Vivir y disfrutar de la fiesta popular colectiva, comer el cuy, el frito pastuso, el húmedo y oloroso hornado, un delicioso quimbolito, el maíz tostado, la sopa frita, el helado de paila, el espeso champús, y el abrazo de los amigos y amigas que no se ven hace tiempo, es la esencia del Carnaval de Negros y Blancos
Redacción Cultural
Tras la alegre y calurosa jornada vivida del Desfile Magno en la capital del departamento de Nariño, la Alcaldía de Pasto anunció que “la carroza ganadora es La Vorágine, una obra del maestro Leonard Augusto Zarama Cardona, que está inspirada en la famosa novela que lleva el mismo nombre escrita por José Eustasio Rivera y en el Taita ‘Querubín’, líder indígena fallecido en el 2024 a los 109 años”.
José Eustasio Rivera y su novela, un taita Cofan y la importancia de la Amazonía tanto para el mundo como para Nariño. Un mensaje de denuncia y rogativa de no repetición de la explotación de la biodiversidad amazónica y de la explotación humana vivida en aquella época. El taita Querubín es considerado un guardián de la selva, vigía y líder espiritual del pueblo Cofan, cuya cultura permanece estrechamente ligada al mundo amazónico. En esencia es una historia de denuncia y exigencia de salvar el planeta, un mensaje universal desde lo local.
El carnaval nos vuelve a la niñez
Uno de los aspectos que más caracteriza al Carnaval de Pasto es el juego popular, que se convierte en una terapia colectiva, en una construcción de ciudadanía alegre, donde surgen reglas solidarias de respeto, pero a la vez de inclusión y de intercambio cultural.
Por esta vía, la del juego popular, todos y todas participantes activas del carnaval terminan regresando a la infancia. Al correr, perseguir, esconderse detrás del otro, conocido o no, reír y terminar agotados pero satisfechos y siendo mejores seres humanos, salimos siendo mejores seres humanos.
Claudia Afanador, antropóloga, docente e investigadora en etnoliteratura de la Universidad de Nariño, sobre el Carnaval de Negros y Blancos, plantea que este “Es un espacio de apertura a sentimientos y pensamientos, es un lugar de encuentro y desencuentro; donde hombres, mujeres, pobres, ricos, ancianos y jóvenes, confluyen con sus diferencias sociales, étnicas, económicas, políticas y religiosas; donde la cotidianidad se construye desde la fantasía, la magia y el juego, permitiendo un continuo enriquecimiento e intercambio de saberes; es un convite, una fiesta, un compartir social, […] a través de las diferentes modalidades de las expresiones artísticas de los cultores del Carnaval”.

El barco de la catarsis
Jesús Alberto Cabrera Zambrano, quien se presenta como “ciudadano de la república autónoma e independiente de Pasto, amante de la historia y los viajes culturales”, plantea una visión crítica pero a la vez esperanzadora sobre el Carnaval de Pasto.
“El carnaval no es otra cosa que un barco que arriba cada año a nuestras vidas, para salvarnos, no del pecado, sino del tedio de la vida cotidiana, llena de normas y segregaciones sociales. En virtud de ello, el carnaval es un espacio de ‘catarsis’, que nos permite sacudirnos de las cadenas invisibles que forman las reglas divinas y humanas”.
Y agrega, “Su origen no se encuentra en una fecha específica ni en una única cultura. Este fluye como un río atemporal que cruza los siglos y las geografías, impregnándose de ritos y tradiciones que nos hablan de algo más grande: el deseo ‘universal’ de jugar, reír, ser libres y de alguna manera encontrar la utopía de la igualdad”.
Las críticas y el debate
Gloria Garzón, historiadora y consultora en temas de cultura, sugiere que el Carnaval de Negros y Blancos 2025 nos plantea retos y propone una reflexión en clave de retos. “El primer reto es que debemos recuperar la conversación y el diálogo sobre el carnaval como ciudadanía pastusa, que somos los responsables de él. Nuestro carnaval se ha abierto al mundo y esto exige dialogar sobre esta necesidad de visibilizar el carnaval, que es precioso, alegre, vistoso, popular, pero que, con esta apertura, están en riesgo sus bases, el juego, lo propio, lo popular y la calle como espacio de encuentro social y cultural”.
Este 2025, el carnaval de Pasto tuvo la visita de más de cien mil turistas venidos de Colombia y del mundo, lo que genera un impacto en las formas y los contenidos del carnaval. Al respeto, Gloria Garzón afirma que “me preocupa que el carnaval se esté convirtiendo en un espectáculo masivo, que se centra casi solo en paso de carrozas el 6 de enero, entonces por esa vía se va reduciendo el carnaval a un desfile, precioso sí, pero el carnaval no es solo eso”.
La historiadora previene del peligro de la mercantilización. “Las políticas públicas tienden a considerar una apertura al mundo, pero en clave de querer tener mayores likes, número de turistas y viralizarse en las redes, o sea es una preocupación cuantitativa y de la venta y eso me parece que es un riesgo grave para el carnaval. Está muy bien que todos ganemos, hoteles, ventas y comercio, pero la pregunta es ¿a costa de debilitar la esencia y el sentido del carnaval? Lo que propongo es recuperar el juego, recuperar el día de negritos, volver sobre las narrativas del carnaval. Hay que ponerle un pienso público y colectivo a esto”.