viernes, abril 19, 2024
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“Nada más revolucionario que amar nuestras tetas”

La plataforma creativa Qué buenas las tengo habló con VOZ sobre la importancia de romper tabúes, del reconocimiento de nuestro cuerpo y el trabajo que desarrolla desde hace siete años

Anna Margoliner
@marxoliner

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora es la ocasión perfecta para hablar sobre nosotras, nuestros cuerpos y la relación que establecemos con ellos. La medicina occidental ha desconocido estructuralmente las diferencias entre el cuerpo de la mujer y el hombre cis. Ello ha devenido en tratamientos inconsistentes e incluso en el propio desconocimiento acerca de las problemáticas que pueden aquejarlo.

En entrevista con Karen Rodríguez Leal, de la plataforma Qué Buenas las tengo, se identificaron algunas de las consecuencias de no conocer debidamente nuestro cuerpo en relación con la salud y la autoestima. A través del impacto que genera en una sociedad conservadora el uso abierto y sin pena de la palabra tetas, esta plataforma ha creado una excusa para hablar de nuestros cuerpos, generar conciencia sobre el cáncer de seno y la autoestima en las mujeres.

Prevenir el cáncer de seno

“Este es el primer paso para lograr también un tema de igualdad y de construcción social. Si le tenemos miedo a las tetas, la mitad de la población las tiene. Dejemos a un lado todo este tema del sexismo, la censura y que las mujeres podamos apropiarnos de nuestras tetas”, dice Karen. Además, agrega que “son una excusa para abrir esta conversación, que nos apropiemos de nuestras piernas, nuestro cuerpo, nuestra cara, lo que somos como mujeres y allí podamos en conjunto dejar un mensaje de amor propio”.

Según la Liga Colombiana contra el Cáncer, el de seno sigue siendo el más frecuente y el que causa mayor número de muertes en el país. Este es prevenible si se detecta a tiempo. Karen afirma que “tener unas buenas tetas no solamente se trata de aceptar como las tengamos (sean grandes, pequeñas, redondas, caídas, etc.) sino de tenerlas sanas. Cualquier mujer puede estar claramente muy cercana a la enfermedad, puede sufrirla en su cuerpo propio”.

Para Karen, el primer paso para vencer la enfermedad es conocerla: “Si vamos a hablar de tenerlas buenas, qué bueno poder decir que las tenemos sanas.  Durante estos siete años las diferentes actividades que hemos realizado con el proyecto siempre han venido encaminadas a apoyar fundaciones para visibilizar la enfermedad que cobra la vida de muchas mujeres”.

El eje principal de todo esto es la creatividad. El nombre Qué buenas las tengo es muy sonoro y genera una risa contagiosa de complicidad entre las mujeres. Karen nos cuenta del trabajo con fundaciones durante los siete años de funcionamiento de la plataforma: “Hemos llegado a través de otros programas con la Secretaría de la Mujer. Tuvimos actividades con poblaciones como Soacha, Lucero Alto y este tipo de barrios a los que no llegamos muchas veces por el tipo de comunicación que hacemos”.

Durante todo este tiempo de funcionamiento, Que buenas las tengo elabora y distribuye un calendario que se ha popularizado en distintos sectores de la sociedad. “Por medio de la ilustración mostramos las tetas. Este año hicimos un calendario que nos enseña cómo hacernos un autoexamen de seno. Ha sido una herramienta súper valiosa para llegar a esas comunidades, como decirle a una niña que se empiece a tocar las tetas por un tema de prevención. Eso resultó en un libro muy bonito para que las niñas empiecen a aprender cómo debería ser el autoexamen”.

Conciencia del cuerpo

El sistema actual de salud no brinda soluciones oportunas a las poblaciones más vulnerables cuando se detecta una enfermedad como el cáncer. Hay una gran brecha entre detectarlo y recibir tratamiento. Por eso Karen reflexiona: “Tenemos que hablar entre nosotras. Una mujer siempre tiene al menos cinco mujeres a su alrededor, si yo tengo la capacidad de impactarlas, de alguna vez mensualmente decir ¿ya se tocaron las tetas? Es posible concientizar para prevenir. Eso es lo que hacemos desde este lado”.

Entender que las tetas no son únicamente un órgano sexual, aunque actúen como tal en momento específicos, es un punto de partida para comprender la importancia del autocuidado y fortalecer el amor propio en una sociedad que mantiene estructuras hegemónicas sobre el cómo debe ser nuestra apariencia.

Alrededor de esto, Karen polemiza sobre los implantes de seno: “Es algo que no lleva muchos años. Tiene un boom en los años ochenta y hoy en día muchas mujeres están sufriendo del síndrome de Asia quitándose los implantes. Hay un tema de prueba y error en nuestros cuerpos. Es necesario tomar un poco de conciencia del cuerpo, de cómo me veo y de cómo veo a las otras mujeres. Hace unos años, incluso, los mismos papás les decían a sus hijas que le regalaban una cirugía plástica para aumentarse el busto y las mismas niñas también lo exigían. La sociedad lo pedía”.

Para Karen, si hay amor propio con el cuerpo, es más fácil decirle a la mujer de al lado que también lo ame: “Es un tema de conciencia colectiva que debemos tomar sobre el cuerpo de la mujer y dejar de exigirnos tanto entre todas y todos nosotros”.

Un factor clave al respecto es la educación sexual que se imparte en los colegios: “Solamente se puede hablar a puerta privada de educación sexual, ese es el gran error. Nuestras tetas no son un órgano sexual necesariamente, tienen otras funciones: amamantar, entender cómo funciona el órgano, cuales enfermedades pueden darte, porque esto no ocurre solamente a los 60 años, te puede dar a los 20 o según los antecedentes familiares. Eso es un tema de educación completamente y que bueno sería que cambiáramos ese concepto de educación sexual, por el de conocimiento del cuerpo humano”.

Comparaciones

Sobre este tema, Rodríguez identifica que en la escuela se sigue priorizando la enseñanza del cuerpo humano a partir de lo masculino. “En todos los libros de ciencia es un hombre y la única partecita que le enseñaban a uno es que nosotras teníamos unos ovarios. Claramente nuestro cuerpo es diferente, tenemos unas caderas, tenemos cintura. Entender por qué muchas mujeres a veces se acomplejan con su cuerpo porque ‘no tengo tanta cintura como otra’. Esto debería servir para reconocer problemas hormonales, por ejemplo, ¿será que tenga un tema ovario poliquístico?, ¿será que tengo unos problemas hormonales que no conozco y que me podría decir el médico?”.

Las comparaciones a que estamos sujetas desde la adolescencia inciden en muchas dinámicas de nuestra vida personal y cotidiana: “Tienes problemas hormonales porque tu cuerpo es un poco diferente al de otras mujeres. Podemos empezar a alimentarnos de una manera. Hay mujeres que crecen y dicen ‘¿Yo por qué tengo pelitos en alguna parte del cuerpo? ¿Por qué definitivamente yo no soy como otra?’. Estas comparaciones vienen de un concepto muy hegemónico pero que finalmente tendría solución si conociéramos cómo somos biológicamente cada una, teniendo en cuenta que cada una es distinta. Nos dan diferentes enfermedades, hay temas hormonales y físicos que nos hacen diferentes”.

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