jueves, diciembre 12, 2024

Mujeres en la ciencia

Aunque obtienen la mitad de los títulos universitarios, su presencia en áreas como la física, la tecnología, las ingenierías, la biología, las disciplinas artísticas y las matemáticas no llega al 30 por ciento

Alberto Acevedo

Diversas notas de prensa en las últimas semanas se han ocupado de la presencia de las mujeres en la actividad científica, de las condiciones laborales y de su aporte en la exploración de hechos relativos a su actividad; algunas de esas informaciones se refieren también a científicas colombianas.

La más reciente información está relacionada con la convocatoria hecha por la empresa 3M, que desarrolla la iniciativa 25 Mujeres en la Ciencia Latinoamericana. Allí se destacaron las colombianas Edna Johana Bolívar, Lina Valderrama, Yael Natalia Méndez y July Andrea Rincón, todas muy jóvenes que, en opinión de los convocantes de la iniciativa, contribuyen al trabajo de científicas emergentes que dedican su vida a la investigación.

Hay un equipo de científicas colombianas denominado Vera Gravitas, conformado por cinco ingenieras aeroespaciales y mecánicas que se proponen visibilizar a la mujer como parte de varios proyectos de investigación científica. Se trata de Paulina Quintero, Luisa Fernanda Mendoza, María del Pilar Monsalve, Oriana Mejía y Lina Bustamante. Este grupo ganó recientemente el concurso ZeroG Challenge, que invita a estudiantes de todo el mundo a diseñar un experimento para volarlo en gravedad cero.

Posibilidades escasas

A raíz de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una iniciativa de las Naciones Unidas adoptada hace apenas siete años, que se conmemora el 11 de febrero de cada año, abundaron las informaciones sobre la participación femenina en actividades científicas.

La Unesco, por ejemplo, publicó un informe en el que asegura que cada año las mujeres escriben tantos artículos científicos como los hombres, pero sus posibilidades de aparecer en revistas de prestigio son escasas. “Aunque las mujeres representan el 33 por ciento de los investigadores, solo representan un 12 por ciento de los miembros de las academias nacionales de ciencias en todo el mundo”, señala el organismo de las Naciones Unidas.

“Todavía hoy en el siglo XXI, las mujeres y las niñas son marginadas en la esfera científica, debido a su sexo”, dice Audrey Azoulay, directora general de la Unesco. En la Universidad Nacional de Colombia, por ejemplo, siendo el primer centro académico del país, las profesoras vinculadas a las facultades de ciencias en las diferentes sedes, representan menos del 30 por ciento de total de profesores de esas facultades.

Mejor ser reina

En la sede de Medellín, de 134 profesores de Ciencias, solo 29 son mujeres, de acuerdo la última evaluación conocida, que data de 2017. Sobra decir que no hay incentivos y en no pocos casos se les pone obstáculos a quienes muestran tendencias por la ciencia; se les estimula más su participación en reinados de belleza que en el estudio de las disciplinas científicas.

El informe citado de las agencias de las Naciones Unidas indica que, de cada tres investigadores en el mundo, una es mujer. No obstante, “las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas. Su trabajo está poco representado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos”. Además, la brecha de género se amplía en la medida en que avanzan en su carrera académica.

Se trata de una realidad complicada e inexplicable en momentos en que la ciencia ha dado pasos gigantescos hacia adelante. Las mujeres siguen enfrentándose a barreras en la formación científica, que no parecen fáciles de resolver.

La mitad de los títulos universitarios

Señala la ONU que la probabilidad de que las mujeres terminen una carrera, una maestría o un doctorado en ciencias, es del 18 por ciento, del 8 por ciento y del 2 por ciento, respectivamente en tales propósitos. En cambio, la relación de posibilidades de los hombres es del 37 por cierto, del 18 por ciento y del 6 por ciento, respectivamente.

Aunque las mujeres obtienen la mitad de los títulos universitarios, su presencia en carreras como la física, la tecnología, la ingeniería, la biología, las disciplinas artísticas y las matemáticas, no llega al 30 por ciento y las que logran el título académico e investigan, con frecuencia han sido visibilizadas, precisan los informes de la ONU.

Hay un ejemplo muy dramático y revelador sobre esta situación, que acaba de conocerse, alrededor del manejo de la lucha contra la pandemia del covid-19.

Katalin Karikó es una bioquímica húngara que durante años trabajó en un proyecto de vacuna basado en la molécula del ARN. Su proyecto fue varias veces rechazado. Sin embargo, sus investigaciones fueron la base para la producción de las vacunas de Moderna y Pfizer. Karikó es vicepresidenta del laboratorio BioNTech, que en tiempo récord produjo vacunas contra el covid-19.

Aporte colombiano

El primer ensayo clínico en humanos en Estados Unidos, de la primera vacuna experimental contra el covid-19, la RNA-1273, fue posible gracias a las investigaciones que lideró la epidemióloga norteamericana Lisa Jackson. La profesora de vacunología de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, Sarah Gilbert aportó el núcleo central de los conocimientos que permitieron desarrollar la vacuna AstraZéneca. Gilbert dirige un equipo de 300 investigadores.

Experiencias similares se dan en Rusia, China y otros países de alta tecnología. Colombia por su parte se ubica en el puesto 15 de participación de investigadoras en Latinoamérica, de acuerdo al Centro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para América Latina, CODS. En estas investigaciones se destacan científicas colombianas como Mónica Álvarez Láinez, Magda Cepeda Gil, María Eugenia Puerta Yepes, Susana Fiorentino y Ángela María Ruiz, entre otras.

Sectores del movimiento feminista, por su parte, aseguran que el sistema científico y tecnológico es un entorno que, como otros, no escapa a la reproducción del sistema capitalista y patriarcal, donde, aún con un movimiento feminista que crece, se tiene un largo camino por recorrer en favor de la igualdad.

Es la oportunidad de pensar no solo en el rol de la ciencia y la tecnología, sino en la necesaria inserción de las mujeres en la producción de conocimiento. Es posible pensar en la innovación con justicia social. El feminismo es capaz de conducir a procesos de transformación, poniendo en jaque las estructuras patriarcales tradicionales, aseguran las científicas argentinas Lina Merino y Agustina Medina, del Centro de Implementación de Políticas para la Equidad y el Crecimiento, CIPPEC.

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