La intelectual argentina elevó el nivel del arte y la crítica en el país. Por la calidad de sus análisis influenció notablemente a la academia, la prensa, la televisión y las revistas nacionales
José Ramón Llanos
En los años cincuenta cuando arribó al país Marta Traba, en Colombia la crítica de arte y su creación era inerte. El escritor e investigador cultural Márceles Daconte dice que el panorama, entonces, era desolador. Los pocos críticos de arte que escribían en revistas y periódicos, con pocas excepciones, concebían textos con contenidos muy parroquiales. Marta Traba elevó el nivel de la critica de arte en el país. La pintora Beatriz González afirma: “En el decenio de 1960 Marta Traba se consagró como la crítica de arte más importante en el país”.
Prueba de ellos es que sus textos se publicaron en diarios y revistas tan importantes como Arquitectura y Arte, Cromos, ECO, El Espectador, El Tiempo, Estampa, Lámpara, La Nueva Prensa, Mito y la Revista Espiral y Plástica.
Traba analiza la obra de Botero
Antes que Marta Traba ningún crítico de arte colombiano o extranjero radicado en el país, hizo un análisis tan profundo de los elementos revolucionariamente creativos de la obra de Botero.
En la Revista ECO de agosto de 1960, en un artículo titulado Dos líneas extremas de la pintura colombiana, conceptúa así sobre la obra del antioqueño: “Botero gana el Primer Premio del Salón Nacional por su cuadro la Camera Degli Sposi una gigantesca parodia del Retrato de familia de los Gonzaga en su Castillo de Mantua. Aun cuando, por el tema su obra seguía siendo de Italia, ya en este cuadro Botero enuncia con una extraña valentía los principios deformantes que van a legislar de ahí en adelante su trabajo”.
“El primero y más revolucionario es la eliminación del aire circulante, que implica a su vez el desprecio por el cubo escénico, lo cual nos lleva a un doble camino de rechazos a la pintura renacentista que le dio origen, eliminando de paso, y radicalmente, cualquier sospecha de arcaísmo. Por un lado, en efecto, destruye el equilibrio entre forma y espacio que la contiene; por otro destruye de raíz la concepción ilusionista de una realidad puesta en orden y corregida por el artista con intensión de relevar ciertos elementos. La obra queda, por consiguiente, asfixiada, desequilibrada y transportada a un plano de pura realidad”.
La originalidad en la obra de Obregón
Además, con el análisis de la obra pictórica de Alejandro Obregón contribuyó a posicionarlo en Colombia y Latinoamérica como un artista moderno, con amplias posibilidades de reconocimiento en las grandes capitales y entre los evaluadores del arte contemporáneo. “La llegada a la pintura de Obregón nos coloca ante el primer pintor de talento con que cuenta Colombia en este siglo”, dijo Marta Traba.
Su crítica del arte lograba identificar aspectos relevantes de la obra analizada. Un ejemplo de ello fue la valoración que hizo de la pintura del artista Caribe, La Violencia. De ella dijo: “Es un funeral extraordinario de grises y negros que envuelven la figura inerte y sin brazos de una mujer grávida, muerta tendida en el horizonte”.
Las polémicas de la crítica bonarense
Marta Traba fue la primera intelectual en Colombia que valientemente cuestionó el patriarcalismo imperante en la crítica nacional. En su artículo Arte y Mitología, con un lenguaje preciso, sin ambages, directo, denuncia los ampulosos textos, autodefinidos como crítica de arte colombiana, que no se fundamentaba en los elementos estéticos de una obra, sino en las relaciones de parentescos o de amistad entre el “crítico” y el autor de la obra.
En el artículo mencionado así lo expresa la argentina: “Hay que cosas, que deben apoyarse porque así lo exige un apellido, una supuesta tradición, una convivencia de muchos años, etc., etc., de tal modo que se deforma la mentalidad pública y se fuerzan sus favores por condiciones completamente ajenas al valor artístico en sí… Esta no es una posición civilizadora. No. Es una parálisis del pensamiento crítico”.
Según la artista colombiana Beatriz González las polémicas que generó Marta Traba estaban fundamentadas en su concepción sobre la forma como el arte Latinoamericano había asimilado el arte moderno, específicamente, los temas de la discusión eran sobre “el realismo socialista contra el expresionismo abstracto; el nacionalismo contra el internacionalismo; y el arte figurativo contra el abstracto”.
Marta Traba tenía valoraciones sobre el arte de algunos países que no coincidían con lo que la mayoría de los críticos nacionales planteaban. Por otra parte, el radicalismo de sus valoraciones estimulaba aún más, las agresivas respuestas de sus contradictores. Un ejemplo. La forma como Marta Traba analizaba el muralismo azteca y sus consecuencias en el arte continental: “El muralismo mexicano se enquistó en el continente como un tumor maligno… y durante 20 años se decretó sin apelaciones que la vitalidad Latinoamericana se expresaba de acuerdo con sus fórmulas” (Marta Traba. La pintura nueva en Latinoamérica. Bogotá Librería Central, 1961. p 18), cita de Beatriz González.
Por esta radicalidad de sus expresiones y su crítica, quienes no simpatizaban con la argentina la apodaron maquiavélicamente, “La papisa”.
Por lo intransigente de su crítica y a veces el uso de un lenguaje cáustico, para valorar negativamente una obra que consideraba carente de elementos realmente estéticos, sus textos aparentaban ser hostiles. Sin embargo, tenía un concepto altamente positivo de una buena crítica de arte siempre y cuando tuviera la intensión de explicar una obra. Además, orientaba al observador de la obra explicándole como ese objeto estético podría enriquecer su cultura y ampliar su sapiencia para identificar los elementos que la convierten en obra de arte.
Marta Traba estaba convencida que la cualificación de los medios de comunicación, entre otras acciones, estimulando la elevación del nivel de formación de los críticos, podrían contribuir a la cualificación del arte colombiano, a la cultura estética de nuestro pueblo. Esta conclusión se deriva del estudio de los innumerables artículos que escribió en los distintos medios, en los cuales expresó su concepción del arte contemporáneo y el análisis de la pintura y la escultura colombiana de la época en que vivió en nuestro país.
Apologista del arte conceptual
Uno de los invaluables aportes de Marta Traba al desarrollo del arte en Colombia, especialmente de su renovación y tránsito hacia las formas de la creación artística innovadora, audaz, lo impulsó organizando en 1968, la Exposición Espacios Ambientales, que congregó a los jóvenes que daban sus primeros pasos en el arte conceptual. Esta modalidad era subvalorada, negada hasta ese momento por medios nacionales y por los intelectuales que escribían sobre los artistas y sus creaciones.
En Espacios Ambientales tuvieron oportunidad de darse a conocer, ellos y sus obras, Ana Mercedes Hoyos, Santiago Cárdenas, Álvaro Barrios, Feliza Bursztyn, quienes hasta esa exposición eran totalmente menospreciados. Sin embargo, como algunos de estos pintores posteriormente derivaron hacia la multiplicación de obras huérfanas de creatividad, la apologista del arte conceptual tuvo que hacer algunas reconvenciones: “…el arte conceptual es válido vinculado a cuestiones políticas, de otra forma es solo repetir palabritas y hacer cosas gratuitas y por favor, ya no más, no más.”
Así con su analítico talento y sólida sapiencia Marta Traba construyó su inigualable y benéfico magisterio en la crítica de arte nacional.