torres, uno de siete hermanos venezolanos del mismo apellido, muerto en la batalla de Bomboná en 1822 con treinta y cuatro años de edad.

En su periplo vital resultó preso muy joven y enviado a las cárceles de Puerto Rico por los españoles. Luego hizo parte de la Campaña Admirable que partió de Nueva Granada a Venezuela y entre otros muchos sitios peleó en San Mateo, donde en una explosión autoprovocada murió Antonio Ricaurte. Huyó a las Antillas y participó en la Expedición de los Cayos con la ayuda de Alejandro Petion, presidente de Haití, primer territorio libre de América Latina. Por entonces, Piar lo nombró General de Brigada.

Designado por Simón Bolívar en Cundinamarca como jefe del Ejército del Sur y más tarde marchó en su compañía hasta los límites de la Nueva Granada y el actual Ecuador, en las inmediaciones del volcán Galeras, cerca de Pasto.

Derrota y triunfo

Eran tiempos de guerra, una difícil confrontación armada que por infortunio histórico pareciera que hemos olvidado, al menos minimizado en la memoria al compararla con las guerras civiles que siguieron y el desangramiento a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, pues no lo hemos podido detener.

En realidad, la Guerra de Independencia no fue poca cosa y sus protagonistas jamás fueron actores de una opereta. A veces se escucha decir “la batalla de Boyacá no fue tan grande como la muestran. Bolívar estaba en una colina mirando desde lejos y no participó directamente”. Puede que sí, pero de ese modo es como debe ser. Los generales planean la estrategia y representan al Ejército y lo que conviene es preservarles la vida.

De semejante modo, pero de manera contraria, la Batalla de Bomboná, en el sur del país, años después ─que resultó en pérdida para los ejércitos patriotas─ no fue definitiva a pesar de ser una derrota. No detuvo la insurgencia, que continuó su avance y terminó triunfando en Ecuador, Perú y Bolivia hasta destrozar las fuerzas del Imperio, ni tampoco significó el triunfo definitivo de los realistas.

Desde hace milenios se sabe que es posible ganar de manera brillante una batalla, pero perder la guerra, o perder una batalla y acabar obteniendo la victoria grande.

El desenlace de la vida del general Pedro León Torres debe ser analizado también con esta lógica. Es cierto que murió tras la derrota del Ejército independentista ─del cual fue uno de sus grandes oficiales─ en Bomboná, en el año que hemos dicho y, sin embargo, lo que hizo formó parte de la gesta libertadora. Libertadora fue, así muchos de los que en ella pelearon o la dirigieron acabaran perdiendo el norte en las décadas siguientes.

Servir como general o como soldado

Narran los hechos escuetos que, al llegar al campo de batalla en Bomboná, Bolívar se fijó en la importancia que sus fuerzas ocuparan una colina específica y relevante. Para ello, ordenó al general Pedro León Torres que la tomara de inmediato, sin detenerse a hacer otra cosa. Pero Torres, que venía con sus combatientes exhaustos, tomó por su propia cuenta la decisión de almorzar primero con toda su gente. Y así lo hizo.

Cuando Bolívar se enteró de esto ya era tarde: el Ejército español se había apoderado de la colina y era un hecho muy peligroso que podía implicar la derrota de los patriotas.

Entró en cólera y pidió a Torres que le entregara su espada, lo que significó que le quitaba el mando. Torres la entregó y Bolívar partió el arma contra el suelo. Entonces Torres le dijo “General, si no soy digno de servir a mi patria como General, la serviré al menos como Granadero” y se dispuso a participar como simple soldado. Simón Bolívar quedó impactado por esa actitud, tomó del cinto su propia espada y se la entregó a su compatriota, retornándole el mando.

Ese día Pedro León Torres combatió con bravura y resultó herido de manera grave, así como hecho prisionero. La jornada fue aciaga y los insurgentes perdieron la batalla de Bomboná. El mando patriota, conocedor de la situación del general, pidió a los realistas temporalmente triunfadores que protegieran su vida, pero este murió por las heridas.

Yacuanquer cuida a su héroe

Hoy en día, la tumba de Pedro León Torres ocupa un lugar privilegiado en el cementerio de Yacuanquer, el sitio donde peleó de manera tan feroz, aunque perdiera.

Yacuanquer es aledaño a Pasto y tiene a un costado la imponencia del volcán Galeras. En el lugar yace Torres en calidad de héroe y la gente lo considera suyo, parte de su memoria, no importa si además es integrante excelso de la memoria de Carora, en el estado Lara de Venezuela, ni que haya sido, a partir del hermano país, uno de los siete infantes de la Independencia de este continente.

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