Las votaciones norteamericanas copan la atención del mundo. Los votantes están atrapados entre dos opciones del mismo calabazo
José Ramón Llanos
Cuando los lectores lean esta nota ya se sabrá quién obtuvo el mayor número de votos en las elecciones estadounidense: Kamala Harris o Donald Trump. Al lector puede sorprenderle que llegue a la presidencia de ese país un candidato que la justicia aún no define si lo condena o no. En el lenguaje de los juristas, un candidato sub judice: Donald Trump.
El martes 5 de noviembre se definieron las elecciones en Estados Unidos, infortunadamente para el mundo es poca la diferencia en cuanto a la naturaleza imperialista de este país que pudiera cambiar si gobernara uno u otro de los candidatos. Si gana Kamala Harris tendremos más de lo mismo, es decir, una política internacional similar a la de Joe Biden.
Para entender algunas posiciones política relativamente más consecuentes que las de Biden, hay que tener en cuenta que el padre de Kamala Harris, Donald Harris, cuando era estudiante hizo siempre acción política en favor de la igualdad y no solo eso, sino que, además, perteneció a los jóvenes que rechazaron la guerra de los Estados Unidos contra Vietnam.
Los reales factores del poder imponen la política imperial
Sin embargo, ella mantendrá el talante guerrerista de los Estados Unidos. No debemos olvidar que no importa el color de la piel o el género de quien gobierne, este país seguirá jugando su rol imperialista. Además, hay una tendencia guerrerista en el Ejército, la armada y la fuerza aérea de los Estados Unidos, una tendencia belicista que se ha venido consolidando con el paso de los años y que se disparó, lógicamente, tras la caída de lo único que la neutralizaba: el campo socialista.
Tanto Trump como Harris responderán al talante imperialista y guerrerista, estimulado además por la industria de las armas; los Estados Unidos producen el 40 por ciento de las armas que se fabrican y comercian en el mundo. Es el que más gasta en elementos bélicos del orbe, representando el 39 por ciento del gasto militar global.
Qué sucederá en América Latina en caso de ganar Trump
Si Donald Trump hubiera ganado las elecciones, las relaciones políticas y económicas con América se complicarían, ya que el comercio regional, especialmente con Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, México, Perú y Surinam tiene especial importancia para ambas partes.
Pero en los últimos años se han incrementado las inversiones de China en proyectos estratégicos, lo cual llevaría al mandatario estadounidense a tratar de forzar a estos países a limitar la presencia económica del país asiático. Esa política causaría una fuerte respuesta de estos Estados.
Según Blomberg Línea, una victoria de Trump “No necesariamente es perjudicial para la región Andina, sino que el rango de resultados posibles para el futuro de las relaciones bilaterales en la región es mucho más amplio. Lo anterior implica mayor incertidumbre y mayores riesgos de un deterioro en las relaciones”.
En efecto, él amenaza con imponer aranceles y otras sanciones si Latinoamérica no impide que lleguen a Estados Unidos los migrantes, desempleados o sobrexplotados por los empresarios que mal pagan a los asalariados en Latinoamérica y que desesperados acuden a las fronteras estadounidense para ser también explotados allí.
La realidad demuestra que ninguna de las estrategias utilizadas por los mandatarios gringos ha impedido que latinoamericanos, incluso africanos, arriben y se burlen de todas las barricadas de alambre electrificado o con púas y terminen en ese país y, con su trabajo rudo o de profesionales universitarios, contribuyen al desarrollo del país que los ha rechazado.
La cuestión con China es otro cantar
El informe de Blomberg es claro al señalar que “las tensiones entre ambas potencias económicas influirán en América Latina y el Caribe, en vista de las crecientes ‘fricciones geopolíticas’, las preocupaciones en materia de seguridad nacional y las rivalidades tecnológicas. Las perspectivas también se derivan del creciente comercio de China en América Latina y la inversión en infraestructura de energía renovable y tecnología de punta”.
Según Xinhua, algunos periodistas independientes chinos consideran que a este país le conviene que la victoria favorezca a Donald Trump, la política de este candidato tiende a dividir más a los norteamericanos y, además, aumenta el rechazo de los latinoamericanos hacia los Estados Unidos. En cambio, si ganara Kamala Harris estimularía la mayor participación de las mujeres en política y así se ampliaría el apoyo del pueblo al sistema de dominación gringo.
Por otra parte, si el posible ganador de las elecciones pretende incrementar el arancel a las mercancías de todo los países en diez y veinte por ciento, aumentan las posibilidades de comercio de los BRICS, con lo cual se tiende a favorecer el intercambio comercial de este grupo con Latinoamérica, con África, Europa y Asia. Todo lo cual puede a contribuir a disminuir la superioridad del dólar como moneda monopolizadora de los intercambios comerciales del mundo.
Las propuestas de Kamala Harris
Según informan las diferentes agencias de prensa, Kamala Harris seguiría algunas política del presidente Biden. Pero ella hace énfasis en la legalidad del aborto, la reducción del precio de los fármacos, la condonación de las deudas de los estudiantes por sus préstamos para ingresar en las universidades y la eliminación de las denominadas tasas basuras.
Sin embargo, ella tiene algunas diferencias con el apoyo del presidente al genocidio de Netanyahu contra los palestinos y otras cuestiones de poca monta. Claro que Harris si hubiera llegado a la presidencia dejaría su impronta femenina en todas sus actuaciones, especialmente en el lenguaje y en las relaciones con las mujeres y los jóvenes.
También fijará algunas diferencias en el trato con el hasta ahora considerado “el patio trasero del imperio”: América Latina, excepto el digno y valiente gobierno y pueblo de Cuba.