El analista y defensor de paz reflexiona sobre el conflicto, la democracia y los derechos humanos
Pablo Oviedo A.
Cuando se requieren opiniones autorizadas y serias sobre la guerra y la paz en Colombia, uno de los nombres que destaca es el de Luis Eduardo Celis. Con una larga trayectoria dedicada al estudio, análisis y escritura sobre este complejo problema colombiano, se convirtió en referencia obligada.
La brisa fría de la urbe bogotana nos abrazaba mientras nos saludábamos fraternalmente. Después de departir un delicioso desayuno, Celis dialogó con el Semanario VOZ.
¿Quién es Luis Eduardo Celis?
Primero, gracias por esta oportunidad de diálogo. Soy un colombiano nacido en los años 60, me impactó el paro cívico del 14 de septiembre de 1977, el cual vi desde el balcón de mi casa en el Barrio Alcalá en Bogotá. Ese fue mi despertar, comprender que vivimos en una sociedad con muchas injusticias y exclusiones por superar. He sido uno de los millones de hombres y mujeres que hemos mantenido el anhelo de cambio y trabajando por aportar nuestro trabajo y esfuerzo para que Colombia sea una sociedad en paz y con democracia de calidad.
Usted ha afirmado que Colombia vive un proceso de paz desde 1982 hasta el presente, ¿eso qué significa?
Luego del nefasto gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala, en ese cuatrienio el conflicto armado se vivió con rudeza en Bogotá, ya no era la violencia en el campo colombiano, vino un período de criminalización, tortura, agudización de la violencia.
En ese panorama, la guerrilla levanta la bandera de la paz, lo hicieron Jaime Bateman Cayón en su condición de máximo comandante del M-19 y Manuel Marulanda Vélez, desde las FARC, e igualmente lo hizo el presidente Belisario Betancur. Por eso, hablo de que hemos vivido un ciclo de construcción de paz desde el año 1982 hasta nuestros días, con logros muy importantes.
Colombia aún no ha logrado la paz, ¿a qué se debe?
Hemos vivido un proceso de construcción de paz que tiene múltiples dimensiones: salir de la acción política con armas y competir en esta precaria democracia, reconocer el sufrimiento y los derechos de las víctimas, avanzar en importantes reordenamientos institucionales, siendo el más importante la formulación de la Constitución Nacional del 91, son logros importantes que hay que reconocer y valorar, pero claro, aún falta más, sin duda.
Desde su visión, ¿cómo ve la situación política de DD. HH. en el país actualmente?
Hoy hay más mecanismos para proteger la vida y una cultura política que rechaza ampliamente el uso de la violencia, por supuesto, quedan rezagos fuertes de una cultura autoritaria y muchos territorios donde prima la ley de la fuerza, eso sin duda es un reto presente.
¿Qué entiendes por una Colombia en paz y con democracia de calidad?
Agradezco la pregunta. No hemos vivido en una sociedad donde la democracia sea de calidad y cubra a todos los territorios y comunidades, por el contrario, hemos vivido largos ciclos de violencia y autoritarismo, que persisten hoy de manera grave en por lo menos en doscientos cincuenta municipios. Allí es donde están los mayores retos de paz.
Entiendo la paz como un orden democrático donde las y los ciudadanos puedan ejercer sus derechos libres de exclusión y violencia, eso hoy no es así para una parte importante de la sociedad colombiana.
¿Cómo ve el tema electoral para 2026 para el progresismo?
Hay que seguir trabajando por las transformaciones necesarias, por construir un Estado social y de derecho en todo el territorio, por unas instituciones al servicio de la vida. La transformación de Colombia ha tenido un impulso importante en el gobierno del compañero presidente Gustavo Petro y hay que seguir en esa senda.
Su saludo para el Semanario VOZ
Para las y los lectores del Semanario VOZ, lo mejor en todas sus iniciativas y luchas por seguir en el camino de vida, paz y justicia que ha caracterizado a quienes respetamos y apreciamos la acción del Partido Comunista y este Semanario tan emblemático de la lucha popular.
