In Memoriam
El Sábado pasado en lluviosa tarde Bogotana hubo juntanza para despedir a quien fuera uno de los símbolos de la música bogotana durante las últimas cinco décadas: Jorge Chona.
Jorge, de sonrisa fácil, carcajada sonora y palabras amorosas, comenzó como muchos su vida musical al son de tunas escolares, y se movió entre los ritmos andinos, la canción latinoamericana, la canción de autor y coqueteos con el rock. Fue solista, hizo parte del grupo Alma de los Andes y también de Hernán y Chona, un dueto de la escena Bogotana, junto con Hernán Salazar, su hermano del alma y un músico de una capacidad enorme que también se despidió antes de tiempo, dejando a varios congelados de la tristeza, y con la desolación adicional de no poder devolverle algo de su cariño en una despedida, porque su muerte coincidió con los solitarios tiempos del Covid
Con la muerte de Jorge, sucedió un encuentro entre músicos, creadores y los colaboradores necesarios de todo ese movimiento de música, bohemia, ideales y sueños de la Bogotá de los ochenta e inicios de los noventa. Las noches de Arte y Cerveza, El Bulín, Famas y Cronopios, Los Versos del Capitán, Barroco, Café y Libro, La Peña Folclórica, El Palomar, América Canta y Sones y Cantares, entre otros. Las creaciones y voces de Lucia Pulido, Iván Benavides, Juan de Luque, Battier, Ramiro Zambrano, Juan Rochón, Jorge Terrén, Mazinga, Chimizapagua, Tikchamaga, Nueva Cultura y Alma de los Andes, entre otros, quienes en la noche Bogotana hicieron magia, al son de muy buena música y también de solidaridades cuando fue necesario, pero sobre todo dejaron una estela de camaradería, esa que se teje en el amor por tu oficio y también en la juventud que sueña lindo.
Despedir a Jorge Chona, es despedir a un amoroso ser humano, pero es también el necesario recuerdo de una generación de enorme talentos y lo que hicieron por la escena cultural Bogotana en ese entonces. Sin ellos no se entiende el panorama de hoy. Algo que debemos rescatar porque musicalmente sería una torpeza no hacerlo y porque la cultura, esa identidad que nos convoca, requiere hacer ejercicios de memoria y reivindicación. Se los debemos y nos lo debemos, y Jorge Chona con su muerte, nos lo ha recordado.