viernes, marzo 29, 2024
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Irán, ¿sólo una ‘movilización social’?

A Occidente se vendió la idea de manifestaciones ‘pacificas’, pero en varias ciudades se organizaban disturbios, violencia armada, ataques a personas y a edificios públicos.

Ricardo Arenales

Las protestas sociales del último mes en Irán alcanzaron un significativo triunfo cuando el lunes de esta semana las autoridades del país islámico anunciaron la liquidación definitiva de un organismo parapolicial denominado las Patrullas de Orientación, conocidas entre la gente como Policía de la Moral.

Al mismo tiempo, el gobierno iraní anunció cambios en la legislación sobre el uso del hiyab, una especie de velo que obliga a las mujeres a cubrir su cabellera en espacios públicos y a utilizar ropas holgadas, que eviten tentaciones pecaminosas, de acuerdo a las estrictas normas islámicas. El anuncio lo hizo esta semana el fiscal general iraní, Mohammad Jafar Montazeri, quien no brindó detalles adicionales sobre la medida.

La nueva disposición se conoce al cabo de dos meses de manifestaciones y de 470 muertos, de acuerdo a cifra divulgada por la ONG Iran Human Rights, que habla también de miles detenidos. Oficialmente, el gobierno islámico habla de 200 muertos, 60 de los cuales pertenecen a los cuerpos de seguridad del Estado, que fueron víctimas de linchamientos y asesinatos por parte de grupos de manifestantes.

El paro sigue

Pese a que la medida de liquidación de la Policía de la Moral está acompañada del anuncio oficial de que la legislación islámica, famosa por su rigurosidad, sería objeto de cierta ‘flexibilización’, en aras de un espíritu de entendimiento social, medios occidentales difundieron la versión de que los organizadores de la protesta tenían previsto, a partir del lunes de esta semana nuevas jornadas de paro y de sabotaje económico.

Esto lleva a analistas de distintas tendencias, no comprometidos con la prensa corporativa occidental, a preguntarse si lo que vive Irán en estos momentos es el desarrollo de un movimiento de reformas, o por el contrario un complot devastador que apunta al derrocamiento del régimen islámico.

La sospecha no es exagerada. La semana pasada el comandante de la Fuerza de la Resistencia Popular de Irán, general de brigada Qolamreza Solaimani, en un acto público en Teherán, dijo que lo que se puso en marcha contra su gobierno fue una ‘guerra híbrida’ de carácter subversivo, en la que Irán debió enfrentar la acción conjunta de al menos 47 agencias de espionaje extranjeras.

Mahsa Amini era lo de menos

“Cuarenta y siete agencias de espionaje lanzaron una guerra híbrida total contra la República Islámica de Irán”, afirmó el alto oficial. Ante la imposibilidad de enfrentar una guerra cara a cara, el enemigo optó por la ‘guerra híbrida’, utilizando medios y operaciones sicológicas para engañar a la nación iraní, para que se movilizara contra el gobierno islámico.

La declaración del funcionario sugiere que, aunque pudieron haber existido razones para la protesta ciudadana, una compleja red de ‘organizaciones sociales’, influenciadas por agencias de inteligencia de potencias extranjeras, se coordinaron para organizar una ‘protesta’, que tuvo visos de complot golpista, cuyo objetivo no era el rechazo a la muerte de una activista, sino el derrocamiento del gobierno.

El general iraní explicó que los enemigos tenían planeado comenzar esta sedición y los disturbios en Irán a partir de la segunda semana del mes Mehr (principios de octubre) junto con la apertura de escuelas y universidades, pero los comenzaron más pronto, en septiembre, después de la muerte de la mujer iraní Mahsa Amini, bajo custodia policial. El incidente les cayó como anillo al dedo para acelerar el complot.

Disturbios

Y así, sobre la base de un hecho reconocido como trágico, aún por el gobierno iraní, un gran dispositivo de redes y medios anti-hijab se pusieron en marcha como aceitado relojito. La imagen del conflicto pasó de la denuncia por la muerte de la joven Amini a una exigencia por la ‘democracia’, contra el sistema islámico y las dificultades socioeconómicas del gobierno iraní.

Hacia Occidente se vendió la idea de manifestaciones ‘pacíficas’, al tiempo que en varias ciudades se organizaban disturbios, violencia armada, ataques a personas y a edificios públicos.

Solamente en la primera semana de ‘protestas’ fueron destruidas 61 ambulancias, se efectuaron ataques contra instituciones religiosas y gubernamentales, asesinatos y linchamientos contra integrantes de los cuerpos de seguridad y actos terroristas diversos.

Las circunstancias mismas de la muerte de la activista Masha Amini hay que recogerlas con beneficio de inventario. Imágenes de cámaras del circuito donde se encontraba privada de la libertad muestran el momento en que la joven cae repentinamente al suelo, cuando iba a recibir un curso ordinario de código islámico de vestimenta.

Hipoxia cerebral

Allí no hubo contacto directo con funcionarios policiales. Antes de que la policía hiciera públicas las imágenes y el gobierno ordenara una investigación de los hechos, ya corría la especie de que la joven había fallecido por un derrame cerebral, producto de golpes recibidos en la estación de policía.

Los grandes medios occidentales ni las redes se refirieron en ningún momento a las preexistencias en salud de la joven Amini. En 2006 había sido sometida a una cirugía cerebral. Las cámaras mostraron que antes que la joven se desplomara, no tuvo contacto físico alguno con funcionarios y tampoco dicen que el parte médico indica que la joven murió de una hipoxia cerebral y un infarto.

El líder supremo iraní, Sayyed Alí Kamenei dijo que los países occidentales tratan de derrocar al régimen iraní, pero no han conseguido avanzar en este empeño, gracias a que las Fuerzas de Movilización del pueblo han frustrado tales planes.

Las manos de la CIA

Sayyed destacó que su país afronta una guerra de noticias falsas y ofensiva orquestadas entre Occidente y Estados Unidos, con el fin de poner en duda la credibilidad de la nación persa y debilitarla.

“Ingenuos desprevenidos en el interior del país repiten lo que dicen los que pretenden debilitar a Irán”, agregó. En otro momento, reflexionó sobre la postura de EE.UU. respecto a su país la cual no puede resolverse mediante la negociación, pues “Washington solo acepta concesiones”.

El Ministerio de Inteligencia y la Organización de Inteligencia del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán emitieron una declaración conjunta el 28 de octubre, señalando que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. “desempeñó el papel principal” en fomentar los disturbios, en estrecha colaboración con los servicios de espionaje del Reino Unido, el régimen israelí y Arabia Saudí.

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