Editorial 3264
Hay incertidumbre y preocupación, pero estas dos palabras consideradas de mal presagio, esta vez no son de la izquierda sino de la oposición, que hoy más que nunca se siente insegura, ansiosa y desvelada. Es entendible. Aunque se sabe que no se ha hecho la revolución, el movimiento de cambio avanza y está ganando las conciencias y los corazones del pueblo.
La izquierda está serenamente pensando y actuando, ha logrado entender que el momento político es de amplitud y consensos, de unidad y organización popular territorial, actuando sobre líneas de fortalecimiento de la democracia y profundización de los cambios, de frente y sin temor al poder del pueblo.
El bipartidismo se ha reunido esforzándose por reeditar la alianza política que llevo a la alternancia en el poder de los dos partidos, Liberal y Conservador, intentando hacer retroceder a la sociedad colombiana a un sistema de exclusión radical, en el que solo se beneficien los sectores del poder tradicional del capital.
La izquierda no se desconcentra, sabe que no es momento de discusiones sobre espacios burocráticos ni de ventilar públicamente las diferencias. Aunque entra en una etapa tensionante de construcción de acuerdos, es consciente de que los sectarismos deben dar paso a un diálogo político constructivo sobre ejes centrales y estratégicos.
En la definición de un binomio presidencial se construyen reglas claras que den garantía a las varias y potentes precandidaturas que hoy aspiran a sostener las banderas de la continuidad y profundización del cambio y las reformas. En la configuración de listas para la Cámara y Senado debe imponerse una flexibilidad amplia, política y social, para responder al reto nacional y territorial.
Es esperanzadora la acogida de vastos sectores de la sociedad colombiana a la convocatoria de movilización por la defensa de las reformas, con un proceso constituyente de consulta popular que, en esencia, es una toma de posición política cualificada de apoyo a la renovación y continuidad del Gobierno del cambio.
Siendo el escenario de la lucha de clases actual una arena movediza en la que hay que saber pisar, el Pacto Histórico y las fuerzas que lo componen y lideran, dan pasos sólidos hacia concretar la unidad, condición necesaria para una victoria popular.
En el movimiento en lucha, hay conciencia de que el enemigo de clase no descansa y se niega a rendirse, pataleando en medio de su propia crisis. La oposición seguirá utilizando todos los medios sucios, criminales e inmorales para detener el avance del pueblo. Por ello, desde lo nacional hasta lo territorial debemos garantizar la presencia de las iniciativas del Pacto Histórico en esta nueva etapa.
Se viene la Convención Unitaria, hecho histórico donde la izquierda y los progresismos se despojarán de ataduras jurídicas y aportarán sus potencialidades políticas al proyecto renovador y transformador de la sociedad colombiana a través de unas nuevas bases programáticas, unos estatutos para un nuevo partido, una ruta electoral y un programa de lucha más allá del 2026.
En las exigencias del momento y los retos de la perspectiva política, mientras avanza la unidad, la tarea urgente y práctica es la constitución de los comités de consulta popular. Estos comités son el germen vital de la política del cambio presente y futuro. Tomar la iniciativa y desplegar el potencial colectivo y creativo del pueblo es la tarea que cada ciudadano, sujeto del cambio, debe realizar.
Los Colombianos pedimos UNIDAD al rededor de un FRENTE AMPLIO. No estamos dispuestos a retroceder hacia las oscuras épocas del dominio y saqueo de la derecha tradicional.