Editorial VOZ 3212
La conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, es la ocasión para reflexionar sobre la coyuntura en la geopolítica mundial y nacional. Con consciencia de género y clase, así como con sentido histórico, las mujeres comunistas exhortamos a debatir sobre el peligroso rumbo que está tomando la humanidad.
Lo primero por considerar en este panorama es ver cómo los pueblos de la tierra, desconcertados, indignados e impotentes, son testigos del genocidio contra el pueblo palestino, del horror que padecen miles de mujeres y niños indefensos asesinados por el Estado sionista y racista de Israel. Al mismo tiempo, los conglomerados mediáticos y los grandes poderes económicos cuentan una historia contraria a la que nuestros ojos y oídos abismados ven y oyen, aumentando con ello nuestra indignación.
“Israel solo se defiende de los terroristas palestinos” es la mentira repetida con la que quieren alinear nuestras mentes al bando de la entidad sionista genocida.
La situación en Gaza es impactante. Pero hay más. Es importante analizar la derechización del mundo, siendo la situación actual en Argentina el principal ejemplo. Después de superar el horror que dejaron las brutales dictaduras militares y lograr el pacto entre todas las fuerzas políticas para decirle al fascismo Nunca Más, la llegada de un fascista estrafalario y grotesco, como Javier Milei, enciende las alarmas.
Esto implica la pérdida de los derechos conquistados por el pueblo y las mujeres argentinas, con el paquetazo de contrarreformas que Milei quiere imponer a una sociedad de por sí empobrecida. El dios del fascismo es el capital; Milei gobierna por él y para él, sin reparar en costos.
En nuestro país, un inmenso arsenal de dispositivos políticos, judiciales y económicos es activado para desestabilizar al Gobierno del cambio. Mientras esto ocurre inicialmente en el marco de la legalidad, también se encuentra el posicionamiento del nuevo narco-paramilitarismo con sus masacres diarias y el asesinato de los liderazgos sociales, para reclamar un reconocimiento como actor político para lograr una negociación que le permita las consiguientes concesiones.
La continuidad del exterminio de las personas firmantes del Acuerdo de Paz, en esta administración del cambio y la paz, como si se tratará de una repetición del genocidio contra la Unión Patriótica, permite toda clase de conjeturas, siendo claros que, en este caso, no asistimos a un plan orquestado desde las altas esferas del Gobierno.
Todo ello confluye en el propósito de la extrema derecha de crear una matriz de opinión nacional e internacional adversa al gobierno del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez. Esta estrategia tiene el firme propósito de proyectar la codiciada retoma del ejecutivo en 2026.
Ante este preocupante horizonte de derechización del mundo, es imperativo denunciar los métodos que emplean los sectores más reaccionarios para evitar los avances democráticos y golpear a los sectores revolucionarios.
En esta conmemoración de las mujeres trabajadoras, lastimosamente tenemos que inclinar nuestras banderas del Partido Comunista ante el féretro de nuestra camarada Ludivia Galíndez Jiménez, histórica lideresa comunal, perteneciente al movimiento campesino y de mujeres, presidenta de Asojuntas en La Montañita, Caquetá, asesinada el pasado 23 de febrero. Estos hechos ocurrieron en el barrio Villa del Prado de la ciudadela Siglo XXI en Florencia, es decir, en la capital del departamento y casi en presencia de sus escoltas. ¿Quién dio la orden?, ¿por qué? Son los cuestionamientos hechos por el movimiento de mujeres, que la justicia en Colombia debe esclarecer.
Finalmente, se retoman en el Congreso de la República las discusiones sobre las reformas sociales que buscan transformar la realidad de la gente. Por supuesto, estos proyectos son embestidos no solo por los sectores reaccionarios, sino también por la derecha disfrazada de centro.
Ante la posibilidad de perder sus históricos privilegios, se han activado las estrategias políticas más descompuestas para impedir que los proyectos avancen. Romper el quorum de las sesiones parlamentarias o emitir miles de mentiras repetidas, es parte del repertorio para evitar los cambios positivos que necesitan las mayorías, que interpretan acertadamente las reformas sociales.
El llamado a todas las mujeres, a las trabajadoras y trabajadores, al pueblo colombiano, es a defender sin vacilación al Gobierno del cambio, salir a las calles, hacer pedagogía e insistir en el proyecto de Colombia, potencia de la vida.