viernes, noviembre 8, 2024
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Miguel León y el gobierno artesano de 1854

La nueva administración de Gustavo Petro y Francia Márquez no es el primer gobierno alternativo y popular de la historia. En 1854 artesanos inspirados en el socialismo utópico, al mando del general José María Melo, propinaron un golpe de Estado que duró ocho meses. Esta es la historia de uno de los protagonistas más beligerantes en este acontecimiento

Nem Zuhué Patiño
@nemzuhue

La reciente victoria electoral del Pacto Histórico nos ha llevado a hablar de que este será el primer gobierno alternativo y popular de nuestra historia. Sin embargo, se han dado algunos debates sobre este estatus, trayendo a colación experiencias como el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938).

No obstante, no le hemos dado suficiente crédito al gobierno instaurado por artesanos inspirados en ideas del socialismo utópico en 1854. Para rememorar estos hechos, presentamos una recensión biográfica de uno de los protagonistas más destacados del llamado “golpe de Melo”.

Los artesanos frente al libre mercado 

Un rebelde no es un personaje cualquiera. Requiere, antes que todo, definir contra qué se rebela y si tal conducta fue reconocida como tal por sus semejantes. Definir estos elementos es una gran quimera para quienes investigan las transformaciones sociales de mediados del siglo XIX.

En particular, entender por qué alguien podría tener una posición beligerante en contra de la modernización liberal que inició a finales del gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849) y tuvo su gran auge con José Hilario López (1849-1853), resulta complejo para una historiografía que, en su mayoría, mantiene intactos algunos dogmas liberales.

El más notorio es el de la terminación de los monopolios estatales como fuente de prosperidad social. Quien se opusiera a dicha medida era visto como parte del régimen colonial que, luego de la independencia, era entendido como enemigo de la naciente República. Liberar los monopolios del aguardiente, el tabaco y la sal del control del Estado suponía una desmedida inversión de comerciantes nacionales y extranjeros en la explotación de estos bienes.

Se trataba del dogma liberal de la eficiencia de los mercados “libres”, motivado por el egoísmo, entendido como fuerza motriz que permitía maximizar las ganancias del conjunto de la sociedad. El mismo argumento se aplicó en la discusión del proyecto de ley para la disminución de aranceles en productos terminados, tramitada por los gobiernos de López y José María Obando. A esta iniciativa se opusieron con fuerza y múltiples recursos legales los artesanos de la Nueva Granada.

Esta interpretación se basa en una lectura según la cual los comerciantes eran el grupo social mejor preparado para atender a las demandas y reformas que podían separar a la naciente República de sus vestigios coloniales. Los comerciantes suponían que el desborde de la riqueza, generado por la competencia y administración privada de los recursos, iba a irradiar a la sociedad y tal beneficio era suficiente para desarrollar el nuevo orden republicano. La vida de Miguel León, uno de los polemistas más interesantes del siglo XIX, muestra que dicho planteamiento tuvo grandes resistencias entre los artesanos.

Miguel León

En el caso del herrero Miguel León (¿? – 1854) es necesario observar cómo se construyó un líder popular que participaba de una forma distinta de modernidad. Es posible que naciera en Bogotá a principios del siglo XIX, y que fuera hijo de Nicolás León, un maestro albañil que gozaba de mucho prestigio a finales de la época colonial.

Juan Crisóstomo García, obispo de Bogotá, aseguró que Nicolás León fue exiliado en España por su cercanía con las tropas rebeldes, y se conjetura que trabajó con la Casa de la Moneda y fue el aprendiz más cercano a Fray Domingo de Petrés, sacerdote, arquitecto y albañil (1759-1811) encargado de la construcción de la Catedral Primada de Bogotá.

Algunas fuentes señalan que Miguel León, quien llegaría hasta el grado de maestro artesano, fue también carpintero y cerrajero, pero lo más probable es que estos fueran sus oficios accesorios. Sobre sus obras como herrero sólo existe un pequeño fragmento en un reclamo que hizo Emeterio Heredia contra Francisco Morales Montenegro. En él, disputan la procedencia de una palanca de hierro para una máquina hidráulica. León tuvo la habilidad suficiente para participar de circuitos de elaboración de piezas complejas para algunas tímidas máquinas de mediana complejidad.  Vale la pena resaltar que nunca dejó su actividad productiva, aunque tuviera un gran prestigio como orador y polemista.

Artesano polemista 

Los artesanos de Bogotá se organizaron junto a los emergentes políticos liberales y conservadores para formar sociedades de instrucción mutua. La primera experiencia conocida fue la Sociedad de Labradores y Artesanos, fundada en 1838 por Lorenzo María Lleras y Florentino González. Duró más de dos años, pero se desintegró puesto que sus miembros no eran, en su mayoría, ni labradores ni artesanos.

En 1847, Ambrosio López y otros decidieron retomar este esfuerzo asociativo. Sin embargo, en esta ocasión el impulso a la candidatura liberal de José Hilario López hizo que la Sociedad Democrática adquiriera mayor independencia respecto a los políticos de oficio. Sus miembros ya dominaban la escritura y publicaban panfletos y pequeños periódicos.

Durante este período, y lejos del mandarinato, Miguel León se hizo un lugar como político local. Colaboró en 1850 con las publicaciones El Estandarte del Pueblo y El Pobre, sin abandonar nunca su labor como herrero. Fue conocido en ese entonces por su violenta polémica contra José María Samper, en la que defendió que era inmoral sostener que la Nueva Granada podía vivir sin producir sus propios bienes de consumo.

Desde 1851 optó por un puesto en el Cabildo bogotano, y parece que lo obtuvo en 1852, aunque no hay claridad sobre ello por el desorden institucional que ocasionó la guerra de 1851. En ese mismo año criticó a Manuel Murillo Toro por mantenerse como secretario de estado y agente comercial de firmas inglesas al mismo tiempo.

Su tono airado y directo lo convirtió en un polemista que rápidamente logró el apoyo de los artesanos más radicales. En 1853 protagonizó distintos eventos centrales para la vida nacional, como la conformación de un proto-partido con independencia de liberales y conservadores.

El gobierno artesanal de 1854

Su rol más conocido fue el de organizador y ejecutor del golpe del 17 de abril de 1854 dirigido por el General José María Melo, al que había convocado a través de un periódico mural muy conocido. El titular decía “¡Artesanos desengañaos!” y llamaba a la desobediencia general de los pequeños productores frente a las promesas de bienestar desmedido que les hacían ambos partidos.

Miguel León estuvo en la junta que planeó el golpe, lo ejecutó y negoció con el presidente José María Obando para que asumiera el mandato sin control del Congreso. Con la negativa de Obando, León asumió el mando de algunas guerrillas de Zipaquirá e intentó expandir la rebelión hacia el norte. Tenía una débil formación militar, pero su beligerancia le permitió resistir los ocho meses que duró el asedio a Bogotá.

La oligarquía que fue desterrada por los artesanos y militares se refugió en Ibagué y formó un gobierno provisional de unidad entre partidos. Toda la élite política dejó atrás sus diferencias y conformó dos enormes ejércitos, ayudados con financiación internacional. Este ataque llegó a la capital por el norte y por el sur, formando una gran tenaza de la que los rebeldes no pudieron escapar.

León fue abatido por las tropas que comandaba el General Tomas Herrera, presidente designado, en el Convento de San Diego, donde era entonces la entrada norte de Bogotá, el 4 de diciembre de 1854. Ni Herrera ni León salieron con vida de aquel lugar.

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