Son tres los retos de la administración de Gustavo Petro para sacar adelante su ambiciosa agenda: Implementar el Acuerdo de Paz, las negociaciones con los diferentes grupos armados y detener el asesinato de los liderazgos sociales
Simón Palacio
@Simonhablando
Falleció el profesor Gustavo Moncayo, el caminante por la paz. El país conoció su historia en 2007, cuando el maestro de escuela decidió marchar desde Sandoná, Nariño, hasta Bogotá para exigir la liberación de su hijo Pablo Emilio, un soldado bachiller que se encontraba en poder de las Farc desde la toma guerrillera al Cerro de Patascoy, ocurrida el 21 de diciembre de 1997.
Después de 46 días y más de 1.400 kilómetros de trayecto, el caminante por la paz llegó a Bogotá el 1 de agosto de 2007. Miles de personas lo estaban esperando. Moncayo se instaló en la Plaza de Bolívar convirtiendo su protesta en un acontecimiento nacional. Son célebres las polémicas que tuvo con el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, quien intentó instrumentalizar políticamente la acción del profesor. Ante la intransigencia del mandatario, la respuesta del nariñense siempre fue apoyar el acuerdo humanitario, para lograr sin riesgos la libertad de su hijo y de todos los secuestrados.
Finalmente, el 30 de marzo de 2010, el caminante por la paz pudo despojarse de sus cadenas. En esa oportunidad las Farc liberaron al soldado profesional Josué Daniel Calvo y al sargento Pablo Emilio Moncayo. El país se conmovió con las imágenes.
El país que existió
La epopeya del profesor Moncayo, recordada por todas las fuerzas vivas que luchan por la paz de Colombia, es más que pertinente después de 12 largos años.
En primera medida, enunciar y acudir a la memoria, trasladan inmediatamente a un país que existió. En marzo de 2010, el momento político era radicalmente distinto. Mientras Álvaro Uribe y su discurso guerrerista de la “seguridad democrática” gozaba de una popularidad sin precedentes, la posibilidad de una salida política al conflicto social y armado era cada vez más distante.
Lo segundo es reconocer no solo la larga marcha emprendida por el maestro nariñense sino también el esfuerzo abnegado de las fuerzas democráticas comprometidas con la paz del país, como un acumulado histórico invaluable. Iniciativas como ‘Colombianas y colombianos por la paz’, liderada en su momento por Piedad Córdoba, Carlos Lozano Guillén, Iván Cepeda, Gloria Cuartas, Gloria Inés Ramírez, entra otras personalidades, fueron fundamentales para el largo camino que se sigue construyendo.
Finalmente, es preciso enlazar las distintas movilizaciones, donde la marcha del profesor Moncayo guarda especial recordación, con el Acuerdo de Paz firmado entre el Estado colombiano y las Farc en 2016. A pesar de su limitada implementación, la voluntad del nuevo Gobierno nacional es sacar adelante los puntos transformadores en el marco de la ambiciosa política de paz total.
Voluntad política
Han pasado los años y la situación es distinta. Gracias a las diferentes movilizaciones que se desataron en la pasada década y a la indignación de una ciudadanía agotada con los representantes del bloque de poder, un nuevo momento político se configuró desde el 7 de agosto de 2022 con la posesión de Gustavo Petro como presidente de la República.
Desde ese mismo instante, el Gobierno nacional ha concentrado sus esfuerzos por edificar la política de paz total. Han sido muchos los movimientos que desde el ejecutivo se han dado para ese propósito: Reactivó los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional, ELN; adelanta acercamientos con distintos actores armados a partir de una política de sometimiento a la justicia; y hay un compromiso por sacar adelante instancias e iniciativas del Acuerdo de Paz, con especial énfasis en la implementación del punto uno relacionado con la reforma rural integral.
Este trabajo se ha materializado inicialmente con la sanción presidencial del proyecto que modifica la Ley 418 de 1997 y que le permite al Gobierno nacional iniciar las necesarias negociaciones para alcanzar la paz total. De acuerdo con lo anterior, se podrán adelantar diálogos de carácter político con grupos armados al margen de la ley que tengan un mando responsable y control territorial, lo cual permite ofrecer sometimiento a la justicia a estructuras armadas organizadas de alto impacto. Es importante reseñar que las disidencias de las Farc podrán entrar en esta categoría, siempre y cuando se logren acuerdos que terminen con su desmantelamiento.
Los retos
Según el reciente informe ‘Petro en 100 días’ de la Fundación Paz & Reconciliación, Pares, son tres retos que tiene la administración de Gustavo Petro para sacar adelante la prioritaria política de paz total.
En primera medida está la continuidad. El Gobierno nacional necesita sostenerse de la institucionalidad ya creada para sacar adelante la nueva agenda. Al respecto, la administración Petro se comprometió en incluir los planes, programas y proyectos que emergieron del Acuerdo de Paz en el Plan Nacional de Desarrollo, PND, así como dar cumplimiento al Plan Marco de Implementación.
Lo segundo es superar los cuellos de botella. Temas como el futuro de los bienes que tienen las organizaciones criminales, el sometimiento a la justicia de las disidencias de las Farc, garantías reales para las víctimas o cerrar definitivamente el ciclo de violencias, entre otras eventualidades, hacen parte de los retos de un momento inédito en las negociaciones, no solo por la multiplicidad de actores armados sino por la sensación de fracaso que ha dejado la no implementación del Acuerdo de Paz.
El tercer reto es parar la violencia contra la población civil, con especial énfasis en detener el asesinato de líderes, lideresas y firmantes del Acuerdo de Paz. En la investigación hecha por Pares, se encontró que la mayor cantidad de hechos violatorios de los derechos humanos ocurren cuando diferentes estructuras armadas entran en disputa por el control de la población y el territorio.
“El posicionamiento de grupos armados en los últimos cuatro años tuvo una velocidad superior a años anteriores y se enfocó casi con exclusividad en el asesinato de líderes y lideresas sociales con agendas ambientales, de desarrollo o simplemente que se interponían en el control poblacional”, referencia el informe.
Además, Pares advierte que en los primeros 100 días se presentó el pico de masacres más alto del año, así como un aumento de víctimas por masacres y de desplazamiento forzado: “Desde la posesión del gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, han ocurrido masacres en 14 de los 34 departamentos del país. Siendo este el hecho de violencia que se presenta en más regiones del territorio nacional”.
1.361 días
El profesor Moncayo ya no está. Como él, muchos han perecido sin lograr el objetivo de un país definitivamente en paz. Su familia, exiliada en Canadá, lo acompañó en sus últimos días que consumieron su existencia.
Hace más de cien días, el presidente Petro dijo: “Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado. Cumpliremos con el Acuerdo de Paz, seguiremos a rajatabla las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad y trabajaremos de manera incansable para llevar paz y tranquilidad a cada rincón de Colombia”.
Para que cada paso del caminante por la paz no sea en vano, el gobierno del cambio tiene 1.361 días para lograr, contra viento y marea, la paz total, definitiva y completa que anhela el pueblo colombiano. ¿Lo logrará?